ABRANSE EN LA ORACION
Muchos se preguntarán qué significa esto o cómo puede lograrse.
Comentario Padre Slavko Bárbaric
Primeramente, sólo es posible abrirse en la oración, cuando se dedica tiempo a orar. Esto, porque sólo el amor puede abrir nuestro corazón. Cuando amamos a alguien, nuestro corazón se abre inmediatamente, estamos dispuestos a hablar con esa persona, a escucharla y a confiar mutuamente. Entonces estamos dispuestos a derramar en esa persona los más profundos anhelos de nuestra alma. Pero, cuando no hay amor, nos mantenemos cerrados. Estar abiertos a Dios en la oración significa, que debemos dedicarle tiempo a Él y pedirle también que Su amor nos conmueva. Nuestro corazón, por así decirlo, puede compararse a una flor que es tocada por los rayos del sol. Alguien que cultiva plantas en su jardín no puede darles el crecimiento necesario y tampoco abrir sus capullos, pero si puede ayudarlas creando las condiciones necesarias, a fin de que el jardín entero pueda florecer y crecer dando flores y frutos. Lo mismo sucede con nuestro corazón.
Otra parte más profunda y también importante en el proceso de abrir nuestro corazón en la oración es algo que la sociedad moderna ha olvidado completamente y es el elemento de escuchar. Cuando estamos verdaderamente abiertos, pronto aprendemos a escuchar — a escuchar a los que nos rodean, a escuchar a Dios en la Sagrada Escritura, en la Santa Misa pero también a escuchar a Dios y Su Reino eterno en el silencio más puro. Si nosotros anhelamos a Dios, El siempre nos responderá; pero para escucharlo, debemos realmente empeñarnos en ello. A un hombre con el don de sanación que yo conozco, , alguien realmente impresionante en su oración por sanación, le preguntaron una vez qué era lo más importante que él había aprendido. El respondió que escuchar era el descubrimiento más importante que Dios le había dado.
Creo que este llamado que María repite tan a menudo — el llamado a orar y a estar abiertos — es simplemente la preocupación de la Madre de que en la oración, en la Confesión, en la Santa Misa, en la Adoración, en la lectura de la Sagrada Escritura y en el Vía Crucis, nosotros abramos nuestro corazón, porque sólo un corazón abierto es capaz de recibir de Dios la paz, el gozo y un futuro seguro. Y cuando nuestro corazón se abre en la oración, ésta se vuelve también la vida para nosotros, porque en cualquier situación posible nos encontraremos con Dios y estaremos en contacto con El. Esto, después de todo, es el deseo primordial de María Santísima. Después Ella nos invita…
RENUEVEN LA ORACION EN SUS FAMILIAS
Este consejo es, por supuesto, principalmente para los padres y madres de familia. Ahí, donde los progenitores comienzan a orar, también los hijos aprenderán a amar la oración. Hace poco oí decir a alguien que durante un tiempo fue un ateo. El dijo: «No me hice ateo a causa de conflictos con el dogma, sino más bien por la falta de entusiasmo de mis abuelos por Dios». Por tanto, donde tanto los padres como los abuelos están realmente abiertos a Dios, también los hijos se abrirán a El. Esta es una herramienta importante y muy poderosa de aprendizaje, cuando los hijos ven a sus padres y abuelos orar juntos. Si los hijos que aún viven con sus padres nunca han visto a éstos orar juntos, será casi imposible querer cambiar esta situación más tarde y hacerlos entender que es necesario orar.
Por tanto, la familia que orar unida, también permanecerá única no importa cuáles sean las dificultades o sufrimientos que algún día tenga que enfrentar. Esto será para los hijos un buen ejemplo para su vida adulta. Esto, sin embargo, no significa que sólo los padres pueden influir en los hijos. A veces, durante la pubertad o justamente después de esa etapa, puede suceder que los hijos se empeñen en querer ignorar todo lo que tenga que ver con la iglesia. Pero, si este es el caso, los padres no deben culparse. En vez de eso, deben permanecer fieles en su fe y confianza y continuar orando por los hijos. Y es que es cierto que cada uno debe encontrar su propio camino y al hacerlo, muchos jóvenes se apartan primero de lo que les fue enseñado. En estos tiempos, cuando se habla tanto de «libertad», «auto-satisfacción» y «democracia», los hijos fácilmente pueden caer en tomar decisiones totalmente equivocadas para sus vidas. Son casi empujados por la sociedad de hoy a hacer lo que consideran es mejor para ellos, pero sin pensar un minuto lo que Dios y aquellos que lo aman y lo conocen a El puedan pensar. Este es, sin embargo, un proceso en el desarrollo y hay que ser muy pacientes unos con otros. María nos sugiere además…
Fray Slavko Barbaric, Medjugorje, Enero 29, 1999