Que Jesús nazca y reine en vuestras vidas
ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA REINA DE LA PAZ DÍA 28
CONOCIMIENTO DE MARÍA
Encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre
Que Jesús nazca en vuestros corazones y reine en vuestras vidas.… (Mensaje 25-12-2004)
(Buscamos un lugar apartado para hacer nuestra
preparación en oración)
Letanías al Espíritu Santo
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo,Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, Escúchanos.
Dios, Padre celestial, Ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo,Ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo,Ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios,Ten piedad de nosotros.
Espíritu, que procedes del Padre y del Hijo,Ten piedad de nosotros.
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación incubando las aguas las fecundaste,Ten piedad de nosotros.
Espíritu por cuya inspiración hablaron los santos hombres de Dios,Ten piedad de nosotros.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas,Ten piedad de nosotros.
Espíritu que das testimonio de Cristo,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas,Ten piedad de nosotros.
Espíritu que fecundas a María,Ten piedad de nosotros.
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de Dios que habitas en nosotros,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de sabiduría y entendimiento,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de consejo y fortaleza,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de ciencia y piedad,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de temor del Señor,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de gracia y misericordia,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de fe, esperanza, amor y paz,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de humildad y castidad,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de benignidad y mansedumbre,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de gracia multiforme,Ten piedad de nosotros.
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios,Ten piedad de nosotros.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables,Ten piedad de nosotros.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,Ten piedad de nosotros.
Espíritu en el cual renacemos,Ten piedad de nosotros.
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones,Ten piedad de nosotros.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,Ten piedad de nosotros.
Espíritu que apareciste sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego,Ten piedad de nosotros.
Espíritu del que los apóstoles quedaron henchidos,Ten piedad de nosotros.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres,Ten piedad de nosotros.
Sednos propicio, Perdónanos, Señor.
Sednos propicio, Escúchanos, Señor.
De todo mal, Líbranos Señor.
De todo pecado, Líbranos Señor.
De las tentaciones e insidias del diablo, Líbranos Señor.
De toda presunción y desesperación, Líbranos Señor.
De la resistencia a la verdad conocida, Líbranos Señor.
De la obstinación y de la impenitencia, Líbranos Señor.
De la impureza de la mente y del cuerpo, Líbranos Señor.
Del espíritu de fornicación, Líbranos Señor.
De todo espíritu malo, Líbranos Señor.
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, Líbranos Señor.
Por la concepción de Jesús, hecha por tu operación, Líbranos Señor.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, Líbranos Señor.
Por tu advenimiento sobre los discípulos, Líbranos Señor.
En el día del juicio, Líbranos Señor.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que, así como vivimos por el Espíritu obremos también por el Espíritu, te rogamos, óyenos.
Para que, recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos, te rogamos, óyenos.
Para que, viviendo según el espíritu, no accedamos a los deseos de la carne, te rogamos, óyenos.
Para que por el espíritu mortifiquemos las obras de la carne, te rogamos, óyenos.
Para que no te contristemos a ti, Espíritu Santo de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad de espíritu en el vínculo de la paz, te rogamos, óyenos.
Para que no creamos a todo espíritu, te rogamos, óyenos.
Para que sepamos discernir los espíritus, si son o no de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que renueves en nosotros el espíritu de rectitud, te rogamos, óyenos.
Para que nos confirmes por tu espíritu soberano, te rogamos, óyenos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros.
Oremos:
Te pedimos, Señor, que nos asista la fuerza del Espíritu Santo para que purifique convenientemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
San Lucas 2, 8-18
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.
Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor.
El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.»
Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre.
Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
Mensaje, 25 de Diciembre 2004
“¡Queridos hijos! Hoy, en este día de gracia, con el Niño Jesús en brazos, los invito de una manera especial a abrir vuestros corazones y comenzar a orar. Hijitos, pidan a Jesús que nazca en vuestros corazones y que reine en vuestras vidas. Pídanle la gracia de que siempre y en cada hombre ustedes puedan reconocerlo a El. Hijitos, pidan a Jesús el amor, porque solamente con el amor de Dios ustedes pueden amar a Dios y a todos los hombres. Yo los llevo a todos en mi corazón y les doy mi bendición maternal.”
«Fundado en esto, digo que debemos pertenecer a Jesucristo y servirle, no sólo como servidores mercenarios, sino como esclavos de amor, que, por efecto de una gran caridad, se entregan a El y se empeñan a servirle en calidad de esclavos por sólo el honor de pertenecerle. Antes del bautismo éramos esclavos del demonio; el bautismo nos ha hecho esclavos de Jesucristo; es menester que los cristianos sean, o esclavos del demonio, o esclavos de Jesucristo.
Lo que digo en absoluto de Nuestro Señor, lo repito proporcionalmente de la Santísima Virgen. Habiéndola escogido Jesucristo para compañera inseparable de su vida, de su muerte, de su gloria y de su poder en el cielo y en la tierra, le ha dado por gracia, relativamente a su majestad, los mismos derechos y privilegios que El posee por naturaleza: Todo lo que conviene a Dios por naturaleza, conviene a María por gracia, dicen los Santos; de modo que, según ellos, no teniendo ambos más que la misma voluntad y el mismo poder, tienen los mismos súbditos, servidores y esclavos.» (Tratado Verdadera Devoción 73-74)
«¡Salve, Madre santa! Virgen hija de Sión, ¡cuánto debe sufrir por esta sangre tu corazón de Madre!
El Niño que estrechas contra tu pecho lleva un nombre apreciado por los pueblos de religión bíblica: Jesús, que significa “Dios salva”. Así lo llamó el arcángel antes de que fuera concebido en tu seno (cf. Lc 2, 21). En el rostro del Mesías recién nacido reconocemos el rostro de todos tus hijos vilipendiados y explotados. Reconocemos especialmente el rostro de los niños, cualquiera que sea su raza, nación y cultura. Por ellos, oh María, por su futuro, te pedimos que ablandes los corazones endurecidos por el odio, para que se abran al amor, y la venganza ceda finalmente el paso al perdón.
Obtennos, oh Madre, que la verdad de esta afirmación -“No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón”- se grabe en el corazón de todos. Así la familia humana podrá encontrar la paz verdadera, que brota del encuentro entre la justicia y la misericordia.
Madre santa, Madre del Príncipe de la paz, ¡ayúdanos!
Madre de la humanidad y Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!»
(San Juan Pablo II, 2002)
«Dios, Padre nuestro, Te damos gracias por hablarnos en este tiempo a través de María. Te pedimos el don del ayuno y la renuncia y que nos liberes de todo lo que nos impide estar cerca de Jesús, Tu Hijo, el Emmanuel. Libéranos de toda soberbia y egoísmo y de cualquier miedo o desconfianza. Danos un profundo anhelo por Su cercanía y a través de El, por la cercanía a Ti, oh Padre. Danos el espíritu de oración y a través de Tu Espíritu revélanos Tu voluntad para nosotros. Ayúdanos a vencer nuestra propia voluntad y que nunca más Tu voluntad nos distancie de Ti. Danos la fortaleza para que, a través de nuestra vida, lleguemos a ser apóstoles del amor. Perdónanos por todo lo que no es amor en nosotros. Te pedimos a nombre de todos los bautizados y de todos los que se llaman cristianos que podamos decidirnos por el amor y la paz.» (Padre Slavko Barbaric)
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Ave Maris Stella
Salve Estrella del mar, Santa Madre de Dios
y siempre Virgen, feliz Puerta del cielo.
Tú que has recibido el saludo de Gabriel,
y has cambiado el nombre de Eva,
establécenos en la paz.
Rompe las ataduras de los pecadores,
da luz a los ciegos, aleja de nosotros los males
y alcánzanos todos los bienes.
Muestra que eres Madre: reciba nuestras súplicas
por medio de Ti, Aquél que, naciendo por nosotros,
aceptó ser Hijo tuyo.
¡Oh, Virgen incomparable! ¡Amable como ninguna!
Haz que, libres de nuestras culpas,
permanezcamos humildes y castos.
Danos una vida limpia,
prepáranos un camino seguro; para que,
viendo a Jesús, nos alegremos eternamente contigo.
Demos alabanza a Dios Padre,
gloria a Cristo Soberano y también al Santo Espíritu,
a los Tres un mismo honor. Amén
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«Si tememos ir directamente a Jesucristo nuestro Dios por temor de su infinita grandeza o por nuestra bajeza y por nuestros pecados, imploremos confiadamente la ayuda e intercesión de María nuestra Madre; Ella es buena, es tierna Madre; nada hay en Ella de austero ni terrible, nada que no deba movernos a la esperanza y al amor. Al verla, vemos nuestra propia naturaleza. No es el sol que por la vivacidad de sus rayos podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad, sino que es bella y dulce como la luna, que recibe su luz del sol, y la templa para hacerla conforme a la debilidad de nuestros ojos. María es tan caritativa, que no rechaza a ninguno de los que demandan su intercesión por más pecadores que sean, porque, como dicen los Santos, no se ha oído decir, desde que el mundo es mundo, que haya sido desechado nadie que haya recurrido a la Virgen con confianza y perseverancia. Es tan poderosa, que jamás ha sido desairada en sus peticiones; no necesita más que presentarse a su Hijo en demanda de algo para que El la reciba y le otorgue lo pedido, pues siempre es amorosamente vencido por las entrañas e instancias de su amadísima Madre.
Todo esto está sacado de San Bernardo y de San Buenaventura; de modo que, según estos Santos Doctores, tenemos tres grados que subir para llegar a Dios: el primero, el más próximo y el más conforme a nuestra capacidad, es María; el segundo es Jesucristo, y el tercero es el Eterno Padre. Para llegar a Jesús es preciso ir a María, que es nuestra Mediadora de intercesión; para ir al Padre Eterno es menester ir a Jesús, que es nuestro Mediador de redención. » (Tratado Verdadera Devoción 85-86)
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Letanías Marianas
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial, Ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,Ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios,Ten piedad de nosotros.
Santa María, Ruega por nosotros (emplear esta respuesta de ahora en adelante).
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios
Para que seamos dignos de alcanzar las promesa de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración
Te rogamos nos concedas,Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Magnificat
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador;
porque ha mirado la humillación
de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración de San Juan XXIII
¡San José, guardián de Jesús y casto esposo de María, tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber. Tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti. Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges. Tu también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, tu alma estaba llena de profunda paz y contó de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios que te fue confiado a ti a la vez a María, su tierna Madre.
Amén.
CATECISMO DE SAN JOSÉ
25-¿Qué nos recuerda la permanencia de San José en Egipto?
La estancia de San José en Egipto, recuerda naturalmente el antiguo Patriarca llamado también José, que fue vendido por sus hermanos y conducido a Egipto, San José experimentó los mismos infortunios, virtudes, beneficios del antiguo José y, desde luego, sus desgracias. El antiguo José, dice San Bernardo, vendido y conducido a Egipto por la envidia de sus hermanos, figura de lejos la venta de Jesucristo y al nuevo José, para evitar el deseo de Herodes, condujo a Cristo a Egipto. El antiguo José, encerrado en la prisión, fue largo tiempo víctima de la más odiosa calumnia, y el nuevo José, desterrado a una tierra desconocida, vivió cerca de siete años víctima de la más injusta persecución. Copia igualmente sus virtudes. El antiguo José, dice San Bernardo, conservó la más sincera fidelidad respecto de su amo, no queriendo acceder a las solicitudes de la mujer de Potifar, y el nuevo José , reconociendo a la Santísima Virgen por su soberana, por la Madre de su Señor, fue siempre casto esposo y fiel depositario de tan santa virginidad. El antiguo José recibió del cielo la inteligencia en los sueños misteriosos, y el nuevo José merece ser confidente y cooperador de los secretos de Dios. Los dos, sometidos a pruebas de la Providencia, no murmuran ni contra la prisión y cansancios, ni contra el destierro y sus penas, y sin rencor a causa de las injusticias, sin disgusto por os malos tratamientos, piden por sus perseguidores y se juzgan dichosos en sufrir: el uno por la inocencia de su corazón y el otro por la inocencia de Jesús. San José copia, en fin, los beneficios del antiguo José; y en efecto, el antiguo José, continúa San Bernardo, conservó el trigo, no para él, sino para todo el pueblo, y el nuevo José recibió en depósito, tanto para sí mimo como para el mundo entero, el pan vivo bajado del cielo, y se fue a Egipto, fue en calidad de guardián fiel para producir en los días de escasez y hambre el trigo de los elegidos y el divino maná. Como el antiguo José fue e bienhechor de Egipto por la virtud del celeste Niño. Fácil es, pues, ver que las relaciones entre los dos José no pueden ser más exactas, pero añadamos también que el cuadro sería más completo si nosotros, cristianos, imitásemos la conducta de los egipcios.
Y en efecto, el Faraón y todo su pueblo, reconociendo que por José se habían salvado del hambre, quiso que José fuese el primero después de él en su reino; imitemos a los Egipcios, reconozcamos que San José nos ha salvado del hambre conservándonos al Divino Niño, este Niño que es alimento de los ángeles, el trigo de los elegidos, y el pan, en fin, que nos da la vida eterna.
Tercer dolor.
La circuncisión de Jesús.
El octavo día después del nacimiento de Jesús, María y Jose llevaron el niño al templo de Jerusalén, para que fuese circuncidado.
Primera efusión de la sangre redentora, calvario preparatorio del Niño Jesús. Entregando su carne virginal al cuchillo, el Hijo de Dios hizo acto de obediencia a las leyes religiosas de su país; no era bastante, puesto que tenia por punto de mira una ley mas terrible para el en sus consecuencias, cual era la de constituirse, con respecto a su Padre y a su justicia, pecador público, único, universal y víctima expiatoria del genero humano. En tanto que el pontífice le marca con la incisión legal, Jesús abre su corazón a la acción del Sacerdote eterno y le súplica que grabe en el la ley terrible pero consoladora del rescate del genero humano.
¡Cuánto debió oprimirse el corazón de José al ver los primeros sufrimientos de este querido niño cuyo divino origen conocía! No obstante, sometido a la voluntad de Dios, no vacila: se le pide su hijo y lo entrega con admirable y valerosa resignación.
Jesús os da las primicias de su sangre; dadle las primicias de su sangre; dadle las primicias de vuestro corazón. Jesús quiere de vosotros un corazón. Jesus quiere de vosotros un corazón limpio, un corazón inmolado, un corazón pronto para todos los sacrificios. Imitemos a José y demos a Jesús el corazón que pide.
Privémonos algunas veces de los placeres legítimos, a fin de que seamos mas intrépidos en la práctica de la virtud, la cual no vive sino de sacrificios. San José nos ayudará.
Tercer gozo.
Imposición del nombre dc Jesús.
Cuando, en el día de la circuncisión, el cuchillo del sacrificador hubo tocado la carne del divino Niño, parece que Dios quiso cicatrizar la llaga de la víctima imponiéndole este nombre de Jesús como un bálsamo lleno de dulzura y de unción. Nombre que procedía del cielo: fué el ángel quien lo designó á San José. Y sólo él, el primero de todos los mortales, él, José, abrió sus labios para decir y repetir este nombre tan corto y sin embargo tan lleno de cosas: ¡Jesús! a cuyo nombre todos se arrodillan en el cielo, en la tierra y en los infiernos; ¡Jesús! delicia de los ángeles ; ¡Jesús! , «dulce melodía» en los labios de los niños; ¡Jesús! , «panal de miel» en boca de los ancianos.
Aquí se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y gozos del Señor San José.
M E M O R A R E
Acordaos, ¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah! No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que habéis sido llamado padre del Redentor, sino escuchadlas con benevolencia, y dignaos recibirlas favorablemente. Así sea.
Trescientos días de indulgencias (una vez por día) aplicables a los difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)
ORACIONES
Oh custodio y padre de vírgenes San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María. Por estas dos queridísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.
Haz, oh José, que nuestra vida transcurra tranquila y que siempre sea segura bajo tu patrocinio.
¡Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía!
¡Jesús, José y María, asistidme en vida y en mi última agonía!
¡Jesús, José y María, expire en paz con Vos el alma mía!
San José, mi padre y señor, tú que fuiste guardián fiel del Hijo de Dios y de su Santísima Madre, la Virgen María, alcánzame del Señor la gracia de un espíritu recto y de un corazón puro y casto para servir siempre mejor a Jesús y a María. Amén.