No toda «luz» viene del Señor

No toda «luz» viene del Señor

12 de noviembre de 2024 0 Por Gospa Chile

«En sus vidas, todos ustedes han experimentado momentos de luz y de tinieblas…» (Mensaje, 14 de marzo de 1985)

Hay una falsa «luz» » que te “vuelve orgulloso”, advirtió el Papa Framcisco, una luz que “te lleva a tirar a los demás desde lo alto”, a despreciar a los demás, “a la soberbia, esa no es la luz de Jesús: es la luz del diablo, disfrazado de Jesús, de ángel de luz”.

Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa en la Casa de Santa Marta,  3 de septiembre del 2013.

La luz de Jesús, prosiguió, “no da espectáculo, es una luz que viene en el corazón”. Sin embargo, advirtió, “es verdad que tantas veces el diablo viene disfrazado de ángel de luz: a él le gusta imitar a Jesús y se hace bueno, nos habla tranquilamente, como le habló a Jesús tras el ayuno en el desierto”. He aquí por qué debemos pedir al Señor “la sabiduría del discernimiento para conocer cuándo es Jesús que nos da la luz y cuándo es justamente el demonio, disfrazado de ángel de luz”:

“Cuántos creen vivir en la luz y están en las tinieblas, pero no se dan cuenta. ¿Cómo es la luz que nos ofrece Jesús? La luz de Jesús podemos conocerla, porque es una luz humilde, no es una luz que se impone: es humilde. Es una luz apacible, con la fortaleza de la mansedumbre. Es una luz que habla al corazón y es también una luz que te ofrece la Cruz. Si nosotros en nuestra luz interior somos hombres dóciles, sentimos la voz de Jesús en el corazón y miramos la Cruz sin temor: aquella es la luz de Jesús”.

Pero si, en cambio, viene una luz que te “vuelve orgulloso”, advirtió el Papa, una luz que “te lleva a mirar a los demás desde lo alto”, a despreciar a los demás, “a la soberbia, esa no es la luz de Jesús: es la luz del diablo, disfrazado de Jesús, de ángel de luz”.

El Pontífice indicó así el modo para distinguir la verdadera luz de la falsa: “Siempre donde está Jesús hay humildad, docilidad, amor y Cruz”. Jamás, recalcó Francisco, “encontraremos un Jesús que no sea humilde, dócil, sin amor y sin Cruz”. Entonces debemos ir tras Él, “sin temor”, seguir su luz porque la luz de Jesús “es bella y hace tanto bien”. En el Evangelio de hoy, concluyó el Obispo de Roma, Jesús expulsa al demonio y la gente está desorientada por el temor frente a una palabra que expulsa a los espíritus impuros:
“Jesús no tiene necesidad de un ejército para expulsar a los demonios, no necesita de la soberbia, no tiene necesidad de la fuerza, del orgullo. ‘¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!’ Es una palabra humilde, dócil, con tanto amor; es una palabra que nos acompaña en los momentos de Cruz.

Cuando el corazón está bien purificado, Dios llena de su santa presencia y de su amor el alma y todas sus potencias, la memoria, el entendimiento y la voluntad. De ese modo la pureza de corazón lleva a la unión divina y no se llega a ella de or­dinario por otros caminos.

El camino más corto y seguro para llegar a la perfección, es dedicarnos a la pureza de corazón con más empeño que a cualquier otro ejercicio de las virtudes; porque Dios está dispuesto a conce­dermos toda clase de gracias con tal de que no le pongamos obstáculos. Ahora bien : únicamente purificando nuestro corazón, es como destruiremos todo lo que impide la acción de Dios. De forma que, quitados los impedimentos, casi no podemos ni imaginar los admirables efectos que Dios obra en el alma. San Ignacio decía que hasta los mismos santos podían grandes estor os a las gracias de Dios.

A ninguna de las prácticas de la vida espiritual se opone tanto el demonio como al trabajo para conseguí la pureza de corazón.

Cuando Maria viene a vivir en el alma

«Una infinidad de óptimos efectos produce en el alma esta devoción practicada fielmente (darse completamente a Maria y por medio de ella a Jesús).

El principal de ellos es que Maria viene a vivir en el alma de modo que ya no es el alma que vive, sino Maria que vive en ella y que llega a ser, por así decirlo, el alma de la propia alma.

Y ¿Qué maravillas no obra Maria cuando por una grazia realmente inefable llega a ser Reina de un alma?

Obra grandes maravillas y trabaja sobre todo en los corazones, y muchas veces en la ignorancia del alma misma, ya que si ésta se diera cuenta de lo que sucede en ella se expondría al peligro de perder, por causa de la vanidad, esta belleza suya.

Maria es la Virgen fecunda, en todas las almas en las que vive hace brotar la pureza del corazón y del cuerpo, la rectitud en las intenciones y abundantes buenas obras.

No creáis que Maria, la más fecunda de las criaturas puras, que llegó al punto de pruducir un Dios, permanezca inactiva en un alma fiel.

Será justo ella la que hará que el alma viva incesantemente por Jesucristo, y hará que Jesús viva en el alma:

“ Hijos mios, que yo de nuevo doy a luz, hasta que Cristo no se forme en vosotros ”cfr. Gal 2,20).

Como Jesús, que cuando vino al mundo quiso ser fruto de Maria, así sucede en cada alma; y en aquellas en las que Maria puede habitar más libremente se ve mejor que es su fruto y obra maestra. (…)

Habiendo Dios venido al mundo, la primera vez, en la humildad y en el secreto por medio de Maria ¿No se podría afirmar que vendrá también la segunda vez por medio de Maria para reinar en todos, como espera la Iglesia, y para juzgar a vivos y muertos?

Nadie sabe cómo y cuándo sucederá; pero sé que Dios, cuyos designios se elevan sobre los nuestros más que el cielo sobre la Tierra, llegará en el tiempo y en la forma que los hombres menos se esperan, incluidos los más versados y competentes en las Sagradas Escrituras, que en este punto permanecen muy oscuras.

A pesar de esto, creo también que en los últimos tiempos, y quizás antes de lo que se piensa, Dios suscitará grandes hombres llenos de Espiritu Santo y del espíritu de Maria a través de los cuales esta divina Soberana hará grandes maravillas sobre la Tierra, para destruir el pecado y establecer en el mundo corrupto el reino de Jesucristo su Hijo.»

De “La vera e perfetta devozione”, de San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716). (nn.55-59).

Dice la Reina de la Paz:

Mensaje, 14 de marzo de 1985

“¡Queridos hijos! En sus vidas, todos ustedes han experimentado momentos de luz y de tinieblas. Dios concede a cada hombre reconocer el bien y el mal. Yo los invito a llevar la luz a todos los hombres que viven en tinieblas. Cada día llegan a sus casas personas que están en tinieblas. Queridos hijos, dénles ustedes la luz. Gracias por haber respondido a mi llamado!”

Atentamente Padre Patricio Romero


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