San Pío X y la herejía modernista
Dice la Reina de la Paz: «Satanás no duerme, y a través del modernismo los desvía y los conduce por su camino.«
El Pontificado de San Pío X se desarrolló desde 1903 a 1914, un período marcado por muchas y arduas luchas.
Entre ellas se destaca su condenación del movimiento denominado “modernismo”, estigmatizado por el Pontífice como la “síntesis de todas las herejías”.
El modernismo, precursor del actual progresismo
Ese movimiento, precursor del progresismo católico de nuestros días, trataba de adaptar la Iglesia al espíritu y a los errores del mundo moderno, infectando los Ambientes católicos con esos errores.
La Reina de la Paz lo ha advertido en 4 de sus Mensajes: Mayo del 2010, Marzo del 2015, Enero del 2017 y Septiembre del 2023.
En el primero de ellos la Gospa dice:
“Queridos hijos! Dios les ha dado la gracia de vivir y de custodiar todo el bien que hay en ustedes y alrededor de ustedes, y de alentar a otros a ser mejores y más santos, pero Satanás no duerme, y a través del modernismo los desvía y los conduce por su camino. Por eso, hijitos, en el amor hacia mi Corazón Inmaculado, amen a Dios sobre todas las cosas y vivan Sus Mandamientos. Así su vida tendrá sentido y la paz reinará en la Tierra. !Gracias por haber respondido a mi llamado!” (25 de Mayo del 2010)
¿Quiénes eran los Modernistas?
Los modernistas eran teólogos y pensadores católicos que abogaban por una adaptación de la fe a las corrientes intelectuales y científicas de la época. Su enfoque incluía reinterpretaciones de la Escritura y de las enseñanzas tradicionales, generando preocupación sobre la integridad de la doctrina católica, ya que ponían en duda o incluso llegaban a negar enseñanzas dogmáticas de la Iglesia. Aclaremos que un dogma, es decir, una doctrina propuesta como divinamente revelada por la Iglesia, no puede cambiar porque es infalible.
De todo esto es claro que un católico jamás debe dudar de los dogmas. Teniendo esto presente, podemos hacernos esta pregunta: ¿Qué hubiesen dicho los santos ante un católico que, por adaptarse a los pensamientos actuales, dudase de la fe? Pues San Bernardo, en su sermón sobre el Cantar de los Cantares, escribe: «La fe no busca entender para creer, sino que cree para entender». Este pensamiento es diametralmente opuesto al de los modernistas, cuya intención principal es someter las enseñanzas de la fe a las enseñanzas modernas.
San Pío X supo distinguir que los modernistas eran una amenaza seria para la fe que debe custodiar la Iglesia. En su encíclica «Pascendi Dominici Gregis» de 1907, el Papa denunció el modernismo como la «síntesis de todas las herejías» y advirtió sobre la urgencia de abordar este peligro teológico.
El Sodalitium Pianum: Un guardián de la Ortodoxia.
En respuesta a la amenaza del modernismo, San Pío X no solo denunció a los herejes sino que puso manos a la obra y fundó el Sodalitium Pianum, también conocido como La Sapinière. Este grupo de sacerdotes y laicos comprometidos tenía la misión de vigilar y denunciar posibles enseñanzas modernistas dentro de la Iglesia. Desempeñaban el papel de informantes al remitir comunicados detallados a la Santa Sede.
La encíclica «Pascendi Dominici Gregis» condenó no solo las ideas modernistas sino también las tácticas que empleaban para difundirse. «No es suficiente con condenar y repudiar estas proposiciones. Es necesario también rechazar a los que mantienen estas opiniones». Tal directriz del pontífice era puesta en práctica por el Sodalitium Pianum a lo largo y ancho de la cristiandad, ya que los modernistas desde siempre han usado la táctica de disfrazarse para no ser notados y poder infiltrar mejor sus errores en las almas.
El fin primordial de esta asociación era rastrear los pasos de esta quinta columna para asestar golpes en su contra con mayor eficacia y firmeza.
La condena firme de San Pío X: Encarnación de la defensa de la Fe.
Con la encíclica Pascendi, el Sumo Pontífice asestó un golpe mortal al modernismo, pero para asegurar su eficacia lo acompañó con el decreto «Lamentabili Sane» y el motu proprio «Sacrorum Antistitum», con el cual el juramento antimodernista era exigido a «todo el clero, pastores, confesores, predicadores, superiores religiosos y profesores de seminarios filosófico-teológicos» de la Iglesia Católica en el acto de dedicarse a enseñar y tomar cura de almas.
Detrás de los esfuerzos del Sodalitium Pianum y de San Pío X en la lucha contra el modernismo, se destacó la figura del Cardenal Rafael Merry del Val, quien sirvió como secretario de Estado del Vaticano. El cardenal desempeñó un papel crucial en la organización y coordinación de las acciones contra el modernismo.
El cardenal Merry del Val compartía la visión de San Pío X sobre la gravedad del modernismo. Fue él quien instó a la formación del Sodalitium Pianum como una red de informantes dentro de la Iglesia para identificar y abordar las corrientes modernistas.
Su influencia se extendió a través de la administración y organización de la respuesta papal. El cardenal Merry del Val contribuyó al diseño del «Sacrorum Antistitum» y trabajó en estrecha colaboración con los sodálites para garantizar la eficacia de sus acciones. La eficacia en la acción y la fidelidad a la Iglesia por parte del cardenal hicieron que San Pío X lo tuviese siempre como mano derecha en esta labor antiherética.
Toda esta labor tenía el único fin de mantener la unidad dentro de la Iglesia, pero la única posible, es decir, la unidad en la fe según lo expresó San Cipriano en su obra Sobre la Unidad de la Iglesia: «La Iglesia, en su unidad, no puede ser dividida ni separada, y cada obispo mantiene la plenitud de la Iglesia».
La magnitud del golpe.
La condena del modernismo por parte de San Pío X y el Sodalitium Pianum, respaldada por el cardenal Merry del Val, tuvo un impacto significativo en la Iglesia Católica. Se dio un claro mensaje de que la ortodoxia doctrinal era innegociable y se tomarían medidas enérgicas contra las desviaciones teológicas.
Aquellos hombres buscaron con ardor defender a la Iglesia que amaban con todo su corazón. Seguramente llevaban muy presente aquello que San Ireneo de Lyon escribió en su obra Adversus Hæreses: «La Iglesia, esparcida por el mundo entero, hasta los confines de la tierra, ha recibido de los apóstoles y de sus discípulos la fe». La fe es un regalo divino que se debe defender, no algo humano que se puede negociar.
El P. Umberto Benigni, uno de los colaboradores más cercanos de San Pío X y también del cardenal Merry del Val, expresó: «El Papa estaba lleno de amor por la verdad y una clara percepción de los peligros que amenazaban a la Iglesia. Actuó con una firmeza sin igual».
Realmente hierve la sangre al considerar que estos hombres empeñaron todas sus fuerzas en luchar contra los enemigos de la fe. No solo creían, vivían su fe, especialmente San Pío X; algunos biógrafos cuentan que en su lecho de muerte, el santo Papa expresó su preocupación continua por el modernismo y sus efectos duraderos en la Iglesia: «Veo al diablo en la distancia; está en la Iglesia», fueron algunas de sus palabras finales.
Mantengámonos firmes en la Fe.
En la encrucijada entre la fe y la modernidad, la batalla librada por San Pío X y el Sodalitium Pianum resuena como un llamado imperativo a preservar la pureza de nuestra fe católica. Al cerrar este relato histórico, es vital recordar las palabras del venerable Fray Luis de Granada, quien nos insta a encontrar en la fe la fortaleza para resistir los embates de las herejías:
«La fe es la virtud que nos arranca de la miseria presente y nos hace esperar los bienes futuros», nos dice Fray Luis. Es en la fe que encontramos el fundamento indestructible para mantenernos firmes ante los embates modernistas que amenazan con socavar la unidad misma de nuestra Santa Madre Iglesia.
Al igual que los sodálites guiados por la firmeza de San Pío X, somos llamados a ser centinelas vigilantes. En nuestra lucha contra las modernas corrientes, debemos recordar que la oscuridad no puede expulsar a la oscuridad; solo la luz puede hacerlo. La luz es nuestra fe, y es nuestra responsabilidad preservarla y defenderla con valentía.
Los modernistas, como verdaderos emisarios de nuestro enemigo, buscan socavar los fundamentos de la fe, pero no debemos desmayar, porque incluso en los momentos más oscuros, la esperanza y la fe son nuestras mayores aliadas.
En esta lucha espiritual, invocamos la valentía de los santos y la sabiduría de los Padres de la Iglesia. Que la firmeza de San Pío X y la luz de la fe sean nuestro guía. Mantengámonos firmes, católicos, en la defensa de la fe que nos fue legada, pues en ello reside nuestra verdadera fortaleza.
Que la fe ilumine nuestro camino y la valentía sostenga nuestro corazón en la defensa de la verdad católica. Enfrentemos las tinieblas con la luz de nuestra fe, y que la victoria sea siempre de Cristo y su Santa Iglesia.