El gozo de Ayunar con la Reina y Madre

El gozo de Ayunar con la Reina y Madre

4 de octubre de 2024 0 Por Gospa Chile

María nos ha invitado a vivir de pan y agua dos días a la semana…

«También hoy los llamo al ayuno y a la renuncia…»


El ayuno es una enseñanza bíblica, todos los profetas ayunaron y llamaron a los demás a la fe, la oración y el ayuno para recuperar la tranquilidad que haga posible el dscernimiento, la reflexión, la instropección y tomar decisiones que conduzcan a la paz cristiana.

Jesús mismo ayunó y con toda seguridad, según la tradición religiosa del resto de Israel de aquellos llamados «anawín» que esperaban y anhelaban la venida del Mesías, y claro está que la más fiel de los descendientes de David, que con los impulsos del cielo, crecía continuamente en abrazar con alegría la voluntad de Dios, aprovechando cada oportunidad que tenia de sacrificio y abnegación, por el advenimiento del Salvador, por lo tanto, María nuestra Madre, con una intensidad y fruto singular también ayunó.

El ayuno ha estado siempre presente en la Iglesia y todos los Santos tuvieron experiencias profundas con el ayuno. Éste ha sido continuamente asociado con la Eucaristía, y la Iglesia ha valorado y pedido maternalmente a los fieles, como disposición para recibir la Sagrada Comunión, un estricto ayuno para mayor provecho espiritual y también como un gesto de adoración, de modo que se disponga la totalidad de la persona, alma y cuerpo con todas sus facultades, en apertura y disposición plena para Dios. Antes, este ayuno era desde la noche anterior, despues se redujo a tres horas y finalmente a una. Sin embargo, muchas personas han olvidado no solo la hora de abstinencia, sino que también la preparación en silencio y oración para vivir y contemplar, por la acción del Espíritu Santo en la Sagrada Liturgia y en el Santo Sacrificio del altar, del Milagro de amor y la inmolación del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, en su milagrosa y real presencia en la Santa Eucaristía.

Al llamarnos María a ayunar, nutriéndonos únicamente de pan y agua los miércoles y viernes, quiere ayudarnos a superar nuestras tibiezas, a vender los apegos de nuestros sentidos físicos a las novedades superficiales y disipar las distracciones de la mente y el corazón a los afanes temporales. Quiere que por este pequeño sacrificio del ayuno nuestra alma, con los impulsos de la gracia, pueda no solo crecer en la fuerza de voluntad para gobernar las tormentas de los corazones, muchas veces alterados, heridos y desenfocados por el pecado, sino que tambien nos dispongamos desde el interior a conocer, amar y respirar según las potencialidades de la gracia, iluminándose cada vez nuestros razonamientos con el resplandor de la fe, descansando confiadamente en la certeza de la esperanza y en el amor del Corazón de Cristo que nos sustenta en la Sagrada Eucaristía.

Por eso es que en el contexto de una vida espiritual seria, contruida por una oración con el corazón, el ayuno no se da como una experiencia dramática, tensional y desesperante, sino que se asoma como una disposición interior necesaria respuesta de una Epifanía del amor de Dios, por medio de la cercanía de la Reina de la Paz, que con su amor maternal se hace un Tabor donde se escucha la voz del Padre que nos da a conocer su complacencia en la fidelidad del Corazón de su Hijo. Nuestra alma, iluminada y cautivada por lo que ve y escucha, en este lenguaje celestial, quiere acampar en la gloria de Dios y vivir solo de Él, sin nada más, aunque sea por unas horas. El ayuno es la respuesta de aquel que esta ya saciado por tanta misericordia del Señor, y en ese monte inmaculado de la oración del Corazón de María, se queda dialogando con el Señor, que lo sana, restaura y nutre.

Contemplemos el Mensaje de la Reina de la Paz:

Mensaje, 25 de marzo de 1998

“¡Queridos hijos! También hoy los llamo al ayuno y a la renuncia. Hijitos, renuncien a lo que les impide estar cerca de Jesús. De manera especial los llamo: Oren, ya que únicamente con la oración podrán vencer vuestra voluntad y descubrir la voluntad de Dios aun en las cosas más pequeñas. Con vuestra vida cotidiana, hijitos, ustedes llegarán a ser ejemplo y testimoniarán si viven para Jesús o en contra de El y de Su voluntad. Hijitos, deseo que lleguen a ser apóstoles del amor. Amando, hijitos, se reconocerá que son míos. Gracias por haber respondido a mi llamado!”


Atentamente Padre Patricio Romero