
Humildad, sabiduría y retorno al Padre
El mensaje de la Reina de la Paz nos invita a seguir con confianza los caminos que su amor maternal nos indica…
Por Christian Sabatini
Nuestra Señora se presenta como una Madre amorosa que desea ayudarnos a poner a Jesús en primer lugar en nuestras vidas. Nos habla con ternura, pero con firmeza, señalando los peligros de la oscuridad y el engaño, y la necesidad de elegir la luz, la misericordia y la paz que solo vienen de Dios. Nos recuerda nuestra identidad más profunda: somos hijos de Dios. Un mensaje lleno de esperanza y una guía concreta para nuestra vida espiritual.
Mensaje del 18 de marzo de 2014
¡Queridos hijos! Como Madre, deseo ayudarlos. Con mi amor maternal, deseo ayudarlos a abrir sus corazones para que pongan a mi Hijo en primer lugar en ellos. Deseo que, a través de su amor por mi Hijo y de su oración, la luz de Dios los ilumine y los llene de su misericordia. Deseo que así se alejen la oscuridad y la sombra de muerte que buscan rodearlos y seducirlos. Deseo que sientan la alegría de la bendición de la promesa de Dios. Ustedes, hijos de los hombres, son hijos de Dios, son mis hijos. Por lo tanto, hijos míos, caminen por los senderos por los que mi amor los guía, les enseña humildad y sabiduría, y les encuentra el camino hacia el Padre Celestial. Oren conmigo por quienes no me aceptan ni me siguen, por quienes, por la dureza de su corazón, no pueden sentir la alegría de la humildad, la devoción, la paz y el amor: la alegría de mi Hijo. Oren para que sus pastores, con sus manos benditas, les den siempre la alegría de la bendición de Dios. Gracias.
Pon a mi hijo primero
«Con mi amor maternal quiero ayudarte». ¡Cuántas veces en la vida necesitamos una mano que nos levante, una voz que nos anime! María, como verdadera Madre, está presente y activa, no distante ni pasiva . Su mayor deseo es que pongamos a Jesús en primer lugar . Ahí es donde todo comienza: desde la centralidad de Cristo en nuestros corazones.
Cuando Jesús está en el centro, nuestra oración cobra vida y la luz de Dios nos ilumina, nos guía y nos protege . Nuestra Señora nos advierte de las tinieblas y sombras de muerte que buscan rodearnos y seducirnos. No son palabras figurativas: hoy más que nunca, vivimos en una época en la que el engaño espiritual, el relativismo y la frialdad de corazón buscan sofocar la verdad, la humildad y la alegría cristiana.
María nos recuerda quiénes somos: no solo «hijos del hombre «, sino hijos de Dios, sus hijos. Esta consciencia nos da fuerza y dignidad, y nos anima a recorrer los caminos que nos llevan al Padre . Esos caminos, nos dice, son la humildad, la sabiduría y el amor.
El mensaje concluye con una poderosa invitación a orar por quienes no la siguen, no la aceptan y viven con el corazón endurecido. Es un llamado a la compasión, no al juicio. Finalmente, María nos pide que oremos por nuestros pastores, para que transmitan la alegría de la bendición de Dios. Es un mensaje de unidad, intercesión y confianza en el poder de la oración sincera .
Examen
¿Es mi Hijo realmente el primero en tu vida?
¿Cómo reacciono ante la dureza de corazón de los demás? ¿Con oración o con juicio?
¿Rezo por mis sacerdotes? ¿Los apoyo espiritualmente?
Oración
María, Madre mía, tú que deseas ayudarme con amor, guíame para que mi corazón ponga a tu Hijo en primer lugar. Ilumina mi oscuridad con la luz de la misericordia de Dios, aleja toda sombra de muerte, todo engaño del mal. Ayúdame a caminar con humildad, sabiduría y amor por el camino que conduce al Padre. Ayúdame a reconocer mi verdadera identidad: soy hijo de Dios, soy hijo tuyo. Te confío a quienes no te aceptan, cuyos corazones están cerrados a la paz y al amor, y ruego por nuestros pastores: concédenos siempre, a través de ellos, la bendición de Dios. Amén.