
No lleven nada, Miércoles XXV
«Te rogamos que nuestros corazones se abran a la resurrección que Tú, oh Jesús, nos ofreces por medio de Tu Resurrección.” (Mensaje, 18 de Marzo 2012)
Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Santo Evangelio
Evangelio según san Lucas 9, 1-6
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para sanar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: “No lleven nada para el camino, ni bastón, ni provisiones, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”.
Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y sanando enfermos en todas partes.
Meditación:
(Iluminados por la Patrística, los Santos y el Magisterio, buscamos profundizar el misterio del Señor y reconocer sus mociones en nuestra alma)
Primer Punto: Convenía que los que habían sido constituidos en ministros de las sagradas doctrinas pudiesen hacer milagros para que por ellos se conociese que eran ministros de Dios. Por ello dice: «Y llamando a los doce Apóstoles, les dio virtud y potestad sobre todos los demonios», etc. Con lo que desarmó la alta arrogancia del diablo, que decía alguna vez: «No hay quien pueda contrariarme» (Is 50,8). Observa aquí que el divino poder del Hijo es superior a la naturaleza humana. Los santos tenían facultad para hacer milagros, no por su naturaleza, sino por la virtud del Espíritu Santo. Además, no podían conceder a otros este poder, porque ¿cómo una naturaleza creada podría tener dominio sobre los dones del Espíritu? Pero nuestro Señor Jesucristo, como es Dios por naturaleza, concede esta gracia a quien quiere, no invocando sobre ellos la virtud ajena, sino infundiendo la de su propio tesoro. (San Cirilo)
Segundo Punto: El Señor no quiso que sus discípulos poseyesen, ni llevasen cosa alguna de éstas. No porque no sean necesarias para el sostenimiento de la vida, sino que los enviaba así para demostrar que estas cosas debían serles suministradas por aquellos a quienes anunciasen el Evangelio. Y así seguros, no se cuidasen de poseer, ni de llevar lo necesario a esta vida, ni mucho ni poco. Por eso dijo, según San Marcos: «Sino un bastón» ( Mc 6,8), manifestando así que los fieles debían proveer a sus ministros de todo lo necesario, pero no de lo superfluo. Con el emblema de la vara significó esta potestad, cuando dijo: «Nada toméis, en el camino, sino un báculo tan sólo». (San Agustín)
Tercer Punto: Dice que es impropio de un predicador del reino de los cielos el corretear por las casas y cambiar los derechos inviolables del hospedaje. Mas para que se sepa que les es debido el hospedaje, les dice también que, si no son recibidos, sacudan el polvo y salgan de la ciudad, cuando prosigue: «Y por los que no os recibieren, salid de su ciudad, y sacudid también el polvo de vuestros pies», etc. Enseña también que no es poca remuneración de la buena hospitalidad el que no sólo demos la paz a los huéspedes, sino que si los oprimen algunos pecados, efecto de su veleidad, queden libres de ellos, en atención a que albergaron a los predicadores apostólicos. (San Ambrosio)
Mensaje
“¡Queridos hijos! Vengo entre ustedes porque deseo ser su Madre, su intercesora. Deseo ser un vínculo entre ustedes y el Padre celestial, su mediadora. Deseo tomarlos de las manos y caminar con ustedes en la lucha contra el espíritu impuro. Hijos míos: conságrense totalmente a mí. Yo tomaré sus vidas en mis manos maternas y les enseñaré la paz y el amor, y entonces las entregaré a Mi Hijo. A ustedes les pido que oren y ayunen, porque solamente así sabrán testimoniar, de manera correcta, a mi Hijo por medio de mi Corazón materno. Oren por sus pastores, para que unidos en mi Hijo puedan siempre, anunciar alegremente, la Palabra de Dios. Les agradezco.” (Mensaje, 18 de Marzo 2012)
Coloquio
(Luego de considerar las lecturas y el Evangelio, somos invitados a un dialogo espiritual, con el corazón, con el Señor y su Madre Santísima)
Danos la fortaleza para que, a través de nuestra vida, lleguemos a ser apóstoles del amor. Perdónanos por todo lo que no es amor en nosotros. Te pedimos a nombre de todos los bautizados y de todos los que se llaman cristianos que podamos decidirnos por el amor y la paz. Te rogamos que nuestros corazones se abran a la resurrección que Tú, oh Jesús, nos ofreces por medio de Tu Resurrección. María, contigo le pedimos al Señor que nos bendiga a todos, a todos los peregrinos y al mundo entero, a fin de que este año del Espíritu Santo seamos iluminados y que por T u intercesión encontremos el camino al Señor. Por Cristo Nuestro Señor, ¡una feliz Pascua de Resurrección! Amén. (Fr. Slavko Barbaric, Medjugorje, Marzo 27 de 1998)
Comunión Espiritual
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)