
¡Ay de ti, Betsaida!. Viernes XXVI
«Yo los bendigo a cada uno con mi bendición maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado!” (Mensaje, 25 de mayo de 2007)
Evangelio Diario y Meditación
Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Santo Evangelio
Evangelio según San Lucas 10, 13-16
Jesús dijo:
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes me rechaza a mí; y el que me rechaza rechaza a Aquél que me envió.
Meditación Patrística:
San Jerónimo
Cualquier lector curioso podrá preguntar si Tiro y Sidón y Sodoma pudieron hacer penitencia a la vista de la predicación del Salvador y de sus milagros, no hay en ellos culpa en no haber creído, sino que la culpa recae sobre aquellos que no les quisieron predicar en el momento en que estaban dispuestos para hacer penitencia. La respuesta es fácil y consiste en que nosotros ignoramos los misterios de las disposiciones de la Providencia. Tenía el Señor el propósito de no salir de los límites de Judea, a fin de no dar a los fariseos y a los sacerdotes pretexto alguno plausible para la persecución. Por eso manda a los Apóstoles «que no vayan por los caminos de los gentiles» (Mt 10,5). Y Corozaín y Bethsaida son condenadas porque no quisieron creer, estando presente el Señor y Tiro y Sidón son justificadas porque en su momento creyeron a los discípulos del Señor. No me preguntéis por el momento, si veis que todos los que creyeron alcanzaron la salvación.
Reflexión: Viviendo en la superficialidad nos hacemos ciegos e impermeables no solo para las luces y mociones que nos regala el Espíritu Santo, sino que también para reconocer el bien y la verdad que derrama la Divina Providencia en nuestra vida cotidiana. Con tanta frecuencia nuestra soberbia y susceptibilidad nos lleva a engañarnos en nuestros juicios prematuros y abandonar nuestras convicciones, responsabilidades y verdaderos tesoros que la Misericordia de Dios nos ha otorgado. Quedamos con la percepción de un “protagonismo” en medio de las circunstancias, pero no observamos que nos quedamos solos. Rodeados quizás de los siervos del oportunismo, pero habiéndonos apartados de quienes ejercen verdadera y desinteresada caridad en nuestra vida y del mismo Señor reinando y gobernado nuestro corazón.
Todas nuestras acciones y omisiones tienen una consecuencia y, algunas, muy graves, como la condenación eterna.
Pequeños gestos tienen gigantes resultados para bien y para mal. Cada día es una oportunidad para que la gracia de Dios ejerza su primacía en nuestra vida, siendo inundados del fuego de Dios. Cada día puede ser igual una jornada de erosión y destrucción de la obra de Dios en nuestras almas, por el descuido y superficialidad de nuestros juicios, obras y palabras. Así como un pescador, hay que aprender en el ahora a nadar paulatinamente, ya que el bote se puede hundir, por la madera podrida, cuando menos se espera.
Mensaje
“¡Queridos hijos! Oren conmigo al Espíritu Santo para que, en el camino de vuestra santidad, los conduzca en la búsqueda de la voluntad de Dios. Y ustedes que están lejos de la oración, conviértanse y busquen en el silencio de su corazón, la salvación de su alma; y aliméntenla con la oración. Yo los bendigo a cada uno con mi bendición maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado!” (Mensaje, 25 de mayo de 2007)
Coloquio
Dios, Padre nuestro, en nombre de Tu Hijo Jesús, junto con María, Tu humilde sierva, la Reina de la Paz, queremos darte gracias por el amor que nos tienes. Queremos, sin embargo, pedirte ahora que el Espíritu Santo ilumine nuestro corazón, a fin de que podamos responder al llamado de María Santísima a la oración y que, en la oración, podamos abrirnos a Ti. Danos la gracia de poder reconocer de manera especial Tu amor por nosotros a través de las apariciones de María. Que a lo largo de toda nuestra vida podamos responder a Tu amor por nosotros. (Fra. Slavko , Enero 29, 1999).
Comunión Espiritual:
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)