BENDITA TU ENTRE LAS MUJERES
Sobre la Salutación Angelical del Arcángel a María Santísima
Por Santo Tomas de Aquino. 2 Parte
BENDITA PUES LA HUMANIDAD POR EL PECADO NO LO ESTÁ
Tres maldiciones se dieron a los hombres por el pecado.
La primera se dio a la mujer, a saber: que concebiría con corrupción, que llevaría (lo concebido) con molestias; y (lo) daría a luz con dolor. Mas de esta (maldición) fue inmune la Bienaventurada Virgen, pues concibió al Salvador sin corrupción, lo llevó con solaz, y lo dio a luz conalegría. Isaías 35,2 dice: Fructificará copiosamente, y se regocijará llena de alborozo, y entonará himnos.
La segunda maldición se dio al hombre, a saber, que con sudor comería su pan. De ésta (también) estuvo inmune la Bienaventurada Virgen, porque, como dice el Apóstol en 1 Cor (7,34), las vírgenes están libres de las preocupaciones de este mundo y se dedican sólo a Dios.
La tercera (maldición) fue común para varones y mujeres, a saber: que volverían al polvo. Y de ésta (también) estuvo inmune la Bienaventurada Virgen, ya que fue asunta al cielo en cuerpo (y alma). Pues creemos que después de su muerte fue resucitada y llevada al cielo. En el Salmo 131,8 se dice: Levántate, Señor, (y ven) a tu mansión: tú y el arca de tu santificación.
BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES
Así pues, estuvo inmune de toda maldición y, por consiguiente, «(fue) bendita entre (todas) las mujeres», porque ella sola puso bajo sus pies la maldición, portó la bendición y abrió la puerta del paraíso. Y por eso le conviene (también) el nombre de María, que se interpreta (así mismo) «estrella del mar»; porque así como los navegantes se dirigen al puerto por la estrella del mar, así también los cristianos por María se dirigen a la gloria.
BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE
El pecador a veces busca en alguna cosa lo que no puede conseguir; pero lo consigue el justo. Prov 13,22 dice: La hacienda del pecador está reservada para el justo. Así Eva buscó el fruto y en él no encontró todo lo que deseaba; mas la Bienaventurada Virgen encontró en su fruto todo lo que deseó.
Pues Eva en su fruto deseó tres cosas.
La primera: Lo que falsamente le prometió el diablo, a saber: que serían como dioses, conocedores del bien y del mal: Seréis –dijo aquel mentiroso– como dioses, según se dice en Gén 3,5. Y mintió, porque es mentiroso y el padre de la mentira. Pues Eva por la comida de aquel fruto no vino a ser semejante a Dios, sino desemejante: pues, pecando, se apartó de Dios, su salvador, por lo cual también fue expulsada del paraíso. Pero esto lo encontró la Bienaventurada Virgen y todos los cristianos en el fruto de su vientre: ya que por Cristo nos unimos y asemejamos a Dios. En la 1 de Jn (3,2) se dice: Cuando aparezca, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
La segunda: Eva en su fruto deseó el deleite, porque (parecía) bueno para comer. Pero no lo encontró, porque enseguida se conoció desnuda, y tuvo dolor. Mas en el fruto de la Virgen encontramos la suavidad y la salvación. Jn 6,55 dice: El que come mi carne tiene vida eterna.
La tercera: El fruto de Eva era bello de aspecto; pero es más bello el de la Virgen, en el cual desean contemplar los ángeles. El Salmo 44,3 dice: Bello es su aspecto, más que el de los hijos de los hombres: y esto es porque es esplendor de la gloria del Padre.
No pudo, pues, Eva encontrar en su fruto lo que tampoco puede encontrar ningún pecador en los pecados. Por eso busquemos las cosas que deseemos en el fruto de la Virgen.
Este fruto es bendito de Dios, porque de tal manera lo colmó (Dios) de toda gracia que llegó hasta nosotros, manifestándole (por ello) reverencia. Ef 1,3 dice: Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda (clase de) bendición en Cristo. (Se la manifiestan) los ángeles, pues (en) el Ap 7,12 dicen: La bendición y la claridad y la sabiduría y la acción de gracias, el honor y la virtud y la fortaleza (sean dadas) a nuestro Dios; y se la manifiestan los hombres: el Apóstol (en) Flp 2,11 dice: Toda lengua confiese que Jesucristo está en la gloria del Padre; y en el Salmo 117,26 se dice: Bendito el que viene en nombre del Señor.
Así, pues, es bendita la Virgen; pero más bendito todavía es su fruto.