DIOS TE SALVE, MARÍA, LLENA DE GRACIA, EL SEÑOR ES CONTIGO

DIOS TE SALVE, MARÍA, LLENA DE GRACIA, EL SEÑOR ES CONTIGO

3 de septiembre de 2024 0 Por Padre Patricio

SIGNIFICADO

Que un ángel reverenciase a un hombre no se oyó nunca

Pero resulto que María en virtud excediese a los ángeles y por eso quiso reverenciarla el ángel. De ahí que dijera: «Dios te salve».

Por Santo Tomás de Aquino


En cuanto a lo primero, es digno de considerarse que antiguamente era cosa muy grande el que los ángeles se aparecieran a los hombres; o que los hombres los reverenciasen, (cosa que) se tenía por un honor máximo. Por donde en honor de Abrahán se dice (en la S. Escritura) que recibió como huéspedes a los ángeles y que los reverenció.

Mas que un ángel reverenciase a un hombre no se oyó nunca, a no ser después que (el ángel) saludó a la Bienaventurada Virgen, diciéndole reverentemente: «Dios te salve». Mas la razón de que antiguamente no reverenciase el ángel al hombre, sino el hombre al ángel, es que el ángel era superior al hombre; y esto en cuanto a tres cosas:

Primera, en cuanto a la dignidad: la razón es que el ángel es de naturaleza espiritual. El Salmo 103,4 dice: El que hace espíritus a sus ángeles; mas el hombre es de naturaleza corruptible; por donde decía Abrahán (Gén 18,27): Hablaré a mi Señor, aun cuando sea polvo y ceniza. No era, pues, decoroso que una criatura espiritual e incorruptible reverenciase a una corruptible, esto es al hombre.

La segunda es en cuanto a su familiaridad con Dios. Pues el ángel es familiar de Dios, como asistente (suyo). Dan 7,10 dice: Millares de millares le servían, y miríadas de miríadas le asistían. Mas el hombre es como un extraño y alejado de Dios por el pecado. El Salmo 54,8 dice: Me alejé huyendo. Por consiguiente es conveniente que el hombre reverencie al ángel, en cuanto que (éste) es cercano y familiar del rey.

La tercera es que (el ángel) tenía la preeminencia por la plenitud del esplendor de la gracia divina, pues los ángeles participan de la luz divina misma en la plenitud suma. Job 25,3 dice: ¿Acaso tiene número su milicia, sobre la cual no surgirá su luz? Y por eso siempre se aparecen con luz. Mas los hombres, aunque participen algo de la misma luz de la gracia, sin embargo es poco, y con cierta oscuridad.

No convenía, pues, que (el ángel) reverenciase al hombre hasta que en la naturaleza humana se encontrase alguien que excediese a los ángeles en estas tres cosas. Y ésta fue la Bienaventurada Virgen. Y por eso, para manifestar que (ella) le superaba en las tres, quiso reverenciarla el ángel. De ahí que dijera: «Dios te salve».

Por donde se ve que la Bienaventurada Virgen excedió a los ángeles en estas tres cosas.

a) En primer lugar, en la plenitud de la gracia, la cual es mayor en la Bienaventurada Virgen que en cualquier ángel; y por eso, para insinuar esto, el ángel le mostró reverencia, diciendo: «Llena de gracia», como si dijese: Por esto te reverencio, porque me superas en la plenitud de la gracia.

Y la Bienaventurada Virgen se dice «llena de gracia» en tres sentidos:

Primero, en cuanto al alma, en la que tuvo toda la plenitud de la gracia. Pues la gracia de Dios se da para dos fines: para obrar el bien y para evitar el mal, y en cuanto a estas dos cosas la Bienaventurada Virgen tuvo una gracia perfectísima. Pues ella evitó todo pecado más que santo alguno después de Cristo. Pues el pecado o es el original, y de éste fue purificada en el seno materno; o es el mortal; o el venial; y de éstos estuvo libre. Por donde en el Cant 4,7 se dice: Toda hermosa eres, amiga mía, y en ti no hay mancha alguna. (San) Agustín escribe en el libro De Natura et Gratia: Exceptuando […] a esta Virgen, si pudiésemos reunir a todos los santos y santas cuando vivían sobre la tierra y preguntarles si estaban exentos de todo pecado, todos responderían a una voz: Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad está ausente de nosotros. Exceptuando, pues, a la santa Virgen María, acerca de la cual, por el honor debido a Nuestro Señor, cuando se trata de pecados, no quiero mover absolutamente ninguna cuestión, porque sabemos que a ella le fue conferida más gracia para vencer por todos sus flancos al pecado, pues mereció concebir y dar a luz al que nos consta que no tuvo pecado alguno.

Pero Cristo sobrepuja a la Bienaventurada Virgen en que fue concebido y nació sin el pecado original. Mas la Bienaventurada Virgen fue concebida en pecado original; pero no nació (con él). Ella también practicó todas las virtudes, mientras otros santos sólo algunas: pues uno fue humilde, otro casto, otro misericordioso; y por eso se ponen como ejemplo de virtudes especiales, como S. Nicolás cual ejemplo de misericordia, etc.. Mas la Bienaventurada Virgen (se pone) como ejemplo de todas las virtudes: pues en ella encuentras un ejemplo de humildad; en Lc 1,3 dice: He aquí la esclava del Señor; y más adelante (en el v.48): Miró la humildad de su sierva; de castidad: pues no conozco varón (v.34); y de todas las virtudes, como es claro. Así pues, la Bienaventurada Virgen está llena de gracia ya en cuanto a practicar el bien, ya en cuanto a evitar el mal.

En segundo sentido, estuvo llena de gracia en cuanto a su redundancia del alma en la carne o el cuerpo. Pues es grande en los santos tener tanta gracia que santifique el alma; mas el alma de la Bienaventurada Virgen estuvo llena de tal manera que de ella redundó la gracia en su carne, de modo que concibiese al Hijo de Dios mediante ella (su carne). Y por eso dice Hugo de San Víctor: Puesto que en su corazón ardía especialmente el amor del Espíritu Santo, por eso en su carne hacía maravillas, en cuanto que de Ella habría de nacer el Dios y hombre. En Lc 1,35 se dice: Pues el Santo, que nacerá de ti, se llamará Hijo de Dios.

En tercer sentido, en cuanto a su redundancia respecto de los hombres. Pues es grande en cualquier santo el tener tanta gracia que baste para la salvación de muchos; pero si (alguno) tuviese tanta que fuera suficiente para la salvación de todos los hombres del mundo, esto sería lo máximo: esto es lo que ocurre en Cristo y en la Bienaventurada Virgen. Pues en todo peligro puedes lograr la salvación por la misma gloriosa Virgen. Por donde en el Cant 4,4 se dice: Mil escudos –esto es: remedios contra los peligros– penden de ella. E igualmente en toda práctica de la virtud la puedes tener como auxilio; y por eso dice ella misma: En mí (hay) toda esperanza de vida y de virtud (Eclo 14,15).

Así pues, está llena de gracia y excede a los ángeles en la plenitud de la gracia; y por esto se la llama convenientemente María, (nombre) que se interpreta «iluminada en sí (misma)». Por donde en Is 58,11 se dice: Llenará de esplendores tu alma; y (se interpreta también) «iluminadora de los otros», en cuanto al mundo entero; y por eso se asemeja al sol y a la luna.

b) En segundo lugar, excede a los ángeles en cuanto a la familiaridad divina. Y refiriéndose a esto el ángel dijo: «El Señor es contigo». Como si dijera: Por esto te reverencio, porque tú eres más familiar con Dios que yo, pues «el Señor está contigo». «El Señor» denota al Padre con el Hijo mismo (de ambos), cosa que ningún ángel ni criatura alguna tuvo. Lc 1,35 dice: Pues el Santo, que nacerá de ti, será llamado Hijo de Dios. El Hijo Señor en el vientre: Is 12,6 dice: Alégrate y alaba, habitación de Sión, porque es grande el que está en medio de ti, el Santo de Israel. Por consiguiente, está de distinta manera con la Bienaventurada Virgen que con el ángel, pues con ella está como Hijo y con el ángel como Señor. Y está el Espíritu Santo como en (su) templo; por donde se dice (de ella en la Liturgia): Templo del Señor, sagrario del Espíritu Santo, ya que concibió por (obra del) Espíritu Santo: Lc 1,35 dice: El Espíritu Santo vendrá sobre ti.

Así pues, la Bienaventurada Virgen es más familiar para con Dios que el ángel, pues está con ella el Padre Señor, el Hijo Señor y el Espíritu Santo Señor; es decir: toda la Trinidad. Y por eso se canta, refiriéndose a ella: Noble triclinio de toda la Trinidad.

Esta frase «el Señor es contigo» es la más grande que se pueda decir a uno. Con razón, pues, el ángel reverencia a la Bienaventurada Virgen, porque (siendo) Madre del Señor, por eso también es Señora. Por lo cual le conviene este nombre, María, que en siriaco significa Señora.

c) En tercer lugar, excede a los ángeles en cuanto a la pureza: porque la Bienaventurada Virgen no sólo era pura en sí misma; sino que procuró la pureza a otros. Pues ella misma fue purísima tanto en cuanto a la culpa, ya que no incurrió ni en pecado mortal ni en venial; y lo mismo en cuanto a la pena.