
El Padre ha dado testimonio de mí. Jueves IV Cuaresma
«Aspiren al Cielo y a la santidad. Gracias por haber respondido a mi llamado!” (Mensaje, 25 de Julio de 1987)
Santo Evangelio
Evangelio según San Juan 5,31-47.
Jesús dijo a los judíos:
Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.
Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
Mi gloria no viene de los hombres.
Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.
He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir.
¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.
Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí.
Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?».
+Meditación:
Primer Punto: El Dios Unigénito no sólo da testimonio del nombre, sino que enseña también por el testimonio del poder que es el Hijo de Dios. Porque las obras que practica atestiguan que ha sido enviado por el Padre, y así la obediencia del Hijo y la autoridad del Padre se conocen perfectamente en el que ha sido enviado. Pero como las obras no son de suficiente testimonio para los incrédulos, prosigue: «Y el Padre que me envió dio testimonio de mí». Registrad los Evangelios y examinad todas sus obras. No hay otro testimonio del Padre respecto del Hijo en los sagrados libros, sino aquél en que manifiesta que Este es su Hijo. ¿Por qué se trata ahora de mentir, diciendo que sólo hay adopción de nombre, para decir que Dios miente y que ha inventado nombres vanos? (San Hilario)
Segundo Punto: Místicamente, la abominación de la desolación es la venida del Anticristo, porque manchará el interior de las almas con infaustos sacrilegios, sentándose en el templo, según la historia, para usurpar el solio de la divina majestad. Esta es la interpretación espiritual de este pasaje; deseará confirmar en las almas la huella de su perfidia, tratando de hacer ver por las Escrituras que él es Cristo. Entonces se aproximará la desolación, porque muchos desistirán cansados de la verdadera religión. Entonces será el día del Señor, porque como su primera venida fue para redimir los pecados, la segunda será para castigarlos, a fin de que no incurra la mayor parte en el error de la perfidia. Hay otro Anticristo, que es el diablo, el cual trata de sitiar a Jerusalén (esto es, al alma pacífica), con la fuerza de su ley. Así, pues, cuando el diablo se halla en medio del templo, es la abominación de la desolación. Pero cuando brilla en nuestros trabajos la presencia espiritual de Cristo, huye el enemigo y empieza a reinar la justicia. El tercer Anticristo es Arrio y Sabelio y todos los que nos seducen con mala intención. Tales (los que desistan cansados de la verdadera religión) son las embarazadas, de quienes se dijo: ¡ay de ellas! las cuales prolongan la ruina de su carne y disminuyen la velocidad de su marcha en lo íntimo de sus almas, de modo que son incapaces para la virtud y fértiles para los vicios. (San Ambrosio)
Tercer Punto: Si el Señor ha de aparecer en el juicio como un rayo, nadie podrá ocultarse ni aun en conciencia, porque el resplandor del juez lo penetrará todo. Puede también referirse esta contestación del Salvador a la venida con la que todos los días se presenta en su Iglesia. Y como los herejes habían de perturbar muchas veces la Iglesia entre tanto, diciendo que su doctrina era la verdadera fe de Jesucristo, han deseado los fieles de aquel tiempo que el Señor volviese a la tierra por un día -si pudiera ser- y declarase por sí mismo cuál era la verdadera fe. «Y no le veréis», dijo, porque no necesita el Señor venir otra vez en cuerpo visible para manifestar espiritualmente con la verdad del Evangelio lo que ya hizo una vez extendiéndolo y difundiéndolo por todo el mundo. (San Beda)
+ Mensaje
“¡Queridos hijos! Hoy quisiera envolverlos con mi manto y guiarlos por el camino de la santidad. Yo los amo y por eso deseo que ustedes sean santos. No quiero que Satanás los obstaculice en este camino. Queridos hijos, oren y acepten todo lo que Dios les presenta en este camino, que es doloroso. Pero a quien comience a recorrerlo, Dios le revelará toda la dulzura de modo que pueda responder a cada llamado Suyo. No den importancia a las pequeñas cosas sino que aspiren al Cielo y a la santidad. Gracias por haber respondido a mi llamado!” (Mensaje, 25 de Julio de 1987)
+ Coloquio
Dios, Padre nuestro, gracias porque Tú eres nuestro Padre y porque nos has llamado a ser Tus hijos. Gracias porque nos has revelado Tu amor por medio de Jesucristo, Tu Hijo, que se hizo hombre. Te alabamos por la misericordia que nos has mostrado en El. Te damos gracias porque nos has prometido enviarnos a Tu Espíritu Santo y especialmente por habernos enviado a María para que pueda guiarnos en este tiempo de gracia. Te pedimos, oh Dios, Padre nuestro, que abras nuestros corazones y nos liberes de todo lo que nos cierra a Ti. Danos la gracia de regocijarnos con Tu Palabra. Danos la gracia de poder entenderla y aceptar Tu voluntad sin miedo. (Fray Slavko Barbaric, 27 de Noviembre 1997)
- Comunión Espiritual:
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)