El Párroco de Medjugorje agradecido por la Aprobación de la Iglesia
En el rito penitencial del de la Misa Vespertina y durante la Homilía, del 19 de Septiembre, fray Zvonimir Pavičić, párroco de Medjugorje, con inspiradas palabras, expresó e interpeló el gozo de los devotos de la Reina de la Paz.
“Hoy nosotros también estamos especialmente agradecidos con Dios por esta maravillosa noticia del Vaticano, estamos agradecidos con el Papa Francisco por tener este pequeño lugar de gran fe en su corazón. Estamos agradecidos a Dios porque siempre de nuevo nos llama a su presencia y nos alimenta con su palabra y con el cuerpo de Cristo, estamos agradecidos a la Madre de Dios, la Reina de la Paz, que inició todo esto y lo guía todo. También estamos agradecidos por aquellos que estuvieron antes que nosotros, que soportaron todo el peso y la belleza de estos eventos, y ahora celebran la Eucaristía con nosotros en el Cielo. Es precisamente la Eucaristía la que nos conecta. Estamos agradecidos por cada peregrino, por cada testimonio de fe, esperanza y amor. Y finalmente, estamos agradecidos de que Dios siempre, pero siempre, nos muestra su misericordia”.
“Dijimos que esta mujer era una pecadora en la ciudad. Todos conocían sus pecados. Cualquiera podía darle lecciones, avergonzarla, apartarla, escupirla, rechazarla… Pero no Jesús. Él no rechaza. Él ama. Él perdona. Él nos llama a la vida. Él no quiere la muerte de un pecador, sino que se arrepienta y se salve. Y en medio de las manos que la abofeteaban, de repente sintió una mano que la levantaba, ayudándola a levantarse del fango del pecado. Sintió un corazón que la amaba, le perdonaba sus pecados y le daba la vida. Ella no ve a Jesús, pero ve al Esposo, ve a aquel a quien su alma ama, porque él la ha rescatado de la muerte y le ha dado el sentido y la vida. Y no existe nadie más que Él para ella. Ella solo ve a Jesús, su Salvador. Y quiere aprovechar cada momento y todo lo que tiene para mostrarle su gratitud, para devolverle su amor. Ella no tiene mucho, pero tiene lo que Él le dio. Tiene lágrimas con las que le lava los pies. Lágrimas que brotaron tantas veces por el dolor del alma y la desesperación. Tiene su cabellera con la que seca sus pies. La cabellera con la que seducía a los demás y que era su adorno, pero ahora descubre que la verdadera belleza está en servir a Jesús. Tiene algo de ungüento fragante que ya no le sirve para resaltarse a ella misma, sino a Aquel en quien todo tiene vida. Ella da todo lo que tiene a Jesús, porque es consciente de que Jesús le dio todo”.
“¡Oh, cuántos se sintieron aquí como esta mujer! ¡Cuántas personas han venido a Medjugorje a lo largo de todos estos años con el peso del pecado! ¡Y cuántos de ellos se han postrado ante el Señor con sus lágrimas en el sacramento de la confesión, en la Eucaristía, en la adoración, en el rezo del rosario, en el ayuno! ¡Cuántos han aprendido a amar aquí! No a maldecir, no a destruir, no a odiar, sino a amar y perdonar. Porque el que mucho ama, perdona mucho. Tantas hermosas historias de vida en este pequeño lugar, el lugar de la Virgen. Y es precisamente la Virgen la que nos ha enseñado a lo largo de todos estos años a amar, a imitar a su Hijo. A ser aquellos que llevaran la Buena Nueva a este mundo. Ella, que no necesitó ser perdonada, porque estaba llena de gracia y llena de amor, sabe que solo con Dios tiene sentido la vida. Y es por eso que trata de acercarnos a todos a Dios. Nos llama a la oración, al ayuno, a la lectura de las Sagradas Escrituras, a la Eucaristía, a la confesión. Todo esto es lo que nos acerca a Jesús y nos hace sentir esta bienaventuranza de su presencia. Como lo había sentido esta mujer. Aunque todos a su alrededor eran negativos con ella, ella está en paz, porque su paz viene del Señor. De la misma manera, cada uno que viene a este lugar santo encuentra la paz, si encuentra al Señor en la oración y en los sacramentos”, dijo fray Zvonimir refiriéndose a lo que la Virgen nos enseña y nos anima en Medjugorje: “Oren, oren, oren…”
“Hoy, cuando nuestros corazones están especialmente alegres por las noticias positivas desde el corazón de la Iglesia, queremos responder aún más fuertemente a la llamada de la Madre y seguir: orando, orando, orando. Sabiendo que en ello está la sabiduría de la vida. Porque en la oración se esconde el encuentro con Jesús, y en Jesús todas las gracias y todos los bienes que necesitamos. Por eso, hermanos y hermanas, respondamos a la llamada de la Virgen. Renovemos nuestros corazones. Renovemos la oración en nuestras familias. Recemos juntos el rosario y descubramos la dulzura de la cercanía de Dios. Perdonémonos los unos a los otros y pidamos perdón al Señor. De esta manera, siempre estaremos en el camino del amor. Y el camino del amor conduce a Aquel que es el Amor mismo, a Dios…”