
¡Insensatos y ciegos!. Lunes XXI
«En el gozo por la eternidad, conforme al Evangelio. Sólo de este modo sus vidas tendrán sentido. Gracias por haber respondido a mi llamado! ” (Mensaje, 25 de diciembre de 1996)
Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Santo Evangelio
Evangelio según san Mateo 23, 13-22
Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno del infierno que ustedes!
¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen: «Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale»! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: «Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar». ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?
Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por Aquél que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por Aquél que está sentado en él.
Meditación:
(Iluminados por la Patrística, los Santos y el Magisterio, buscamos profundizar el misterio del Señor y reconocer sus mociones en nuestra alma)
Primer Punto: Jesucristo, como Hijo verdadero de Aquel que dio la ley, según la semejanza de las bendiciones que se conceden por la ley, explicó las felicidades de los que se salvan; y según la semejanza de las maldiciones expuestas en la ley, dice ¡ay! contra los pecadores, cuando añade: «¡Mas ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!» Los que creen que es bueno decir esto contra los pecadores, comprendan que el propósito de Dios es semejante cuando maldice por medio de su ley; aquella maldición de la ley como el «ay» del Señor recaen sobre el pecador, no por causa del que los pronuncia, sino por causa de sus pecados, por los cuales se vuelve digno de escuchar estas cosas que Dios pronunció para corregir, a fin de que los hombres se conviertan al bien. Así como el padre cuando reprende al hijo pronuncia algunas veces palabras de maldición, aunque no desea que el hijo sea digno de ellas, sino más bien que le sirva para separarle de lo malo, así el Señor explica la causa de esta amenaza cuando dice: «Que cerráis el reino de los cielos», etc. Estos dos preceptos son naturalmente inseparables, porque el hecho de que alguno no permita que entren los demás es causa suficiente para que él mismo quede excluido. (Orígenes)
Segundo Punto: Este pecado se encuentra en los hombres públicos, especialmente en los doctores, que enseñan lo que debe hacerse según lo que prescribe el Evangelio a los hombres; pero no hacen lo que enseña. Pero viviendo y enseñando bien, abren a los hombres el reino de los cielos, y mientras ellos entran, animan a otros a entrar. Pero muchos no permiten entrar en el reino de los cielos, a los que quieren entrar; cuando excomulgan sin razón alguna, únicamente por algún celo, a los que son mejores que ellos, y ellos mismos no les permiten entrar. Aquellos que son prudentes venciendo la tiranía con su paciencia, aun cuando se les haya prohibido, entran y heredan el reino. Pero los que con mucha temeridad se ofrecieron a enseñar antes que aprendieran, e imitando las fábulas judaicas, dicen mal de quienes buscan en las Sagradas Escrituras las cosas del cielo, cierran cuanto pueden el reino de los cielos a los hombres. (Orígenes)
Tercer Punto: El templo, ciertamente pertenece a la gloria de Dios y a la salvación espiritual de los hombres; mas el oro del templo, aun cuando pertenece a la gloria de Dios, sin embargo, más afecta a la satisfacción de los hombres y a la utilidad de los sacerdotes. Pero los fariseos decían que el oro con que se complacían y las ofrendas con que se alimentaban eran más santas que el mismo templo. Así excitaban más a los hombres a que las ofrecieran, mejor que las oraciones. Por esto los reprende el Señor muy oportunamente, diciendo: «¡Necios y ciegos! ¿Qué es en verdad mayor?», etc. Los cristianos, ahora comprenden muchas cosas neciamente, porque si hubiere alguna causa, se estima cosa leve el jurar por Dios; pero el que jura por el Evangelio, parece que ha hecho algo más. A quienes debe decirse igualmente: ¡Necios y ciegos!, porque las Escrituras han sido escritas para servicio de Dios, pero Dios no ha sido hecho para las Escrituras. Por lo tanto, más es Dios que santifica al Evangelio, que el Evangelio que es santificado por El. (San Juan Crisóstomo)
Mensaje
“¡Queridos hijos! Hoy estoy con ustedes de una manera especial, llevando en mis brazos al Niñito Jesús, y los invito, hijitos, a abrirse a Su llamado. El los invita al gozo. Hijitos, vivan gozosos los mensajes del Evangelio que les repito desde el tiempo en que estoy con ustedes. Hijitos, Yo soy su Madre y deseo revelarles al Dios del amor y al Dios de la paz. No quiero que sus vidas se desarrollen en la tristeza, sino que se realicen en el gozo por la eternidad, conforme al Evangelio. Sólo de este modo sus vidas tendrán sentido. Gracias por haber respondido a mi llamado! ” (Mensaje, 25 de diciembre de 1996)
Coloquio
(Luego de considerar las lecturas y el Evangelio, somos invitados a un dialogo espiritual, con el corazón, con el Señor y su Madre Santísima)
Dios, Padrenuestro, hoy Te damos gracias por habernos enviado a Tu Hijo que es sólo bien. Te damos gracias por María, Tu humilde sierva, que Te dio a Ti, nuestro Padre, el primer lugar en su corazón. Te damos gracias por cada alegría y por todo el gozo que nos has dado en estos tiempos al enviarnos a Tu Hijo. Danos, oh Padre, la gracia de saber meditar y reflexionar. Líbranos de todo lo que nos impide entrar en la profundidad, allí donde podemos encontrarnos Contigo. Libéranos de cualquier posible superficialidad para que podamos permanecer en paz y llevar la paz a los demás. Padre, libéranos de cualquier cosa que haya tomado el primer lugar en nuestra vida y que Te impide ocupar ese primer lugar. Padre, sana nuestras relaciones para que podamos ser curados y lleguemos a ser santos. Danos el amor unos por otros, Te lo suplicamos, y sana las relaciones heridas en las familias para que todo esposo pueda decirle a su esposa: ‘Te deseo el bien’, que toda esposa pueda decirle a su esposo: ‘Te deseo el bien’, que los padres unidos puedan decir eso mismo a sus hijos y que éstos a su vez sean capaces de responder. Que el bien tenga espacio en las familias, para que todas las familias, por Jesucristo, Tu Hijo, puedan vivir en paz y en el bien. (Fray Slavko , Medjugorje, Diciembre 27 de 1997)
Comunión Espiritual
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)