La Corona de Adviento, el Arte y la «Espera»

La Corona de Adviento, el Arte y la «Espera»

3 de diciembre de 2024 0 Por Gospa Chile

El mosaico, mostraba en un trono a la Virgen con el niño Jesús, rodeada de cuatro muchachas; dos portan lámparas de aceite con la luz encendida, y otras dos, con velo, las llevan con la luz apagada.


La Basílica de Santa María en Trastévere (Basilica di Santa Maria in Trastevere en italiano) es una iglesia de Roma, la más importante del barrio Trastévere. Fundada en el siglo III por el papa Calixto I, la iglesia fue después renovada durante el papado de Inocencio II (1130-1143).

La fachada, que conserva en la parte superior un mosaico del siglo XIII, está precedida por el pórtico proyectado por Carlo Fontana en 1702. En el interior, de tres naves sobre columnas (inspirada en la Basílica de Santa María la Mayor), destacan el bello techo de madera, diseñado por Domenichino (también autor de la «Asunción» en el centro) y algunas pinturas que se encontraron en la restauración del siglo XIX, durante el papado de Pío IX.

En la primera capilla de la nave derecha encontramos Santa Francisca Romana de Giacomo Zoboli, y en la segunda capilla la Natividad de Étienne Parrocel.

En la cúpula del ábside puede admirarse un mosaico del trono celestial, del siglo XII, adornado en su parte inferior con Historias de la Virgen, también en mosaico, obra de Pietro Cavallini (1291).

La primera capilla de la nave izquierda es la capilla Ávila, con estuco en estilo barroco de Antonio Gherardi (1680). Entre la cuarta y tercera capillas se encuentra la tumba de Inocencio II, obra del arquitecto Vespignani que entre 1866 y 1877 llevó a cabo una restauración estilística de la iglesia. En la tercera capilla, con claraboya, hay un retablo de Ferrau Tenzone.

Entre las otras obras de arte cabe señalar el icono de la Virgen de la Clemencia o Virgen Theotokos, preciosísimo ejemplar ejecutado tal vez en el siglo VI (aunque algunos historiadores lo datan en el VIII), de rígida frontalidad y colores radiantes, relacionados con el primer estrato de frescos de la Iglesia de Santa María Antigua (Santa Maria Antiqua). La capilla Altemps se construyó a finales del siglo XVI.

1.- Esperar al Señor con la lámpara encendida

Los mosaicos del siglo XII de la portada de la Basílica de Santa María in Trastevere de Roma, resumen plásticamente y anticipan, como si se tratase de una profecía, la tradición de la Corona del Adviento, que surgirá en las comunidades cristianas europeas en el norte de Europa en la primera mitad de siglo XIX. El mosaico, en su primera composición de Pietro Cavallini, en el siglo XII, mostraba en un trono a la Virgen con el niño Jesús, rodeada de cuatro muchachas; dos portan lámparas de aceite con la luz encendida, y otras dos, con velo, las llevan con la luz apagada. La escena inicial fue modificada en el proyecto de Carlo Fontana de 1702, que añadió seis vírgenes más, todas ellas con la luz encendida.

Fachada de Santa María in Trastevere. Sin pretensión autenticidad, interpretamos espiritualmente, los significados de dicha escena. La parábola de las vírgenes prudentes y necias, vislumbrada en el mosaico, es una llamada a esperar vigilante y diligentemente al Señor, que es presentado por la Virgen, como luz nacida de la alto y se ha revestida de la condición humana. La luz hace referencia, en la tradición vetereotestamentaria a la acogida de la revelación divina (Sal 35, 10: «tu luz nos hace ver la luz»), la imagen opuesta representa la obstrucción y el rechazo de la revelación divina. ¿Cómo está nuestra lámpara ante la venida del nuestro Esposo y Señor? Llena del aceite, o más bien apagada y el velo de la tiniebla cierra nuestros ojos. La expectación diligente y vigilante de Cristo es uno de los temas principales del Adviento. Las vírgenes ya no esperan solo al nacimiento de Cristo, pues este ya ha acontecido, sino que reconociendo su presencia en la historia por la encarnación (Epifanía), se abren a la manifestación gloriosa del Kyrios (Parusía). El óleo hace referencia a nuestra relación con Cristo, el Ungido. La Basílica romana esta erigida, según la leyenda, en la taberna meritoria, lugar destinado al descanso de los soldados veteranos.

En el año 38 a C, en el pavimento de esta taberna, donde ahora se halla el ábside de la iglesia, brotó, durante todo un día, aceite de la tierra (fons olei). Tal prodigio, fue interpretado por los judíos de Roma como un anuncio del nacimiento del Mesías. Los cristianos romanos provenientes del judaísmo, lo refirieron al nacimiento de Cristo. El aceite, de esta leyenda. que se quema en la lámpara (o bien, la cera), para transformarse en luz, son una metáfora del cristiano que espera, con la fe de la luz de la Noche de Pascua, la consumación de la historia y del cosmos, la venida de Jesucristo.

  1. Tradiciones que dan origen a la Corona de Adviento

Tradiciones y costumbres diversas convergen en esta costumbre familiar de encender velas en una corona de abeto cuatro semanas antes de la fiesta de la navidad,

Simbología desde la historia de las religiones

Para la antigüedad las lámparas de aceite o las velas confeccionadas con la cera de la abeja, no eran simple linternas modernas, sino objetos con un significado religioso. La luz, que porta la lámpara, se identificaba con los conceptos del bien y del mal, el orden y el caos, la búsqueda del conocimiento, la iniciación, la verdad, la vida y la muerte[1].

El hecho de encender lámparas y luminarias con una finalidad cultual y apotropaica, está atestiguado en la historia de las religiones. La luz proveniente de la lámpara ahuyenta los poderes maléficos e inquietantes de la tiniebla. La lámpara es signo de la presencia real de Dios. Así el Corán declara: «Dios es la luz de los cielos y de la tierra. Su luz es como una hornacina en la que hay un pábilo encendido» (Sura 24, 35).

En ocasiones las lámparas, como símbolo de la vida, eran colocadas en las columnas de las necrópolis funerarias y en las tumbas de los difuntos. En la tumba de Tutankhamón, descubierta en 1922 por el inglés Howard Carter, se hallaron lámparas de aceite. La piedad popular cristiana pone la candela, bendecida en el día de la Presentación, entre las manos del fiel, en su lecho de muerte, para que ilumine los últimos pasos de su camino hacia la eternidad.

El hecho de encender las luces tanto de la casa como del templo tenía un valor religioso cultual. La mujer hebrea enciende ritualmente las luces de la fiesta del Sabbath. Entre los griegos y los romanos cuando el portador de la luz entraba pronunciaba una bendición o un buen deseo tal como «¡buena sea la luz!». A lo que se respondía: «¡Bienvenida sea la luz!». Todavía en el oficio hispanomozárabe se saluda diciendo: «En el nombre de nuestro Señor Jesucristo luz con paz»

Los templos estaban iluminados por la luz de muchas lámparas Así en los templos egipcios se encendían luminarias en la noche de fin de año. En los templos grecoromanos las doncellas «vestales» cuidaban celosamente de que nunca se apagara el fuego de las «lámparas virginales». Por lo tanto, encender la luz de la lámpara para disipar la tiniebla y alentar la fe es una constante en la historia de las religiones.

La lámpara manifestaba la luz divina, y a la vez, ilumina los ojos y las conciencias de los fieles. Para facilitar su función iluminadora la vela se colocaba sobre soportes y pedestales, de donde surgieron los candelabros y las coronas dedicadas a la iluminación. La corona iluminatoria era un respaldo decorado de hojas de helecho, u otras hojas, perlas pequeñas y rayos metálicos. En este tipo de luminarias el simbolismo de la luz se une al simbolismo religioso de la corona. La forma circular de la corona hace referencia al simbolismo del cielo y, por lo tanto de la eternidad.

La corona de adviento enlaza con estas tradiciones, como lucernario anual, en el solsticio de invierno del hemisferio norte.

Influencia Judía: la fiesta de la Hanukkah

HanukkahLa simbología de los elementos naturales recogida en la historia religiones, no es elemento principal para explicar los signos de la revelación judeocristiana. En la fe revelada el punto central se desplaza de la naturaleza a la historia. La corona de adviento no está sujeta solamente a la simbología del solsticio de invierno sino a la revelación divina, tal y como la encontramos en la fiesta rabínica de la Hanukkah. La fiesta de la Hannukkah, también conocida como festival de las luces, comprende 8 días desde el 25 de Kislev hasta el 3 de Tevet[2] y conmemora la victoria de Judas Macabeo contra los Griegos y la purificación y dedicación del templo[3] el 25 de Kislev del año 164 a. C. El Talmud describe en la Guemara, en el tratado Shabat (21b)[4] que los Macabeos, al entrar en el Templo profanado, no encontraron aceite puro para encender la Menorah. Tan solo había una alcuza aún sellada por el Sumo Sacerdote, con aceite para iluminar un día, pero que, milagrosamente, iluminó durante ocho días, tiempo necesario para consagrar el nuevo aceite. En un ambiente festivo, semejante a la Navidad cristiana, las familias judías piadosas encienden gradualmente durante ocho días, —una luz cada día— de la Menorah, conmemorando la victoria de Dios sobre oscuridad de la injusticia y la impiedad[5]. La progresión de las luces indica que la luz eterna llenará todo de luz: «nosotros encendemos estas luces por los milagros…» , por cada luz, un milagro; por cada milagro, la luz se engrandece.

Tradiciones cristianas

Decoración de los Altares

Las lámparas y las coronas iluminan las iglesias y altares cristianos. Desde el siglo IV tenemos noticia de la existencias de coronae, canthara, polycandilon, gabatae. que iluminaban las Basílicas y las iglesias altomedievales. El Liber Pontificalis (I, 172-187) narra que Constantino donó a la basílica de San Pedro una corona de ochenta delfines de oro, otra de plata y más de cien coronas para las naves de la iglesia. Estas coronas colgaban de las pérgolas de los antiguos altares. El Liber Ordinum recoge una bendición para ellas[6] y el descubrimiento arqueológico del tesoro visigótico de Guarramar lo confirma.

El rito del Lucernario

La asamblea litúrgica, reunida en oración, al encender las lámparas, daba gracias a Dios, proclamando la llegada de la luz indeficiente. La Tradición Apostólica, atribuida a San Hipólito, describe la introducción de la lámpara en la cena comunitaria: «Te damos gracias, Señor, por tu Hijo Jesucristo, por quien nos esclareciste revelándonos la luz incorruptible»[7]. También las Constituciones Apostólicas señala la recitación del salmo lucernario (con seguridad el salmo 140) y una oración conclusiva proclamando Cristo como causa de la luz del conocimiento y de la revelación[8]. La celebración de las Vísperas se unía, al rito del lucernario, como lo muestra el Concilio primero de Toledo (a. 400)[9]. El rito del Lucernario se conserva de manera muy especial y significativa en la noche pascual[10].

La fiesta de Santa Lucía en Suecia

Fiesta Santa Lucía en SueciaEn los países escandinavos, de manera especial en Suecia, se celebra la festividad de Santa Lucía en medio del tiempo de Adviento. En esta fiesta, de origen católico, se representa una procesión con luminarias protagonizada, principalmente por niñas y jovencitas (aunque también participan los niños), vestidas con túnicas blancas, velas y lámparas. Una de las jovencitas representa el papel de Lucía, vestida con alba blanca y cíngulo rojo en la cintura y una corona en la cabeza, formada por ramas y hojas de arándano sobre la que se fijan unas velas. Santa Lucía es acompañada por un cortejo de niñas (tärnor =’doncellas’) y stjärngossar («niños de la estrella», en una posible alusión a la figura de los reyes magos) a los que se les viste con cucuruchos de cartón con estrellas, a modo de los capirotes de nazarenos. La procesión es acompañada de cantos y deseos que expresan que la luz vencerá sobre la tiniebla. La representaciones van acompañadas de comidas especiales y encuentros entre familias, festivales escolares. La corona de luz sobre las cabeza, el decorado de hojas húmedas que evite riesgo de quemaduras, el deseo de paz y felicidad y la preparación de la Navidad son temas coincidentes con la corona de Adviento. De la fiesta de Santa Lucía sueca tenemos noticias desde el siglo XIX, sin embargo, fue a comienzos del siglo XX, cuando alcanzó más popularidad.

El origen de esta costumbre podemos vislumbrarla en que el día 13 de diciembre era para el calendario Juliano el día del solsticio de invierno hasta la reforma del papa Gregorio XIII (calendario Gregoriano) el día 4 de octubre de 1582, que añadió 10 días. Sin embargo, no todos los países aceptaron el calendario gregoriano. Inglaterra, las colonias norteamericanas, y otros países de iglesias evangélicas no adoptaron la reforma. Inglaterra y Suecia la adoptaron el 2 de septiembre año 1752, añadiendo once días de corrección. Todavía las iglesias ortodoxas no aceptan el calendario gregoriano. El directorio sobre la piedad popular y la liturgia (DPL) señala en el número 100 la importancia de conservar las témporas de invierno. Éstas giran sobre el solsticio de invierno como comienzo del ciclo de la naturaleza.

El Paradeisl Austriaco

Paradeisl austriacoOtro antecedente de la corona de Adviento es el Paradeisl. Se trata de una pirámide compuesta por tres manzanas en la parte inferior y una en la parte superior, todas ellas están unidas por palillos, formando una pirámide. Sobre cada una de las manzanas, símbolo del pecado de los primeros padres, se alza una vela, signo de la venida de Cristo. Cada domingo de Adviento se enciende una vela dejando la superior para el cuarto domingo.

La corona de Adviento de Johann Hinrich Wichern (1808-1881)

La actual forma de la corona de Adviento se debe al educador y teólogo luterano Johann Hinrich Wichern, que atendía un albergue de huérfanos en Hamburgo. Durante el Adviento los niños le preguntaban con frecuencia los días que quedaban para la Navidad. En 1839 revistió una vieja rueda de carreta con hojas pequeñas y con 19 velas pequeñas rojas y 4 velas más grandes: Las velas rojas se encendían en los días feriales mientras las blancas se encendían los domingos.[11] Un poema del escritor alemán Hermann Claudius (1878-1980) comenta el encendido de las lámparas de la corona, pues, según va brillando el mundo se encuentra con la luz de la Navidad.

  1. La Corona de Adviento objeto litúrgico
    El encendido progresivo de las velas de la corona de Adviento, es una tradición familiar antes que litúrgica. Como en la Hanukkah judía es la familia la que es congregada para leer una lectura breve de la palabra de Dios, rezar una oración y encender la corona. El DPL señala en el número 98 que la costumbre germánica y norteamericana de la colocación de cuatro cirios sobre una corona de ramas verdes se ha convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos.

a) En el Bendicional

La corona de Adviento no aparece en las ediciones típicas de los libros litúrgicos. Si existe en la edición castellana del Bendicional. Resulta muy interesante en donde se encuentra en el libro litúrgico: En la tercer parte, dedicada a «las bendiciones de las cosas que en las iglesias se destinan al uso litúrgico o a las prácticas de devoción», dándoles una consideración litúrgica y no devocional, pues no figura en la cuarta parte, la de las «bendiciones dedicadas a ciertos objetos de devoción del pueblo cristiano». El capítulo XXXVII está dedicado a la Bendición de la corona de Adviento. Este capítulo comprende una introducción pastoral (núms. 1235-1237); Un formulario para la bendición de la corona en familia (núms. 1238-1240) y un formulario de bendición en la Iglesia (núms 1241-1242): Al comienzo de la celebración de la Misa, después del saludo inicial y sustituyendo el acto penitencial.

La fórmula de bendición es la misma tanto para la familia como para la iglesia (nums. 1240. 1242). En la misa esta bendición se repite cada domingo, sustituyendo el rito penitencial según se desprende de la rúbrica del núm 1242: «Y se enciende el cirio que corresponda según la semana del Adviento». Se trata de una novedad importante para la consideración de la corona, pues el hecho de recibir una bendición la convierte en un verdadero sacramental, y además, al hacerlo en sustitución del acto penitencial, la convierte en un verdadero rito litúrgico, que contiene una monición y una oración. La liturgia está formada, según la cita afortunada del concilio, por ritos y oraciones, «per ritus et praeces» (SC 48), o bien, textos y ritos «textus et ritus» (SC 21), por lo que podemos declarar que el Bendicional Castellano[12] aprobado por la Santa Sede, eleva la Corona de adviento al rango de rito y objeto litúrgico. Esto supone una riqueza, espiritual y eucológica del libro litúrgico, que cumple con el número 79 de la Constitución de liturgia, que pide, en la reforma de los sacramentales, puedan añadirse otros nuevos, de cara a la participación activa consciente de los fieles, según la necesidad.

En las observaciones previas núms. 1235- 1237 exponen el significado de la corona del adviento. «La corona es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad». «La bendición subraya el significado religioso del signo» (nº 1235). La Luz indica el camino, aleja el miedo y favorece la comunión; es símbolo de Jesucristo luz del mundo»(nº 1236). La gradualidad del encendido indica la ascensión progresiva hacia la plenitud de la Navidad (nº1236). Todos estos contenidos son los que hemos desarrollado en nuestra exposición; la referencia indirecta a la fiesta de Hanukka se hace patente en estos párrafos. «El color verde de la corona significa la vida y la esperanza» (nº 1236). La corona del Adviento es, pues un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su muerte nos ha dado la verdadera vida (nº 1237).

Lo expuesto hasta ahora nos lleva a afirmar que la Corona de Adviento no es un objeto alitúrgico, ni simplemente una transposición pagana costumbres ancestrales. Los simbolismos naturales no son ni paganos ni cristianos, son simplemente religiosos, se hacen patentemente cristianos cuando la Palabra de Dios y la oración los iluminan y los explican. La liturgia actual ha hecho un bello proceso de inculturación para asumir, en las iglesias y las celebraciones, la corona de las luces del Adviento como el objeto que define, de manera plástica, el sentido de este tiempo. Además posee una gran fuerza evangelizadora en el seno de la familia, que se reúne (como el Belén navideño o el árbol de Navidad) en oración entorno al encendido de sus llamas.

b) En la piedad popular y tradiciones orientales

El DPL añade un significado nuevo: «La corona de Adviento… es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo…». El Directorio recoge una de las tradiciones que explican el significado. Según ésta, la primera luz simbolizaría el perdón otorgado a Adán y Eva; la segunda, la fe de Abraham y de los patriarcas; la tercera sería expresión del gozo de David y de los Hijos de Sión, que se alegran con la venida de su Rey; la cuarta simbolizaría la enseñanza de los profetas, que anunciaron que el Mesías nacería de la Virgen María.


Pero para otras tradiciones, a la primera candela representa la penitencia y se la llama «la Vela del Profeta».
la segunda, llamada «la Vela de Belén», por la profecía de Miqueas (Mi 5, 2; Cfr. Mt 2, 6; «Y tu Belén de Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá»,) representa la humildad la tercera candela significa gozo es llamada «la Vela de los Pastores», que recuerda que ha pasado ya más de la mitad del tiempo de Adviento la cuarta candela significa la Paz, y se llama «Vela de los Ángeles», que al anunciar la llegada del Mesías desearon paz a los hombres de buena voluntad («pax hominibus bonæ volutatis»).
En cuanto al color varia también según las tradiciones. En algunos lugares de tradición católica las velas adoptan el color litúrgico, de este modo, el significado de las velas se enlaza con el color; las tres velas del color morado hacen más referencia a la conversión y a la preparación, la vela rosa, al gozo de la espera, pues se ha alcanzado la mitad del Adviento. También se utiliza el color azul añil sobre todo en las iglesias de tradición Anglicana e Iglesias evangélicas, que quieren reservar el morado para la cuaresma. En otras tradiciones se coloca también una vela blanca que se enciende en navidad como signo de la luz de Cristo, el sol que nace de lo alto. Los colores de las velas de la corona de adviento no dejan de ser una adaptación a su uso litúrgico, bien podrían ser del color natural de la cera.

Algunas familias e iglesias de rito oriental han asumido la corona de adviento colocándole, en lugar de cuatro, seis velas, debido a que el tiempo de Subbara (anunciación) de preparación para la Navidad dura seis semanas para los siro-occidentales (los caldeos tienen cuatro) y cuatro semanas para los ritos siro-orientales. La liturgia Bizantina no tiene un periodo definido para la preparación de la Navidad, Éste comienza el segundo domingo anterior a la fiesta y de manera propia a partir del 20 de diciembre.

En cuanto a la decoración de la corona, además de las ramas de hojas perennes: abeto, pino, arándano, muérdago… en ocasiones se le colocan manzanas de adornos o bolas rojas en alusión a la manzana del pecado[13] y a Cristo, fruto del árbol de la Cruz; si por el fruto de un árbol hemos sufrido la muerte, por el fruto del Árbol hemos recibido la salvación[14]. Esta simbología está presente en otro objeto litúrgico y devocional: él árbol de navidad. Pero, esa es otra historia, y como dijo un novelista contemporáneo tendrá que ser contada en otra ocasión…

Pedro Manuel Merino Quesada.


Notas

[1] Cfr. P. Grison, «lámpara», en J. Chevalier – A. Gheerbrant. Diccionario de los símbolos. Barcelona 2003. 627-628. AA.VV., «Luz», en Ibidem. 663-668.

[2] Mediados de diciembre: En el año 2009 el 12 de diciembre; en el año 2010 el 2 de diciembre; en el año 2016 coincidirá con 25 de diciembre; Cfr. World Wide Web: http://en.wikipedia.org/wiki/Hanukkah

[3] La raíz hebrea «HNK» hace referencia al verbo consagrar, dedicar, o bien el templo, o el altar.

[4] Cfr. World Wide Web: http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Talmud/shabbat2.html.

[5] Algunas comunidades sefardíes y Mizrahim suele cantar el himno Ma’oz Tzur escrito en Alemania en la Edad Media. El himno recorre la historia de la salvación, dando gracias, por la liberación del Éxodo, El Cautiverio en Babilonia, el milagro de la festividad de la Purim, y la victoria Macabea.

[6] M. Ferotin, Le liber ordinum, en usage dans l’Église wisigothique et mozarabe d’Espagne du cinquième au onzième siècle, reimpresión de la edición de 1904 preparada y presentada por Anthony Ward, SM y Cuthbert Johnson, Bibliotheca & Ephemerides Liturgicæ.- Subsidia. Instrumenta Liturgica Quarreriensia. CLV – Edizioni liturgiche. Roma 1996,col 165-166.

[7] «Didajé», cap. 25, ed. en «La Didaje y la Tradición Apostólica», Cuadernos Phase 75, Barcelona 1996, 40.

[8] «Las Constituciones Apostólicas», Lib. VIII, 35, 1. 37, 5, ed. en Cuadernos Phase 181, Barcelona 2008, 282-284.

[9] Monumenta Hispanie Sacra (MHS), La Colección Hispánica, Concilios Galos, concilios hispanos, primera parte, Madrid 1984. Vol. IV, 332 nº 110.

[10] F.M. Arocena, «Ipsius sunt tempora . Los ritos sobre el cirio pascual: entre historia, teología y oración»: Ecclesia Orans 24 (2007) 145-172.

[11] Información tomada de la World Wide Web: http://de.wikipedia.org/wiki/Adventskranz.

[12] No sé si también aparece en el Alemán

[13] La manzana aparece en la versión aramea de la biblia en Targum Onkelos.

[14] Las representaciones románicas de la Inmaculada Concepción de María, muestran a la Virgen que en su mano enseña una manzana en alusión al fruto bendito de su vientre que curará el veneno mortal del fruto del primer árbol