La Madonnina de Civitavecchia

La Madonnina de Civitavecchia

2 de febrero de 2024 0 Por Gospa Chile

La Virgen que lloraba sangre y las sanaciones milagrosas. «Lloró en mis manos, dijo el Obispo local.


 El Papa San Juan Pablo II veneró esta imagen de la Virgen de Civitavecchia, una estatua de yeso proveniente de Medjugorje que supuestamente había llorado sangre en 14 ocasiones.

Lo asegura en el libro “La Madonnina de Civitavecchia. La verdadera historia de un doloroso drama de amor” monseñor Girolamo Grillo, obispo emérito de esta diócesis a 50 kilómetros de Roma.

Dice que el secretario personal del Papa, Stanislaw Dziwisz, le llamó para que acudiera al Vaticano con la estatua. Era el 9 de junio de 1995, tres meses después de que el obispo viera con sus propios ojos el extraordinario llanto de la estatua.


Mons. Girolamo Grillo
Obispo emérito de Civitavecchia

“Estuvimos rezando largo rato. Durante la cena, el Papa me pidió que le contase lo sucedido. Empecé a explicárselo pero paré porque me di cuenta de que él sabía más que yo. Me quedé impresionado. Después habló sobre el significado de este llanto. Después de cenar me ordenó que mantuviese esto en silencio y que un día, yo debía contar al mundo que Juan Pablo II había venerado la imagen de Virgencita de Civitavecchia. Le pregunté cuándo y me dijo que me daría cuenta yo sólo”.

Como prueba de este encuentro, muestra en su libro una carta en la que relataba esta visita, firmada y fechada por el propio San Juan Pablo II.

Mons. Girolamo Grillo
Obispo emérito de Civitavecchia

“Le pregunté a don Stainslaw: ¿Quién me creerá, quien creerá lo que he escrito en mis diarios? Me dijo que describiera en una carta lo sucedido esa noche y que le enviase dos copias. Una semana después me devolvió lo escrito firmado por San Juan Pablo II”.

Además el obispo asegura que el cardenal Angelo Sodano, entonces Secretario de Estado, le llamó varias veces en nombre del Papa para que tuviese fe y creyese en el llanto extraordinario de la estatua.

Sin embargo, el Vaticano, en concreto la Congregación para la Doctrina de la Fe, no ha hecho ninguna declaración oficial que validase estos hechos extraordinarios.


Andrea Tornielli
Vaticanista

“Durante una primera investigación de una comisión se concluyó con la definición “non constat de sopranaturalitate”, una conclusión un poco imprecisa que viene a decir que en ese momento no se puede constatar su origen sobrenatural. No es la conclusión negativa, “constat de non”, que significa que consta que  no es sobrenatural”.

Para monseñor Grillo la beatificación de San Juan Pablo II ha sido el signo de que debía hacer pública esta veneración. Nuevos episodios de una historia sobre la que la Iglesia no ha pronunciado todavía su última palabra.

La Virgen de la Paz llora sangre
en manos del obispo
CIVITAVECCHIA
1995

En la diócesis mas pequeña de Italia (Civitavecchia), y la parroquia mas pequeña (San Agustín) de la diócesis, a una pequeña familia, al miembro mas pequeño de la familia, la Virgen visita.  Aprobación eclesiastica

¿Cómo ocurrieron los hechos?:

El Padre Pablo, párroco nativo de España, le trajo a la familia una estatua de la Virgen de la Paz de Medjugorje. Es una pequeña estatua muy corriente, de esas que se venden a miles en las tiendecitas de Medjugorje. La familia la puso en el jardín.

El 2 de febrero, de 1995, cuando la familia se preparaba para ir a Misa, la niña mas chica tardaba. De repente viene muy emocionada diciendo que la Virgen lloraba… sangre.  Los padres no lo creían y no podían comprender.  Pero al investigar vieron la sangre que corría por las mejillas de la estatua. 

Enseguida la llevaron al párroco quién se quedó desconcertado. Conocía bien que la familia es digna de credibilidad pero los acontecimientos requerían mucha prudencia y objetividad. Podía ser la obra de un bromista que se aprovechaba de ésta buena familia. 

La estatua fue sometida a varios estudios de laboratorio y no encontraron la razón de las lágrimas. Pudieron constatar que la sangre es de un ser humano. En algunas pruebas indica ser sangre de mujer, en otras de hombre. Todos los hombres de la familia fueron sometidos a prueba. La sangre no venía de ninguno de ellos.

La estatua es entregada al obispo, Monseñor Grillo, quién ya estaba preocupado porque la noticia del milagro se propagó por el mundo entero sin que ni el párroco, ni la familia le hiciesen propaganda.  

Un día, hablando de lo que ocurría con su propia familia, el obispo sacó la estatua y con asombro vio que comenzaba a llorar sangre en ese momento, ante sus propios ojos…

En el segundo aniversario de la lagrimación Monseñor Grillo dijo: – «Es un evento racionalmente inexplicable. Es claro que ha sucedido algo de irracional entre mis manos. Me haré matar pero repetiré siempre lo que vi y lo que sucedió entre mis manos»  

En la actualidad la estatua se encuentra en la iglesia parroquial de San Agustín, en Pantano, cerca de la ciudad de Civitavecchia. No muestra rastros de la sangre, quizás porque la Virgen no quiere convertirse en un espectáculo para curiosos.   

La Virgen ha concedido muchas sanaciones milagrosas. 

¿Por qué lloró la Virgen?  -Podemos pensar que la Virgen, siendo madre, llora por la condición de sus hijos en la tierra. Al ver como vamos a la deriva por el camino ancho.  La Madre ya no sabe que hacer para advertirnos, para atraernos, aunque sea con sus lágrimas para que tomemos en serio la seriedad que es la vida y la obediencia al Señor.  

Esto ocurrió 14 años después de la primera aparición de Medjugorje (de donde procede la estatua).  14 son las estaciones del Vía Crucis; 14 fueron las veces que esta estatua lloró. María, como corredentora, llora al pié de la cruz y manifiesta sus lágrimas a sus hijos.  Quién ama llora al ver la necesidad del amado.  Nadie, solo Dios, nos ama más que la Santísima Virgen María.

Diócesis italiana reconoce milagro de imagen que lloró sangre hace 10 años

ROMA, 24 Ene. 05 (ACI).-El diario italiano Corriere della Sera informó en su edición de este domingo que ha tenido acceso a un dossier con numerosos documentos inéditos que confirma como un “verdadero milagro” el caso de la llamada “Madonnina de Civitavecchia”, una imagen de la Virgen María que lloró sangre en catorce ocasiones hace diez años.

El editorial –escrito por el prestigioso periodista católico Vittorio Messori– explica que el dossier, que será publicado en los próximos días, ratifica que “en ese rincón de la tierra se ha verificado un evento que no tiene explicación humana y que remite al misterio de lo sobrenatural”.

Messori resalta el testimonio del Obispo de Civitavecchia, Mons. Girólamo Grilli, “que pasó del más radical escepticismo a la aceptación del enigma” cuando en la mañana del 15 de marzo de 1995, mientras tenía en sus manos la estatua, de los ojos de ésta comenzó a salir sangre, que alcanzó hasta el cuello de la figura.

El dossier incluye también la documentación de todas las investigaciones realizadas, así como el informe del experto mariano Stefano De Fiores, quien afirma que “aquí está la mano de Dios”.

El caso de la Madonnina de Civitavecchia –una ciudad ubicada a 70 kilómetros al norte de Roma– saltó a la luz el 2 de febrero de 1995, cuando Jessica Gregori, una niña de cinco años, notó lágrimas de sangre en la cara de la imagen de 43 centímetros que les había traído de Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) el párroco de la iglesia local de San Agustín, el Padre Pablo Martín.

El 10 de febrero de 1995 un análisis hecho por expertos del Policlínico Gemelli de Roma señaló que se trataba de sangre humana con caracteres masculinos. La estatua fue guardada en un armario del obispado y el 15 de marzo, cuando Mons. Grilli la sacó delante de otras tres personas, la estatua volvió a derramar sangre en sus manos. En total fueron catorce veces las que la Madonnina lloró.

La imagen de yeso fue confiscada por la magistratura durante varios meses en 1995 y a mediados de ese año, tras ser levantada la confiscación, fue colocada definitivamente en la iglesia de San Agustín.  

«Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados» (Mt. 5,5,)

Por Madre Adela Galindo

El dolor, si no eleva y sublima, abate y aplasta. Por eso no todo dolor y llanto es bienaventurado.

Las lágrimas que Jesús proclama bienaventuradas son las que de alguna manera se refieren al reino de Dios y se contraponen al reino del mundo. «Vosotros llorareis y gemiréis, y el mundo se alegrará» (Jn 16,20)

¿Cuales son las lágrimas bienaventuradas?

Los que lloran las propias caídas o los pecados del mundo; los que aceptan las penas como medio de purificación de sus pecados; los que se imponen penitencias para formar su alma en el dolor; los que sufren persecución y dolores por causa del reino de Dios y de su extensión; los que pasan sequedades, tribulaciones con paz; los que gimen por el amor de Dios y por el cielo; todos estos son los que derraman lágrimas que, en sentido evangélico, pueden llamarse bienaventuradas y por lo tanto recibirán divina consolación.

La Virgen Maria sufrió muchas penas y dolores. Simeón le anuncia que ¨»una espada traspasaría su corazón» (Lc 2, 35). Y los cuatro evangelistas nos narran acontecimientos que no podían menos de causar un profundo dolor en  María.

Sabemos que Cristo lloró al predecir la ruina de Jerusalén (Lc 19,41) y que también, derramó lágrimas ante el dolor de Marta y María por la muerte de Lázaro (Jn 11,35). De la Stma. Virgen María, los evangelios no nos lo dice de forma explícita, pero al narrarnos situaciones dolorosas en las que ella participó plenamente en su misión de asociada a la obra redentora, o sea, como corredentora, debemos concluir que si Ella realmente sufrió, debió entonces haber llorado, derramado muchas lágrimas de sus ojos tan puros.

Llorar no es imperfección cuando el motivo del llanto es santo. Llorar no es efecto de debilidad, sino de fina sensibilidad. Llorar a impulsos del amor divino es un don de Dios, don que solo a grandes almas se concede.

San Francisco de Asís, lloraba tanto por sus pecados, que cuando uno visita la Basílica de Santa María de los Angeles, en donde se encuentra la Porciúncula y otros lugares cruciales para la vida del santo, encontramos una cueva que se llama ¨la capilla de las lágrimas¨. Esta capilla es la cueva donde San Francisco muchas veces lloró al contemplarse tan pecador ante la santidad de Dios.