Lo que nace de la carne es carne

Lo que nace de la carne es carne

28 de abril de 2025 0 Por Gospa Chile

No den importancia a las pequeñas cosas sino que aspiren al Cielo y a la santidad (Mensaje, 25 de Julio de 1987)


Lunes II de Pascua

Evangelio Diario y Meditación


  •   Oración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén


+Santo Evangelio

Evangelio según san Juan   3, 1-8

Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que Tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que Tú haces, si Dios no está con Él”.

Jesús le respondió:

“Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios”.

Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?”

Jesús le respondió:

“Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Ustedes tienen que renacer de lo alto”. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”.


+ Meditación Patrística:

Primer Punto: Nicodemo era del número de los que creyeron pero que aún no habían renacido, por esto venía de noche. Los renacidos por el agua y el Espíritu Santo oyen aquellas palabras del Apóstol: «Fuisteis en otra época tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor» ( Ef 5,8). Por qué había creído éste, se conoce en virtud de lo que añade: «Porque ninguno puede hacer estos milagros que tú haces, si Dios no estuviese con él». Por esto Nicodemo era de aquellos muchos que creyeron en su nombre viendo los milagros que hacía. (San Agustin)

Segundo Punto: Sin embargo, aún se detenía, por la cobardía común a todos los judíos ( Jn 12,42). En virtud de ello venía de noche, temiendo hacerlo de día. Por esto el Evangelista dice en otro lugar que muchos de los príncipes creyeron en el Salvador, pero no lo decían por miedo a los judíos, para que no los arrojasen fuera de la sinagoga. Y sin embargo, a pesar de sus milagros, no había formado gran concepto del Salvador, sino que teniéndole como un ser meramente humano, habla de El como de un profeta que había sido enviado para hacer aquellos milagros, pero que necesitaba de ayuda ajena para hacerlos, siendo así que el Padre le había engendrado perfecto y suficiente en sí mismo, no teniendo nada imperfecto. Y como Jesucristo tenía gran cuidado de no revelar su dignidad y de convencer que nada hacía que fuese contrario al Padre, por esto en sus palabras se expresaba casi siempre en sentido humilde. Pero cuando hacía algún milagro lo hacía con todo su poder. Y así, respecto de Nicodemo, nada dice de sí mismo que pueda contribuir a su enaltecimiento. Pero de una manera oculta Jesucristo rectifica el concepto humilde que de El se había formado, dándole a entender que hace aquellos milagros con autoridad propia. Por esto añade: «Jesús le respondió y le dijo: en verdad, en verdad te digo, que no puede ver el reino de Dios sino aquél que renaciere de nuevo».  (San Juan Crisóstomo)

 Tercer Punto:  La generación que se verifica por medio del bautismo es la que contribuye a la iluminación del alma. O acaso el sentido literal sea éste: «en verdad, en verdad te digo, que si alguno no fuere hecho», etc., esto es, si tú no has nacido de lo alto y no has adquirido el conocimiento cierto de los misterios, andas errante fuera de la verdad y te hallas a larga distancia del reino de los cielos. Así el Señor se manifestaba a sí mismo e indicaba que no es únicamente lo que se ve, sino que se necesita de otros ojos para poderle ver. Y cuando dice: «De lo alto», unos lo entienden del cielo y otros desde el principio. Por tanto, los judíos, si hubiesen oído esto, burlándose, se hubiesen retirado. Pero éste manifiesta su afecto de discípulo, porque sigue preguntando al Salvador.


+ Mensaje

“¡Queridos hijos! Hoy quisiera envolverlos con mi manto y guiarlos por el camino de la santidad. Yo los amo y por eso deseo que ustedes sean santos. No quiero que Satanás los obstaculice en este camino. Queridos hijos, oren y acepten todo lo que Dios les presenta en este camino, que es doloroso. Pero a quien comience a recorrerlo, Dios le revelará toda la dulzura de modo que pueda responder a cada llamado Suyo. No den importancia a las pequeñas cosas sino que aspiren al Cielo y a la santidad. Gracias por haber respondido a mi llamado!”  (Mensaje, 25 de Julio de 1987)


+ Coloquio

 Dios, Padre nuestro, gracias porque Tú eres nuestro Padre y porque nos has llamado a ser Tus hijos. Gracias porque nos has revelado Tu amor por medio de Jesucristo, Tu Hijo, que se hizo hombre. Te alabamos por la misericordia que nos has mostrado en El. Te damos gracias porque nos has prometido enviarnos a Tu Espíritu Santo y especialmente por habernos enviado a María para que pueda guiarnos en este tiempo de gracia. Te pedimos, oh Dios, Padre nuestro, que abras nuestros corazones y nos liberes de todo lo que nos cierra a Ti. Danos la gracia de regocijarnos con Tu Palabra. Danos la gracia de poder entenderla y aceptar Tu voluntad sin miedo. (Fray Slavko Barbaric, 27 de Noviembre 1997)


+ Comunión Espiritual:

 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)