
No soy digno. Lunes XXIV
«Yo les doy gracias también porque su respuesta es la de servir a Dios y a la paz. Gracias por haber respondido a mi llamado!” (Mensaje, 25 de enero de 1991)
Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Santo Evangelio
Evangelio según San Lucas 7, 1-10
Jesús entró en Cafarnaúm. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar a su servidor.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: “Él merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”.
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa, por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: «Ve», él va; y a otro: «Ven», él viene; y cuando digo a mi sirviente: «¡Tienes que hacer esto!», él lo hace”.
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe”.
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
Meditación:
(Iluminados por la Patrística, los Santos y el Magisterio, buscamos profundizar el misterio del Señor y reconocer sus mociones en nuestra alma)
Primer Punto: Convenía, pues, que ellos dijesen que el centurión había querido venir, y que le rogaba, pero nosotros lo hemos detenido, viendo su grande aflicción, y el cadaver de su siervo que estaba tendido en su casa, o manifestar lo inmenso de su fe; pero no querían descubrir la fe de aquel hombre por envidia, para que no pareciese grande a Aquel a quien dirigían sus ruegos. San Mateo da a entender que el centurión no era israelita; pero San Lucas dice que había edificado una sinagoga, lo cual no ofrece contradicción alguna, porque muy bien pudo edificar la sinagoga sin ser judío. (San Juan Crisóstomo)
Segundo Punto: Lo cual hacía no porque no pudiese curarle estando ausente, sino para enseñarnos a ser humildes. No quiso ir al hijo de Régulo, para que no pareciese haber sido obsequioso con los ricos, pero aquí El mismo fue para que no se creyese que en el criado del centurión despreciaba la condición servil. El centurión, depuesta la soberbia militar, se convirtió en reverente y pronto para creer y dispuesto a honrar al Salvador. Por lo que sigue: «Y cuando estaba cerca de la casa, envió a El el centurión a sus amigos, diciéndole: Señor, no te tomes este trabajo: no soy digno», etc. Porque conjeturó que Cristo daba la salud a los hombres no con poder de hombre, sino de Dios. Los judíos afirmaron que era digno; pero él dice que es indigno, no sólo del beneficio, sino también de recibir al Señor: «Yo no soy digno de que entres en mi casa». (San Ambrosio)
Tercer Punto: El centurión cuya fe se prefería a toda la de Israel, representa a los gentiles que habían de ser elegidos, los que, rodeados de las virtudes espirituales, como de una cohorte de cien soldados, son sublimes en perfección. Pues el número cien que se escribe de izquierda a derecha es un signo de la vida celestial. Tales intercesores son necesarios a aquellos que aun viven bajo el temor con espíritu de servidumbre. Mas nosotros que creemos a causa de los gentiles, no podemos ir al Señor por ellos, a quien no es posible ver en la carne, sino que debemos acercarnos a El por la fe. Además debemos enviar a los ancianos de los judíos, esto es, a los hombres más eminentes de la Iglesia, que nos han precedido, rogándoles que sean nuestros defensores. Todo esto a fin de que, dándonos testimonio de que procuramos edificar la Iglesia, intercedan por nuestros pecados. Se dice bien que Jesús no estaba lejos de la casa, porque su salvación está cerca de los que le temen.Y el que observa bien la ley natural, cuanto más obra el bien, tanto más se acerca a Aquel que es el bien. (San Beda)
Mensaje
“¡Queridos hijos! Hoy, como nunca antes, Yo los invito a la oración. Su oración debe ser una oración por la paz. Satanás es fuerte y desea no solamente destruir la vida humana, sino también la naturaleza y el planeta que ustedes habitan. Por eso, queridos hijos, oren, para que por medio de la oración ustedes sean protegidos con la bendición de la paz de Dios. Dios me envió a ustedes para que Yo los ayude. Si lo desean, tomen el Rosario. El Rosario por sí solo puede hacer milagros en el mundo y en sus vidas. Yo los bendigo y me quedaré con ustedes tanto tiempo como sea la Voluntad de Dios. Gracias porque ustedes no van a traicionar mi presencia aquí. Yo les doy gracias también porque su respuesta es la de servir a Dios y a la paz. Gracias por haber respondido a mi llamado! ” (Mensaje, 25 de enero de 1991)
Coloquio
(Luego de considerar las lecturas y el Evangelio, somos invitados a un dialogo espiritual, con el corazón, con el Señor y su Madre Santísima)
Dios, Padrenuestro, hoy Te damos gracias por habernos enviado a Tu Hijo que es sólo bien. Te damos gracias por María, Tu humilde sierva, que Te dio a Ti, nuestro Padre, el primer lugar en su corazón. Te damos gracias por cada alegría y por todo el gozo que nos has dado en estos tiempos al enviarnos a Tu Hijo. Danos, oh Padre, la gracia de saber meditar y reflexionar. Líbranos de todo lo que nos impide entrar en la profundidad, allí donde podemos encontrarnos Contigo. Libéranos de cualquier posible superficialidad para que podamos permanecer en paz y llevar la paz a los demás. Padre, libéranos de cualquier cosa que haya tomado el primer lugar en nuestra vida y que Te impide ocupar ese primer lugar. Padre, sana nuestras relaciones para que podamos ser curados y lleguemos a ser santos. Danos el amor unos por otros, Te lo suplicamos, y sana las relaciones heridas en las familias para que todo esposo pueda decirle a su esposa: ‘Te deseo el bien’, que toda esposa pueda decirle a su esposo: ‘Te deseo el bien’, que los padres unidos puedan decir eso mismo a sus hijos y que éstos a su vez sean capaces de responder. Que el bien tenga espacio en las familias, para que todas las familias, por Jesucristo, Tu Hijo, puedan vivir en paz y en el bien. (Fray Slavko , Medjugorje, Diciembre 27 de 1997)
Comunión Espiritual
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)