Novena a la Inmaculada Concepción Día 7
Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen.
NOVENA EN HONOR DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA Día 6
Mensaje, 1 de agosto de 1985
“¡Queridos hijos! Les quiero decir que Yo he escogido esta parroquia y que la guardo en mis manos, como una pequea flor que no desea morir. Los invito a abandonarse a Mí para que Yo pueda ofrecerlos a Dios limpios y sin pecado. Satanás se ha apoderado de una parte de mi plan y quiere hacerlo suyo. Oren para que esto no suceda, ya que Yo los quiero para Mí para poder ofrecerlos a Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Pésame, Señor, de todo corazón de haberos ofendido por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, y propongo firmemente la enmienda. Amén
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Soberana Señora, Emperatriz de los Cielos y tierra, Estrella refulgente del mar, que fija en los candores de vuestra Inmaculada pureza diriges los errados navegantes, hijos de Adán. Yo el más indigno de todos ellos, me postro ante tu Sagrada Imagen, venerándote en el primer instante de tu Purísima Concepción, desde el cual fuiste escogida para Madre de Dios y Virgen Purísima, y te suplico en esta novena, que consagro a tus aras, que te dignes de ser mi Madre, pues lo eres de todos los miserables hijos de Adán; y me alcances del trono de la Beatísima Trinidad pureza de intención y conformidad con su santísima voluntad, para que por vuestra santísima intercesión sean mis súplicas oídas de su piedad; y en especial, Señora, se digne concederme el remedio de esta especial necesidad que os manifiesta mi corazón, lo que con gran confianza espero de vuestras piedades para que, una vez conseguida, te rinda en esta vida las gracias, hasta que logre congratularte en la gloria eternamente. Amén.
DÍA SÉPTIMO
MEDITACIÓN: «El Señor santificó tu tabernáculo» (Salmo 66, 5).
MEDITACIÓN: «Descansé igualmente en la ciudad santificada» (Eclesiástico 24, 15).
Contemplad, almas, cómo en aquella visión que tuvo el Evangelista San Juan, en que vio «la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, que descendía del Cielo preparada como la esposa adornada para su esposo», le manifestó el Altísimo al Evangelista sagrado todos los misterios, gracias y privilegios de la Concepción en gracia de María Santísima Señora nuestra; y así la llama Nueva, porque todos sus dones, grandezas y virtudes fueron nuevas, y causan nueva maravilla a los Santos, y porque vino sin el contagio de la culpa, y descendió de la gracia por nuevo orden suyo, y lejos de la común ley del pecado; y nueva porque entró en el mundo y triunfando del demonio y del primer engaño, que fue la cosa más nueva que en él se ha visto desde su principio. Y como todo esto era nuevo en la tierra, y no pudo venir de ella, dijo que bajó del Cielo, y aunque por común orden de la naturaleza desciende de Adán, pero no vino por el camino ordinario de la culpa, pues solo para esta divina Señora hubo otro decreto de la Divina Predestinación, y se abrió nueva senda por donde viniese, y así nueva bajó desde el Cielo de la mente y determinación de Dios; y dice que bajó como esposa adornada, porque así como entre los mortales se buscan los mejores adornos para el día de los desposorios, ¿qué adornos, qué preparación, qué joyas serían las que puso el Altísimo en el cuerpo y alma de la que siendo su esposa, se concebía para madre del Unigénito del Padre? ¡Y más siendo el Señor que la adornó Dios Omnipotente, infinito y rico sin medida ni tasa! Y así, almas, admiradas con júbilo y alabanza, preguntad «¿Quién es esa que sale como aurora, hermosa como la Luna, escogida como el Sol, terrible como ejércitos bien ordenados?». Y os responderán los Ángeles: «Esta es María Santísima, única Esposa y Madre del Omnipotente, que bajó al mundo adornada y preparada como Esposa de la Beatísima Trinidad para su Esposo y para su Hijo, concebida en los candores de la gracia. Alábente eternamente todas las criaturas».
ORACIÓN PARA EL DÍA SÉPTIMO
¡Oh Reina de los Ángeles! ¡Oh hermosísima Esposa del Cordero inmaculado! ¡Oh mística Ciudad de refugio, y amparo para todos! Humildemente postrado a vuestros Sacratísimos pies, os damos continuos parabienes de los adornos de excelentes virtudes y prerrogativas con que os adornó el Altísimo en el primer instante de vuestra Purísima Concepción, y os suplicamos rendidos nos concedáis lo que en esta Novena os representamos, y en especial, Señora, que nos alcancéis de vuestro Santísimo Hijo el que adorne nuestras almas de todas las virtudes y destierre de ellas todos los vicios, para que sirviéndole en esta vida con vuestro amparo, logremos verlo eternamente en la Gloria. Amén.
INVOCACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Padre, como a Hija suya, os hizo poderosísima, que en vida y en muerte me libréis del poder del Demonio. Amén. Ave María y Gloria.
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Hijo, como a Madre suya, os hizo sapientísima, que me alcanceis de su Divina Majestad una Fe constante y una esperanza firme, y que ni en vida ni en muerte me pueda pervertir alguna ignorancia o error. Amén. Ave María y Gloria.
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Espíritu Santo, como a Esposa suya, os enriqueció de una caridad inmensa, me alcancéis que mi corazón perpetuamente se abrase en el fuego del amor divino. Amén. Ave María y Gloria.
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues la Santísima Trinidad os hizo templo suyo, sustentado sobre las columnas de las más sólidas virtudes, que me alcanceis de su Divina Majestad que participando de vuestras virtudes, sea yo vivo templo suyo en tiempo y eternidad. Amén. Ave María y Gloria.
GOZOS EN HONOR A LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Todo el mundo en general
Os cante con alegría:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si viendo Moisés que ardía
La zarza, y no se quemó,
Que la culpa no os tocó
Confiesa la Iglesia pía,
Porque Dios, que os protegía,
Os libró de incendio tal:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si aquel decreto de Asuero
No se extendió con Ester,
Tampoco a Vos comprender
En el instante primero
Pudo la culpa, ni el fuero
Del decreto universal:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si Dios como Omnipotente
Libró vuestra Concepción,
Con pía y acorde unión
Cantaremos igualmente,
Diciendo de gente en gente
Con aplauso universal:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Santa Iglesia universal,
Repetid con alegría:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Por la siguiente antífona y oración, el Papa Pablo V, mediante decreto del 10 de Julio de 1615, concede 100 días de Indulgencia.
Antífona: Esta es la vara en la cual no hubo ni el nudo del pecado original, ni la corteza de la culpa actual.
℣. En tu Concecpión, oh Virgen, fuiste Inmaculada;
℟. Ruega por nosotros al Padre, cuyo Hijo diste a luz.
ORACIÓN
¡Oh, Dios!, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen preparaste digna morada para tu Hijo; rogámoste que, así como preservaste a Ella de toda mancha por la muerte prevista de tu mismo Hijo, así también nos concedas que, mediante tu intercesión, lleguemos limpios de toda culpa a tu presencia. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La oración a la Inmaculada Concepción del Padre Pío:
«Madre mía, infunde en mí aquel amor que ardía en tu Corazón por Él; en mí, que, cubierto de miserias, admiro en Ti el misterio de Tu Inmaculada Concepción y que ardientemente deseo que, por ese misterio, purifiques mi corazón para amar a mi Dios y a tu Dios; mi mente para elevarme hasta Él y contemplarlo, adorarlo y servirlo en espíritu y verdad; el cuerpo para que sea su tabernáculo manos indigno de poseerlo cuando se digne venir a mí en la Santa Comunión.»
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Novena compuesta por un religioso del convento del Seráfico Padre San Francisco en Santa Fe de Bogotá en el año 1848, y reimpresa en 1906. Imprimátur de Mons. Juan Vicente Arbeláez Gómez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, quien le concedió 80 días de Indulgencia a cada oración de la Novena.