Novena a la Inmaculada Concepción Día 9
Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen.
NOVENA EN HONOR DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA Día 9
Mensaje, 1 de agosto de 1985
“¡Queridos hijos! Les quiero decir que Yo he escogido esta parroquia y que la guardo en mis manos, como una pequea flor que no desea morir. Los invito a abandonarse a Mí para que Yo pueda ofrecerlos a Dios limpios y sin pecado. Satanás se ha apoderado de una parte de mi plan y quiere hacerlo suyo. Oren para que esto no suceda, ya que Yo los quiero para Mí para poder ofrecerlos a Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Pésame, Señor, de todo corazón de haberos ofendido por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, y propongo firmemente la enmienda. Amén
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Soberana Señora, Emperatriz de los Cielos y tierra, Estrella refulgente del mar, que fija en los candores de vuestra Inmaculada pureza diriges los errados navegantes, hijos de Adán. Yo el más indigno de todos ellos, me postro ante tu Sagrada Imagen, venerándote en el primer instante de tu Purísima Concepción, desde el cual fuiste escogida para Madre de Dios y Virgen Purísima, y te suplico en esta novena, que consagro a tus aras, que te dignes de ser mi Madre, pues lo eres de todos los miserables hijos de Adán; y me alcances del trono de la Beatísima Trinidad pureza de intención y conformidad con su santísima voluntad, para que por vuestra santísima intercesión sean mis súplicas oídas de su piedad; y en especial, Señora, se digne concederme el remedio de esta especial necesidad que os manifiesta mi corazón, lo que con gran confianza espero de vuestras piedades para que, una vez conseguida, te rinda en esta vida las gracias, hasta que logre congratularte en la gloria eternamente. Amén.
DÍA NOVENO
MEDITACIÓN: «Yo soy la Inmaculada Concepción» (Palabras de Nuestra Señora en Lourdes).
Los fundamentos del muro de aquella Ciudad que vio San Juan, estaban adornados con todas las piedras preciosas. Es esta Ciudad, María Santísima, los muros, su fortaleza y seguridad; las piedras preciosas, su hermosura, alteza de santidad y dones, y su Concepción Purísima, que es el fundamento de todo lo cual hemos de contemplar, que desde el primer instante de su Concepción, fue adornada por la Beatísima Trinidad de todos los dones y virtudes que representan estas preciosas piedras, y le fueron conferidos los privilegios correspondientes: En la primera, que es el Jaspe, se le dio fortaleza y constancia para la ejecución de todas las virtudes en el grado más heroico que se puede considerar, y a esta correspondió el privilegio de superioridad e imperio sobre Lucifer y todos los infernales espíritus, para mandarlos y arrojarlos a los Infiernos, cuando la Reina gustase. En el segundo, que es el Zafiro, se le concedió una grandiosa serenidad y paz interior y exterior, para que como Cielo inmutable, gozase de una paz serena y sin nubes ni turbación, y el privilegio correspondiente para comunicar sosiego y serenidad de entendimiento a quien se la pidiere por medio de su intercesión. En el Calcedonio, que fue la tercera, se le significó su Santísimo Nombre y las virtudes que tendría, no más que nombrado con reverencia, y el privilegio fue darle virtud a este nombre para desterrar las densas nubes de la infelicidad, y destruir los errores de las herejías, paganismo, idolatría y todas las dudas de la Fe Católica. En la cuarta, que fue la Esmeralda, se le comunicó gracia de amabilidad y dulzura devota, y por privilegio, que pudiese comunicar estas gracias a quien de veras la amase. En la quinta, que es el Sardonio, se le comunicó la similitud con su Santísimo Hijo, al privilegio de hacer por su intercesión eficaz con sus devotos, el valor de la Redención. En la sexta, que es el Sardio, se le comunicó el incendio del amor divino con que ardía incesantemente desde su Purísima Concepción, y el privilegio para dispensar el influjo del Espíritu Santo, su amor y sus dones, con todos los que por medio de esta Divina Señora le pidiesen. En la séptima, que es es el Crisólito, se le comunicó amor a la Iglesia Militante y la ley de gracia, y el privilegio de alcanzar, a quien le llamare, gracia con que disponerse para recibir los Santos Sacramentos. En el octavo, que es el Berilio, se le comunicaron con singularidad las virtudes de Fe y Esperanza, y el privilegio de dar a sus devotos esfuerzo y paciencia en los trabajos. En la novena, que es el ‘I’opacio, la pureza de su virginidad perpetua, junto con el ser Madre de Dios, y el privilegio de ser maestra y guía de vírgenes y castas. En la décima, que fue el Crisopacio, se le concedió inmóvil firmeza en la esperanza, y el privilegio de que fuese eficaz medianera para sus devotos esta ciudad. En el undécimo, que fue el Jacinto, se le infundió un amor intensísimo de la Redención del linaje humano, y el privilegio de alcanzar el fruto de la Redención para los pecadores que la llamasen de veras. En la duodécima, que fue la Amatista, se le dio virtud para afligir con su presencia a los demonios, y el privilegio de expelerlos de los cuerpos humanos, con la invocación de su Santísimo Nombre. Todas las criaturas te alaben por todos los siglos. Amén
ORACIÓN PARA EL DÍA NOVENO
¡Bellísima soberana de nuestras almas! ¡Brillante estrella que nos guías en el tempestuoso mar de esta vida! ¡Lucero hermoso de la mañana, que os anticipáis risueña a la luz del claro Sol de justicia, anunciándonos sus misericordias y sus bondades! ¡Mensajero bendito de paz, anuncio de alegría! Vuestros somos, Madre amabilísima, y deseamos serlo por toda la eternidad, especialmente los que devotos y amantes hemos llegado al fin de este Novenario, que rendidos os hemos ofrecido en prueba de amor y fidelidad. Y pues tan próspera sois, y tan poderosa con su Alteza: os suplicamos, Señora, miréis con ojos de misericordia a vuestros siervos pobres y miserables, y con los dones que el Señor puso en vuestras manos para distribuirlos a los necesitados, reparad nuestra vileza, enriqueced nuestra desnuda pobreza, y compelednos como Señora, hasta que eficazmente queramos y obremos lo más perfecto y hallemos gracia en los ojos de vuestro Santísimo Hijo, Señor nuestro. Rogad, Señora, por nosotros, y por todos los que creen, confiesan y defienden el dogma de vuestra pura e inmaculada Concepción, definido por el augusto Pontífice Rey y Vicario de Jesucristo, el inmortal Pío IX, vuestro hijo predilecto. Proteged a toda la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, hoy perseguida y atacada por los emisarios de Satanás, perversos y usurpadores. Proteged a todo el Episcopado y clero católico, y a nuestros dignos Prelados; iluminad a los ciegos incrédulos, sostened a los que padecen por vuestra causa, y dadnos a todos fuerza contra vuestros enemigos para que, después de pelear con ánimo resuelto y alegre las batallas del Señor en este mundo en que militamos como soldados de Cristo y vuestros, vayamos a recibir algún día su bendición, y de vuestros divinos labios una dulce sonrisa de aprobación que sea nuestra eterna recompensa. Amén
INVOCACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Padre, como a Hija suya, os hizo poderosísima, que en vida y en muerte me libréis del poder del Demonio. Amén. Ave María y Gloria.
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Hijo, como a Madre suya, os hizo sapientísima, que me alcanceis de su Divina Majestad una Fe constante y una esperanza firme, y que ni en vida ni en muerte me pueda pervertir alguna ignorancia o error. Amén. Ave María y Gloria.
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Espíritu Santo, como a Esposa suya, os enriqueció de una caridad inmensa, me alcancéis que mi corazón perpetuamente se abrase en el fuego del amor divino. Amén. Ave María y Gloria.
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues la Santísima Trinidad os hizo templo suyo, sustentado sobre las columnas de las más sólidas virtudes, que me alcanceis de su Divina Majestad que participando de vuestras virtudes, sea yo vivo templo suyo en tiempo y eternidad. Amén. Ave María y Gloria.
GOZOS EN HONOR A LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Todo el mundo en general
Os cante con alegría:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si viendo Moisés que ardía
La zarza, y no se quemó,
Que la culpa no os tocó
Confiesa la Iglesia pía,
Porque Dios, que os protegía,
Os libró de incendio tal:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si aquel decreto de Asuero
No se extendió con Ester,
Tampoco a Vos comprender
En el instante primero
Pudo la culpa, ni el fuero
Del decreto universal:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si Dios como Omnipotente
Libró vuestra Concepción,
Con pía y acorde unión
Cantaremos igualmente,
Diciendo de gente en gente
Con aplauso universal:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Santa Iglesia universal,
Repetid con alegría:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Por la siguiente antífona y oración, el Papa Pablo V, mediante decreto del 10 de Julio de 1615, concede 100 días de Indulgencia.
Antífona: Esta es la vara en la cual no hubo ni el nudo del pecado original, ni la corteza de la culpa actual.
℣. En tu Concecpión, oh Virgen, fuiste Inmaculada;
℟. Ruega por nosotros al Padre, cuyo Hijo diste a luz.
ORACIÓN
¡Oh, Dios!, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen preparaste digna morada para tu Hijo; rogámoste que, así como preservaste a Ella de toda mancha por la muerte prevista de tu mismo Hijo, así también nos concedas que, mediante tu intercesión, lleguemos limpios de toda culpa a tu presencia. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La oración a la Inmaculada Concepción del Padre Pío:
«Madre mía, infunde en mí aquel amor que ardía en tu Corazón por Él; en mí, que, cubierto de miserias, admiro en Ti el misterio de Tu Inmaculada Concepción y que ardientemente deseo que, por ese misterio, purifiques mi corazón para amar a mi Dios y a tu Dios; mi mente para elevarme hasta Él y contemplarlo, adorarlo y servirlo en espíritu y verdad; el cuerpo para que sea su tabernáculo manos indigno de poseerlo cuando se digne venir a mí en la Santa Comunión.»
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Novena compuesta por un religioso del convento del Seráfico Padre San Francisco en Santa Fe de Bogotá en el año 1848, y reimpresa en 1906. Imprimátur de Mons. Juan Vicente Arbeláez Gómez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, quien le concedió 80 días de Indulgencia a cada oración de la Novena.