Novena Sancta María Mater Dei, Día 1
La Inmaculada Concepción de la Madre de Dios
«¡Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha en ti!»
Cantar de los Cantares 4:7
Oración
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las plegarias que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Reflexión
Ya que Dios crea un alma inmortal a través de la unión conyugal del hombre y la mujer, la concepción de toda persona humana es sagrada. Dios llama a la existencia a la persona con su amor, incluso si la concepción se da por un acto de lujuria o violencia.
Cuando la Virgen María fue concebida en el seno de su madre, Dios creó su alma inmortal y la llenó de su vida divina. En la Inmaculada Concepción, Dios redimió en forma especialísima a María preservándola del Pecado Original en previsión de los méritos de Cristo, el Salvador. Desde el primer instante de su vida, María era de una hermosura plena, llena de gracia (Lc 1:28), sin ningún rastro de egoísmo ni inclinación al pecado y con una libertad sin igual para amar a Dios y a todos los demás. En la concepción de María, Dios la dotó de las armas para destruir el reino de Satanás (Gen 3:15). La caridad de Cristo llenó a María desde el primer instante de su existencia, dentro del vientre de su madre.
Con estas palabras proclamó el Papa Pío IX el Dogma de la Inmaculada Concepción: Declaramos, pronunciamos y decimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, desde el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Todopoderoso, en previsión de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, fue preservada de toda mancha del pecado original, es doctrina revelada por Dios y por consiguiente debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles.
La buena noticia de la Inmaculada Concepción es que hay más amor en el alma inmaculada de María que mal en el mundo. En su Inmaculada Concepción, Dios dotó a María de la capacidad para dar su sí libremente a su plan de salvación en Cristo y para ayudarnos a nosotros, sus hijos, a decir también que sí.
Mensaje, 25 de diciembre de 1998
“¡Queridos hijos! En esta alegría navideña deseo bendecirlos con mi bendición. De manera especial, hijitos, les doy la bendición del Niño Jesús. Que El los llene de su paz. Hijitos, hoy no tienen paz, y la ansían. Por eso, en este día, con mi Hijo Jesús los invito: Oren, oren, oren, ya que sin oración no tienen ni alegría, ni paz, ni futuro. Ansíen la paz y búsquenla, porque Dios es la verdadera paz. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Comentario de Fray Slavko Barbaric (Diciembre 25, 1998)
Fuente: Medjugorje.ws
EN ESTE GOZO DE NAVIDAD, DESEO BENDECIRLOS CON MI BENDICION…
DE UN MODO ESPECIAL … LES DOY LA BENDICION DEL NIÑO JESUS…
«Ciertamente, ya estamos acostumbrados a oír que María nos bendice y especialmente que diga que nos da su «bendición maternal», que nos da su «bendición especial», que nos da su «bendición de paz y de amor» y también la «bendición de Dios». Varias veces ha dicho que Ella nos bendice y algunas veces ha expresado incluso que nosotros podemos llevar esa bendición a los demás, a fin de que todos puedan tener paz. Por tanto, al meditar en estas bendiciones, podemos decir que la primera bendición que María nos da es su presencia misma aquí y esto es también lo que significa «la bendición del Niño Jesús». María, como madre, dio a luz a Jesús y Su nombre es Emmanuel –Dios con nosotros– y El está aquí por nosotros. El vino a salvarnos y a mostrarnos el camino del amor, la paz, la luz y la verdad y a apartarnos del mal. Con el pecado entró la maldición y con Jesús viene la bendición. En hebreo, la palabra ‘bendición’ significa también un don, una gracia y paz. En griego y en latín significa decir algo bueno de alguien o actuar bien con alguien. Quien bendice da algo y se vuelve, pues, una nueva persona para el otro. Se trata de una nueva relación…»
Oración
Dios, Padre Todopoderoso, en el momento de nuestra concepción llamaste a cada uno de nosotros a la existencia con tu amor. Amaste a María asombrosamente en su Inmaculada Concepción, preservándola de heredar el pecado de Adán por los méritos anticipados del Salvador. La preparaste en su concepción para ser la Madre y compañera de tu Hijo y nuestra madre amorosa. Concede a toda persona una reverencia cada vez más honda hacia tu presencia y acción creadora en la concepción humana. Ayuda a todos a reconocer el mal que hay en el aborto y la anticoncepción, y todos los pecados que ofenden a nuestro Dios Creador. Que en el abrazo maternal de María, todo estadounidense promueva la veneración a la vida humana en nuestra nación. Te lo pedimos por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.