Nunca es tarde para ayunar
Nunca es demasiado tarde para empezar a ayunar.
Mensaje, 26 de septiembre de 1985
“¡Queridos hijos! Les agradezco todas sus oraciones y todos sus sacrificios. Yo deseo invitarlos, queridos hijos, a renovar los mensajes que les estoy dando. Sobre todo, practiquen el ayuno, porque con el ayuno obtendrán que se realice completamente el plan que Dios tiene sobre Medjugorje. Con esto me darán una gran alegría. Gracias por haber respondido a mi llamado!”
El ayuno es una práctica espiritual antigua, a menudo incomprendida como un simple sacrificio. En realidad, es una oportunidad para purificar tu mente y cuerpo, acercarte a Dios y fortalecer tu fe. El ayuno no solo significa renunciar a la comida, sino cumplir un acto de amor y dedicación que te libera de las condiciones materiales y mundanas, permitiéndote encontrar una alegría que trasciende placeres temporales.
Entiendo que puede parecer difícil, especialmente en un contexto social que no siempre entiende esta elección. El miedo a tener que justificar el ayuno frente a familiares o amigos es común, pero quienes lo practican descubren una nueva libertad: la alegría de compartir momentos con otros sin sentirse atado por los placeres de la comida, encontrar la serenidad en comunión con Jesús y María.
El ayuno, guiado por el amor a Dios, hace que la oración sea más profunda y más alegre, como la del Santo Rosario. No es una carga, sino una práctica que te acerca cada vez más a una conexión espiritual con Jesús.
Si sientes las ganas de acercarte a esta práctica, empieza con un pequeño paso: dedica un día al ayuno, tal vez tan temprano como este viernes. Incluso un solo día puede abrirte a la libertad y alegría que el ayuno puede dar, acompañándote con creciente confianza en tu caminar espiritual.
Bruno Temil