
Setenta veces siete. Jueves XIX
«Yo estoy con ustedes y los invito a todos, hijitos, a que primeramente perdonen en la familia y entonces serán capaces de perdonar a los demás. Gracias por haber respondido a mi llamado!” (Mensaje 25 de Enero 1996)
Evangelio Diario y Meditación
Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Santo Evangelio
Evangelio según san Mateo 18, 21—19, 1
Se acercó Pedro y le preguntó a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”.
Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: ‘Dame un plazo y te pagaré todo’. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’. El otro se arrojo a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Éste lo mandó llamar y le dijo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?’ E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”.
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.
Meditación
Primer Punto: «Guardaos de tener en poco a uno de estos pequeñitos» (Mt 18,10) y añadió: «Si pecare tu hermano contra ti, recíbelo» (Mt 18,15), etc. y prometió una recompensa diciendo: «Si dos de vosotros se convinieren, toda cosa que pidieren les será hecha», etc.; provocado el apóstol Pedro por estas palabras, hace una pregunta y ved aquí lo que de ella se dice: «Entonces Pedro, llegándose a El, dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré?» etc. Y añade a la pregunta su parecer diciendo: «¿Hasta siete veces?» (San Jerónimo)
Segundo Punto: El rey nos hará rendir cuentas de nuestra vida cuando sea necesario que todos nosotros seamos manifestados delante del tribunal de Cristo (2Cor 5). No queremos decir con esto que Cristo necesite mucho tiempo para tomar esta cuenta. Porque el Señor hará por virtud admirable -al querer poner a las claras las almas de todos- que cada uno recuerde en poco tiempo todas sus acciones y dice: «Y habiendo comenzado a tomar las cuentas», etc. porque dará principio a tomar las cuentas por la casa de Dios (1Pe 4). De ahí es que le será presentado al principio del juicio el hombre a quien El dio muchos talentos y que en lugar de hacerlos fructificar presentó, a pesar de la obligación que se le había impuesto, grandes pérdidas. Es verosímil que en estos talentos que él perdió, estén representados los hombres que por causa suya se han perdido, resultando de aquí el haberse hecho deudor de muchos talentos por seguir a esa mujer, que se sienta sobre un talento de plomo y que lleva el nombre de iniquidad. (Orígenes)
Tercer Punto: Ved la sobreabundancia del amor divino. Pide el siervo que se le prolongue el tiempo y El le concede más de lo que le pide, perdonándole y concediéndole todas las deudas. Incluso hizo más. El quería darle desde el principio, pero no quería que su donativo viniese solo, sino acompañado de las súplicas del siervo, a fin de que no se retirase éste sin mérito personal. Mas no le perdonó las deudas antes de pedirle cuentas, para enseñarle cuántas eran las deudas que le perdonaba y hacerle de este modo más benigno para su consiervo. Todas las cosas hechas hasta ahora, fueron efectivamente oportunas. Confesó él sus deudas y el Señor prometió perdonárselas; suplicó arrojándose a sus pies y comprendió la grandeza de sus deudas; pero lo que después hizo fue indigno de lo primero. Porque sigue: «Y habiendo salido halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios y trabando de él le quería ahogar», etcétera. (San Juan Crisóstomo)
Mensaje
“¡Queridos hijos! Hoy los invito a decidirse por la Paz. Oren a Dios para que les dé la verdadera paz. Vivan la paz en sus corazones y comprenderán, queridos hijos, que la paz es un don de Dios. Queridos hijos, sin amor no pueden vivir la paz. El fruto de la paz es el amor y el fruto del amor es el perdón. Yo estoy con ustedes y los invito a todos, hijitos, a que primeramente perdonen en la familia y entonces serán capaces de perdonar a los demás. Gracias por haber respondido a mi llamado!” (Mensaje 25 de Enero 1996)
Coloquio
Te pedimos especialmente, oh Padre, que podamos ser capaces de amar, no de manera humana, sino a Tu manera. Libéranos de los celos y de todos los pensamientos que nos distraen y que nos impiden vivir sólo en Tu amor, de tal modo que nuestra vida, nuestras relaciones familiares, nuestra iglesia y el mundo entero puedan ser más hermosos. Libera nuestro comportamiento, nuestras palabras y nuestros pensamientos de cualquier interés personal para que podamos amarte simplemente como Tu nos amas y podamos llegar a amarnos unos a los otros simplemente. Danos también la gracia de poder comprender las palabras que María nos da por amor, de poder aceptar a los demás porque Tu nos creaste y nos amas y que podamos perdonarnos unos a otros. (Fr. Slavko, 28 de Septiembre 1997)
Comunión Espiritual:
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)