Trae aquí a los pobres, a los lisiados…Martes XXXI

Trae aquí a los pobres, a los lisiados…Martes XXXI

4 de noviembre de 2025 0 Por Gospa Chile

«No den importancia a las pequeñas cosas sino que aspiren al Cielo y a la santidad. Gracias por haber respondido a mi llamado!”  (Mensaje, 25 de Julio de 1987)


Oración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén

Santo Evangelio:
Evangelio según san Lucas 14, 1a. 15-24Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos.Uno de los invitados le dijo: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!”Jesús le respondió: “Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: «Vengan, todo está preparado». Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: «Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo.  Te ruego me disculpes». El segundo dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes». Y un tercero respondió: «Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir».A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y éste, irritado, le dijo: «Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos».Volvió el sirviente y dijo: «Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar».El señor le respondió: «Ve a los caminos y a lo largo de los cercados, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena”.

Meditación Patrística:


Primer Punto: Aunque el Señor conocía la malicia de los fariseos, aceptaba sus convites para ser útil a los que asistían a ellos con sus palabras y milagros. Por esto sigue: «Y aconteció que entrando Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos a comer pan, ellos le estaban acechando». Esto es, si faltaba a la reverencia debida a la ley o si hacía algo de lo que estaba prohibido en día de sábado. En efecto, habiendo llegado un hidrópico a presencia suya, por medio de una pregunta reprimió la insolencia de los fariseos que se proponían argüirle. Por esto dice: «Y he aquí que un hombre hidrópico estaba delante de El.  Menospreciadas la asechanzas de los judíos, cura de su enfermedad al hidrópico, el cual, temiendo a los fariseos, no pedía el remedio de su mal porque era sábado, sino que únicamente estaba en su presencia para ver si se compadecía de él y lo curaba. Conociendo esto, el Señor no le pregunta si quiere ser curado, sino que le curó en seguid. Por esto sigue: «El entonces le tomó, le curó y le despidió». (San Cirilo) 


Segundo Punto: Celebró una gran cena porque nos preparó la saciedad de su eterna dulzura; llamó a muchos pero vienen pocos. Porque sucede con frecuencia que aun los mismos que le están sometidos por la fe contradicen con su vida el convite eterno. Hay una diferencia entre las complacencias del cuerpo y las del corazón y es que cuando no se disfrutan las del cuerpo se tiene un gran deseo de ellas; y cuando se obtienen, hastían por la saciedad al que las alcanza. Lo contrario sucede con las delicias espirituales. Cuando no se tienen parecen desagradables; y cuando se alcanzan, se desean más. La suprema piedad nos recuerda y ofrece a nuestros ojos las delicias desdeñadas y nos excita a que rechacemos el disgusto que nos causan. Por esto sigue: «Y envió a uno de sus siervos». (San Gregorio)  


Tercer Punto: Este hombre, mediador entre Dios y el hombre, es Jesucristo. Envió a que viniesen los invitados, esto es, los llamó por los profetas enviados con este fin, los cuales en otro tiempo invitaban a la cena de Jesucristo. Fueron enviados en varias ocasiones al pueblo de Israel. Muchas veces los llamaron para que viniesen a la hora de la cena; aquéllos recibieron a los que los invitaban, pero no aceptaron la cena. Leyeron a los profetas y mataron a Cristo. Y entonces prepararon, sin darse cuenta de ello, esa cena para nosotros. Una vez preparada la cena (esto es, una vez sacrificado Jesucristo), fueron enviados los apóstoles a los mismos a quienes antes habían sido enviados los profetas. (San Agustín)

  • Mensaje
    “¡Queridos hijos! Hoy quisiera envolverlos con mi manto y guiarlos por el camino de la santidad. Yo los amo y por eso deseo que ustedes sean santos. No quiero que Satanás los obstaculice en este camino. Queridos hijos, oren y acepten todo lo que Dios les presenta en este camino, que es doloroso. Pero a quien comience a recorrerlo, Dios le revelará toda la dulzura de modo que pueda responder a cada llamado Suyo. No den importancia a las pequeñas cosas sino que aspiren al Cielo y a la santidad. Gracias por haber respondido a mi llamado!”  (Mensaje, 25 de Julio de 1987)


    Coloquio
     Dios, Padre nuestro, gracias porque Tú eres nuestro Padre y porque nos has llamado a ser Tus hijos. Gracias porque nos has revelado Tu amor por medio de Jesucristo, Tu Hijo, que se hizo hombre. Te alabamos por la misericordia que nos has mostrado en El. Te damos gracias porque nos has prometido enviarnos a Tu Espíritu Santo y especialmente por habernos enviado a María para que pueda guiarnos en este tiempo de gracia. Te pedimos, oh Dios, Padre nuestro, que abras nuestros corazones y nos liberes de todo lo que nos cierra a Ti. Danos la gracia de regocijarnos con Tu Palabra. Danos la gracia de poder entenderla y aceptar Tu voluntad sin miedo. (Fray Slavko Barbaric, 27 de Noviembre 1997)


    Comunión Espiritual:

 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)