
Un grano de mostaza. Lunes XVII
«Hijitos, vivan gozosos los mensajes del Evangelio…” (Mensaje, 25 de diciembre de 1996)
Evangelio Diario y Meditación
Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Santo Evangelio
Evangelio según san Mateo 13, 31-35
Jesús propuso a la gente esta parábola:
“El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas”.
Después les dijo esta otra parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa”.
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: “Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo”.
Meditación Patrística:
Primer Punto: «Esta, en verdad, es la menor de todas las simientes». La predicación del Evangelio es la menor de todas las enseñanzas, porque no tiene a primera vista el aspecto de la verdad, predicando a un hombre Dios, a un Dios muerto, y el escándalo de la cruz. Comparad semejante doctrina con los dogmas de los filósofos, con el brillo de su elocuencia y con el arte tan estudiado de sus discursos y veréis cómo efectivamente es menor que las demás simientes la predicación del Evangelio. Cuando se han desarrollado los dogmas de los filósofos, no presentan ni energía ni vitalidad alguna, sino que todos ellos son débiles y macilentos y producen legumbres y yerbas que pronto se desecan y mueren. Pero la predicación del Evangelio (que al principio parecía cosa de poca importancia), bien se la considere en las almas de los fieles, bien se la mire en todo el mundo, no se levanta en legumbres, sino que crece en un árbol, de suerte que las aves del cielo, es decir, las almas de los fieles o las virtudes, que combaten por el servicio de Dios, vienen y habitan sobre sus ramas. (San Jerónimo)
Segundo Punto: El Señor se compara a sí mismo con la levadura. Porque la levadura, que es hecha de harina, tiene la propiedad de comunicar a todas las harinas de su especie la virtud que ha recibido; y la mujer, esto es, la sinagoga, esconde esta levadura mediante su condenación a morir; y la levadura echada en tres medidas de harina, es decir, en la de la ley, en la de los profetas y en la de los Evangelios, no forma de los tres elementos más que una sola creencia, de manera que en los progresos del Evangelio están cumplidos lo que estableció la ley y anunciaron los profetas. Aun cuando ya he hecho mención de que muchos entienden por las tres medidas de harina la vocación de las tres naciones formadas por Sem, Cam y Jafet, no sé, sin embargo, si es conforme a razón esta opinión, porque aun cuando todas las naciones han sido llamadas al Evangelio, no se puede decir que todas han ocultado a Cristo. Al contrario, lo han esclarecido, y desde luego no ha fermentado en tanta multitud de naciones toda la levadura. (San Hilario)
Tercer Punto: Leemos en Platón, que en el alma hay tres facultades: la parte racional, la parte irascible y la concupiscencia. Y nosotros, si hemos recibido la levadura del Evangelio, poseemos la prudencia en la razón; en la ira el odio contra los vicios; en la concupiscencia el deseo de las virtudes, y todo esto es resultado de la doctrina evangélica que nos dio nuestra madre la Iglesia. Diré también la interpretación que dan algunos. Dicen que la referida mujer figura la Iglesia que mezcla la fe del hombre con las tres medidas de harina, es decir, la fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo; y cuando toda esta fe ha fermentado, nos encontramos no con tres creencias en Dios, sino con una sola y en un solo Dios. Esta es a la verdad una interpretación piadosa, pero nunca estas interpretaciones dudosas y parábolas pueden servir de punto de apoyo para probar los dogmas. (San Jerónimo)
Mensaje
“¡Queridos hijos! Hoy estoy con ustedes de una manera especial, llevando en mis brazos al Niñito Jesús, y los invito, hijitos, a abrirse a Su llamado. El los invita al gozo. Hijitos, vivan gozosos los mensajes del Evangelio que les repito desde el tiempo en que estoy con ustedes. Hijitos, Yo soy su Madre y deseo revelarles al Dios del amor y al Dios de la paz. No quiero que sus vidas se desarrollen en la tristeza, sino que se realicen en el gozo por la eternidad, conforme al Evangelio. Sólo de este modo sus vidas tendrán sentido. Gracias por haber respondido a mi llamado! ” (Mensaje, 25 de diciembre de 1996)
Coloquio
Dios, Padre Nuestro, Te damos gracias por enviarnos a María cada día y porque Ella nos educa y nos acompaña en el camino a la salvación. Te damos gracias por haberle permitido quedarse con nosotros por tanto tiempo. Ahora, con María, te suplicamos: danos amor para que podamos comprender que tu debes tener el primer lugar en nuestro corazón, en nuestra vida. Te pedimos que liberes nuestros corazones de todos los dioses falsos, de todas las falsas dependencias a este mundo, a nosotros mismos, a las personas y a todas las cosas materiales a fin de que podamos estar libres para Ti y que Tu te conviertas para nosotros en el camino, la verdad y la luz. Te pedimos especialmente, oh Padre, que podamos ser capaces de amar, no de manera humana, sino a Tu manera. Libéreanos de los celos y de todos los pensamientos que nos distraen y que nos impiden vivir sólo en Tu amor, de tal modo que nuestra vida, nuestras relaciones familiares, nuestra iglesia y el mundo entero puedan ser más hermosos. (Fr. Slavko Barbaric, 28 de Septiembre de 1998)
Comunión Espiritual
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)