Yo soy la puerta de las ovejas
«Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas».
¿Y QUIÉN ES EL QUE SACA LAS OVEJAS SINO AQUEL QUE PERDONA LOS PECADOS, PARA QUE DESEMBARAZADOS DE SUS DURAS CADENAS PUEDAN SEGUIRLE?
San Agustín, De Verbum Domine Serm, 49
«El que entra por la puerta es pastor de las ovejas.».Entra por la puerta el que entra por Cristo, el que imita la pasión de Cristo, el que conoce la humildad de Cristo, que siendo Dios se ha hecho hombre por nosotros. Conozca el hombre que no es Dios, sino hombre, porque el que quiere parecer Dios siendo hombre, no imita a Aquel que siendo Dios se hizo hombre. Porque no se te ha dicho: seas algo menos de lo que eres; sino, reconoce lo que eres.
«A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera.» ¿Y quién es el que saca las ovejas sino Aquel que perdona los pecados, para que desembarazados de sus duras cadenas puedan seguirle? «Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas».
«A un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños» Algunas veces las que no son ovejas oyen la voz del pastor; tal aconteció a Judas, que aunque era lobo, oyó esta voz, y las ovejas no la oyen; porque algunos de los que crucificaron a Cristo eran ovejas, y sin embargo, no oyeron su voz. Podrá decir alguno que aquellas no eran ovejas cuando no oían su voz; mas una vez que fue oída esta voz, fueron cambiados, de lobos que eran, en ovejas. Aún me asusta lo que el Señor, por boca de Ezequiel, reprende a los pastores, diciéndoles, entre otras cosas, acerca de las ovejas (Jn 34,6): «No llamaste a la que andaba errante». El le dice errante y la llama oveja; no andaría errante, si oyera la voz del pastor; por eso anda errante, porque oyó la voz del extraño. He aquí lo que yo digo: el Señor conoce los que son suyos, por presciencia (2Tim 2,19); conoce a los predestinados; éstos son las ovejas. Algunas veces no se conocen ellas mismas, pero el pastor las conoce; porque hay muchas ovejas fuera del redil, y muchos lobos están dentro. De los predestinados es de quien habla. Hay una cierta voz de pastor que las ovejas reconocen; no la del extraño; y en la que las que no son ovejas no oyen a Cristo. ¿Qué voz es ésta? «El que perseverare hasta el fin, éste será salvo» (Mt 10,22). Esta voz no la desprecia el hijo; no la oye el extraño. «Este proverbio les dijo Jesús. Mas ellos no entendieron lo que les decía», porque el Señor apacienta con palabras claras y ejercita con palabras oscuras. Cuando dos oyen las palabras del Evangelio, el uno piadoso y el otro impío, y lo que oyen es de tal naturaleza que ambos no lo entienden, el uno exclama: es verdad lo que dijo, es bueno lo que dijo, pero nosotros no lo entendemos. Este ya llama, porque cree; es digno de que se le abra si insiste en llamar. El otro dice: nada dijo; que oiga aun esta palabra: «Si no creyereis, no entenderéis» (Is 7,9).
«Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.» Entiéndase en este sentido: Todos los que vinieron sin mí; porque no vinieron sin El los Profetas, porque vinieron con El los que vinieron con la palabra de Dios, y los que vinieron con El fueron veraces, porque El es la palabra y la verdad. El que había de venir enviaba sus heraldos, poseyendo los corazones de aquellos que enviaba. El que existe siempre, tomó carne en el tiempo. ¿Qué quiere decir siempre ? «En el principio era el Verbo» (Jn 1,1). Los justos precedieron su venida en carne; creyeron que había de venir del mismo modo que nosotros creemos que vino. Los tiempos son diversos, no la fe; la misma fe une a los unos y a los otros, a aquellos que creyeron que vendría, y a los que creen que vino. Luego todos los que vinieron sin El fueron ladrones y salteadores; esto es, vinieron para robar y para matar. «Pero no los oyeron las ovejas», esto es, aquellos de quienes se ha dicho (2Tim 2,19): «El Señor conoce los que son de El». Las ovejas no oyeron a aquellos en quienes no estaba la voz de Cristo; a los que andan errando, a los mentirosos, a los seductores de infelices.
Por qué se llama a sí mismo puerta, lo manifiesta cuando añade: «Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.»
«Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.» Pero ¿qué quiere decir «Entrará y saldrá»? Entrar en la Iglesia por la puerta misma es muy bueno; pero salir de la Iglesia, no lo es. Podemos, pues, decir que nosotros entramos cuando pensamos interiormente alguna cosa, y que salimos cuando hacemos alguna acción exterior, según aquello del Profeta (Sal 103,23): «Saldrá el hombre a su obra».
Pero más me complace el consejo que en cierta manera nos da cuando dice después: «El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»
Me parece que debe entenderse: para que tengan vida, los que entran, esto es, que reciban la vida de la fe que obra por la caridad (Gál 5); fe que abre la puerta del redil en que está la vida, porque el justo vive de la fe (Rom 1,17). «Y para que la tengan en más abundancia» los que salen, esto es, cuando mueren los verdaderos fieles y tienen una vida más abundante, en donde después no vuelven a morir. Aunque en esta vida no falten pastos, encontrarán pastos donde puedan saciarse, como los que encontró aquel a quien se dijo (Lc 23,43): «Hoy estarás conmigo en el paraíso».