Perdonar a quien nos ha herido

Perdonar a quien nos ha herido

26 de octubre de 2024 0 Por Gospa Chile

Comentario de Padre Slavko: María usa la palabra «comprender»


Mensaje, 25 de septiembre de 1997

“¡Queridos hijos! Hoy los invito a comprender que sin amor no pueden comprender que Dios debe estar en primer lugar en su vida. Por eso, hijitos, los invito a todos a amar, no con amor humano, sino con el amor de Dios. Así su vida será más hermosa y no interesada. Comprenderán que Dios se da por amor del modo más simple. Hijitos, para que puedan comprender mis palabras que les doy por amor, oren, oren, oren y podrán con amor aceptar a los demás y perdonar a todos aquellos que les han hecho mal. Respondan con oración; la oración es el fruto del amor hacia Dios creador. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”


Si pensamos en las muchas palabras de Jesús en el Evangelio, nos resultará muy sencillo entender lo que esto significa. Jesús dijo, «Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan… porque si amais a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?» Así pues, el amor humano tiene su propia lógica para corresponder al bien con bien, pero también al mal con mal. Visto humanamente, cuando alguien nos hace mal o se comporta injustamente con nosotros, o nos traiciona, surge el deseo en nuestro corazón de pagar a esa persona de igual modo. El amor humano no entiende por qué hay que amar a quien no nos aman y perdonar a quien nos ha herido. Allí donde termina la lógica del amor humano es donde comienza la lógica del amor de Dios. Jesús dijo que el amor del Padre hacia nosotros es tan misericordioso, que deja que el sol brille para buenos y malos. El perdona al hijo pródigo, lo acoge con amor, mientrás que el hermano de éste reacciona de manera humana y por eso no puede comprender el gozo del padre o por qué el hijo pródigo ha encontrado abiertas las puertas de la casa. María quiere que amemos con el amor de Dios. Esto significa que debemos de vencer en nosotros la lógica humana, que debemos abrir nuestro corazón a la lógica del amor de Dios y convivir unos con otros de este modo.

Lo único que puede hacer nuestra vida más hermosa es el amor. Si en nuestro corazón hay amor por la gente, nos sentimos bien, nos sentimos seguros, nos sentimos seguros, tenemos paz, pero todos sabemos también que si no tenemos ese amor todo lo demás se vuelve más complicado. Todo nos pesa y es que si en nuestra casa y en el espacio que nos rodea no hay amor, simplemente se vuelven demaciado estrechos. Entonces surgen los miedos y la desconfianza. Piensen tan solo en cuán fácilmente podemos resolver situaciones con las personas que amamos y cuán complicado resulta cuando se supone que debemos resolver algo con alguien que no amamos. Pero también es bueno pensar en que a veces, también nos cuesta trabajo con aquellos que nos aman pero que nosotros no amamos, porque especialmente entonces resulta muy evidente cuán distantes estamos aún del amor de Dios.

El amor libera nuestro corazón y lo hace capaz de actuar sin ataduras, de pensar sin rivalidades, de no tener miedo de que otro nos vayan a traicionar o de que otros vayan a recibir más. El amor libera el corazón de los celos y generalmente de cualquier otro sentimiento negativo. El amor hace al hgombre capaz de alegrarse con el bien de los demás y de entristecerse cuando les va mal. El amor hace la vida y todas las relaciones humanas en la vida simplemente más hermosa.

El amor de Dios por nosotros es un amor incondicional. Es por eso que Dios nos perdona, es misericordioso y de ahí que podamos acudir a El cualquier momento. El no es complicado, El es muy simple. Por eso, no debemos tener miedo de Dios. Ningún miedo a Dios puede tener fundamento ni justificación. El amor a Dios nos ha abierto un camino sencillo para que nos acerquemos a El. Dios se hizo pan por nosotros y cualquiera puede acercarse a un pan. El pan es simple, Dios se hizo palabra y cualquiera puede escuchar la palabra así como aceptarla. Este es el camino de Dios para nosotros y (…) es el amor con el que El nos ama. De ahí que sea tan importante que oremos verdaderamente pidiendo la gracia de ser capaces de amar.

El problema con las relaciones humanas, especialmente en las familias, y la relación con uno mismo, es aceptar a los demás tal como son y a uno mismo también. Quizá haya un gran malentendido en lo que toca a este llamado a aceptar a los demás, porque a menudo tememos aceptar a los demás como tal como son porque pensamos que entonces seguirán siendo del modo que son. Este miedo, sin embargo, no es bueno. Aceptar a los demás con amor significa en realidad ayudarlos, ayudarlos a cambiar su vida y ayudarlos también a convertirse. Sabemos todos por experiencia que nosotros escuchamos a quienes amamos y también a quienes no amamos y también que gustosamente hacemos lo que nos pide alguien que amamos. Siempre estamos dispuestos a hacer y ofrecer cualquier cosa por los que amamos y es aquí, donde frecuentemente entramos en conflicto con las condiciones básicas de la educación. Queremos que los demás cambien y sólo entonces prometemos aceptarlos, mientras que ellos no cambiarán a menos que sean inmediatamente aceptados por nosotros. Aquí podemos descubrir fácilmente la grandeza del amor de Dios y así tenemos la oportunidad de cambiar nosotros mismos. Dios no pone la condición de «sé bueno y sólo entonces recibirás». Nosotros recibimos a fin de que podamos cambiar. En este punto hay que subrayar de nuevo a los padres y educadores que deben tener mucho cuidado al simplemente recompensar a quienes son buenos y castigar a los que son malos. La recompensa no debe depender realmente de ser buenos, si no más bien la recompensa o el amor pueden convertirse en algo que impulse sl hijo malo a comenzar a ser algo positivo. Es aquí donde todos los padres de familia y educadores necesitan gran sabiduría y amor. El amor jamás debe suprimirse, si no más bien hay que – por así decirlo – invertirlo. Nuestro amor nunca debe parecer a los demás como una recompensa, sino como la condición por la cual debe crecer. Y es que si nuestro amor lo damos sólo como recompensa, se trata únicamente de amor humano. Por eso María nos llama a amar con el amor de Dios. La regla de oro para cualquier tipo de educación es justamente ésta. El amor debería invertirse en que la persona pueda crecer y desarrollarse sin miedos y sin desconfizanzas. Esta es también la condición para que podamos perdonar a quienes nos han hecho mal. Si respondemos al mal con el mal, no habrá esperanza de que las relaciones entre nosotros mejoren. Pero hay que ser fuertes interiormente, porque es sólo el amor de Dios por nosotros lo que nos lleva a responder con bien a quienes nos han hecho mal. Así, incluso quienes nos han dañado podrán más fácilmente ser capaces de hacer las paces y entonces convertirse.

Aquí debemos preguntarnos como responderemos cuando alguién nos ha dicho o hecho algo malo o se ha comportado injustamente con nosotros. ¿Respondemos hablando mal de ellos, con ira, juicios y acusaciones que los involucran y luego les respondemos de igual modo? ¿O tenemos el valor y la fortaleza interior para orar por ellos? Es así como debiera ser, porque ésta es la manera como Jesús se comportó en la cruz. A todas las personas perversas, las injurias y humillaciones, El respondió siempre sólo con oración y ofreció reiteradamente la reconciliación. Es por eso que se convirtió en Principe de la Paz y puesto que María respondió simultáneamente con oración y reconciliación, Ella se conviertió en Reina de la Paz. Y es que…

El amor embellece la oración y la hace un gozo y esto, porque hacer oración significa estar con Dios. De este amor surge y crece, pues, una auténtica oración. Pero, de nuevo, la oración es una condición para nuestro crecimiento en el amor. Así, para este nuevo mes, siendo octubre también el mes del Rosario, tenemos una buena e importante tarea de orar especialmente pidiendo el amor para ser capaces de comprender. María usa la palabra «comprender» varias veces en este mensaje, pero no se refiere a una comprensión con la mente. Se refiere a la comprensión del corazón, porque el corazón comprende cuando tiene amor. Un corazón amante comprende también cada situación y sabe que hacer incluso cuando la comprensión mental está bloqueada y falla en darnos un buen consejo. Es la sabiduría del corazón a lo que María se refiere aquí. Así pues, que todos podamos crecer en este amor y esta sabiduria.

Dios, Padre Nuestro, Te damos gracias por enviarnos a María cada día y porque Ella nos educa y nos acompaña en el camino a la salvación. Te damos gracias por haberle permitido quedarse con nosotros por tanto tiempo. Ahora, con María, te suplicamos: danos amor para que podamos comprender que tu debes tener el primer lugar en nuestro corazón, en nuestra vida. Te pedimos que liberes nuestros corazones de todos los dioses falsos, de todas las falsas dependencias a este mundo, a nosotros mismos, a las personas y a todas las cosas materiales a fin de que podamos estar libres para Ti y que Tu te conviertas para nosotros en el camino, la verdad y la luz. Te pedimos especialmente, oh Padre, que podamos ser capaces de amar, no de manera humana, sino a Tu manera. Libéreanos de los celos y de todos los pensamientos que nos distraen y que nos impiden vivir sólo en Tu amor, de tal modo que nuestra vida, nuestras relaciones familiares, nuestra iglesia y el mundo entero puedan ser más hermosos. Libera nuestro comportamiento, nuestras palabras y nuestros pensamientos de cualquier interés personal para que podamos amarte simplemente como Tu nos amas y podamos llegar a amarnos unos a los otros simplemente. Danos también la gracia de poder comprender las palabras que María nos da por amor, de poder aceptar a los demás porque Tu nos creaste y nos amas y que podamos perdonarnos unos a otros. Te presentamso en este momento a todos aquellos se evaden o se aislan de lso demás y que por eso se sienten solos y abandonados. Te presentamos también a todos los que no pueden el mal que se han hecho unos a otros y, especialmente, a las familias donde el esposo y la esposa ya no se aceptan si se perdonan y cuyos matrimonios corren por tanto el peligro de un divorcio. Sana nuestro amor para que se deje llevar por Tu amor, a fin de que nuestro amor nos conduzca a la oración y que, en la oración, nuestro amor se fortalezca. Te pedimos, con María, que nos bendigas y nos des la paz. Amén


Fray Slavko , Medjugorje,

Medjugorje, Septiembre 28 de 1997