‘No quiero’… Pero después se arrepintió

‘No quiero’… Pero después se arrepintió

22 de noviembre de 2024 0 Por Gospa Chile

La transformación del «no» en «sí»


Evangelio según San Mateo 21,28-32. 

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: 

«¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: ‘Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña’. 

El respondió: ‘No quiero’. Pero después se arrepintió y fue. 

Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: ‘Voy, Señor’, pero no fue. 

¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?». «El primero», le respondieron. Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. 

En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él». 


Mensaje, 25 de abril de 1998

“¡Queridos hijos! Hoy los invito para que a través de la oración se abran a Dios, como la flor se abre a los rayos matinales del sol. Hijitos, no temáis. Yo estoy con vosotros e intercedo por cada uno para que vuestro corazón reciba el don de la conversión. Hijitos, únicamente así comprenderán la importancia de la gracia en estos tiempos y Dios estará más cerca de vosotros. Gracias por haber respondido a mi llamado!


«‘Nadie, por ende, de los que se hallan en pecado, desespere; nadie tampoco, de los que practican la virtud, se adormezca ni se fíe de su virtud, pues muchas veces le pasará delante una ramera. Ni tampoco el pecador desespere, pues muy posible es que también él pase delante a los primeros. Escuchad lo que dice Dios a Jerusalén: Díjele después de cometer todas estas impurezas: Conviértete, y no se convirtió. Lo que quiere decir que, por lo menos cuando nos volvemos al ardiente amor de Dios, Dios no nos echa ya en cara lo pasado. No es Dios como los hombres. Dios, si nos arrepentimos, no nos reprocha lo pasado ni nos dice: ¿Cómo te descuidaste durante tanto tiempo? Si nos volvemos a Él, nos ama. Lo que cumple es que nos volvamos debidamente. Unámonos, pues, con Él ardientemente, clavemos nuestros corazones con su temor. Conversiones así no sólo se han dado en el Antiguo, sino también en el Nuevo Testamento. ¿Quién fue peor que Manasés? Y, sin embargo, pudo hacerse a Dios propicio. ¿Quién más afortunado que Salomón? Y, sin embargo, por haberse adormecido, cayó». (San Juan Crisostomo)

«El hombre de por sí está tentado de oponerse a la voluntad de Dios, de tener la intención de seguir su propia voluntad, de sentirse libre sólo si es autónomo; opone su propia autonomía contra la heteronomía de seguir la voluntad de Dios. Este es todo el drama de la humanidad. Pero en verdad esta autonomía es errónea y este entrar en la voluntad de Dios no es una oposición a uno mismo, no es una esclavitud que violenta mi voluntad, sino que es entrar en la verdad y en el amor, en el bien. Y Jesús atrae nuestra voluntad, que se opone a la voluntad de Dios, que busca la autonomía, atrae esta voluntad nuestra a lo alto, hacia la voluntad de Dios. Este es el drama de nuestra redención, que Jesús atrae a lo alto nuestra voluntad, toda nuestra aversión contra la voluntad de Dios y nuestra aversión contra la muerte y el pecado, y la une con la voluntad del Padre: «No se haga mi voluntad sino la tuya”. En esta transformación del «no» en «sí», en esta inserción de la voluntad de la criatura en la voluntad del Padre, Él transforma la humanidad y nos redime. Y nos invita a entrar en este movimiento suyo: salir de nuestro «no» y entrar en el «sí» del Hijo. Mi voluntad existe, pero la decisiva es la voluntad del Padre, porque ésta es la verdad y el amor». (Benedicto XVI, 20 de abril de 2011).


«Sólo el amor nos da la fortaleza necesaria y el impulso para cambiar y transformarnos. Se dice sobre el amor que quien ama se vuelve semejante al amado. María lo sabe y por eso nos dice estas cosas. Desde el 2 de agosto de 1987, la Virgen ora con Mirjana por los no creyentes y esto significa, por todos los que aún no han experimentado el amor de Dios. Sólo cuando el amor sea derramado en nuestros corazones tendremos la fortaleza para dejarnos transformar y cambiar. Mientras no vivamos la experiencia del amor que Dios nos tiene, no sólo nos resultará difícil sino casi imposible progresar diariamente para hacernos más y más semejantes a Dios Creador, Padre nuestro y fuente de toda vida y de toda paz. Por eso, hay que enfatizar que nuestra primera y última intención de oración debe ser orar por el amor. Pero para que no haya malos entendidos, hay que decir que hoy en día se dice mucho que todo se hace en nombre del amor. Con todo, no es un amor auténtico como se hace creer a mucha gente. El único amor que puede transformar y cambiar nuestras vidas es el amor que Jesús nos tiene a cada uno de nosotros y es ese mismo amor el que Lo inspiró a padecer y morir también por cada uno de nosotros. Es el amor que siempre es fiel, el amor que se enseña en la verdad. Es el amor que fortalece a la gente y luego la cambia y la transforma. En este renglón del mensaje, debemos encontrar de nuevo el valor para decidirnos por esa transformación y ese cambio. Si ya lo hemos intentado varias veces y tal vez pensamos que no funciona o que no vale la pena, debemos creer que después de todo sí es posible. Y es que el amor de Dios por nosotros es tal, que efectivamente puede transformarnos y cambiarnos. Mucha gente vive hoy sumida en el desaliento y ha perdido el sentido de la vida. Es natural que si alguien no cree en este amor, capaz de transformarnos y cambiarnos, caiga en el desaliento y pierda el sentido de la vida. ¿Cuántas personas, familias y comunidades en el mundo viven hoy con relaciones lastimadas, heridas, y sufren debido a la falta de amor? Situaciones así desalientan los corazones de las personas y equivocadamente les hacen creer que es imposible arreglarlo, pero Dios nunca se da por vencido. El nos conoce y nos ama y cree, por así decirlo, en la fortaleza de Su amor. Aquí en Medjugorje realmente podemos decir que muchos han descubierto el amor de Dios por ellas y después han encontrado el valor y la fortaleza para permitir que sus vidas sean transformadas y cambiadas, hasta hacer de ellos personas nuevas…»

«La conversión no es otra cosa que la libertad que alcanzamos porque nos hemos liberado del mundo, de nosotros mismos, de otras personas y, más que nada, para encontrar una nueva proximidad con Dios. Esto nos aparta del pecado, de todo lo que nos impide aceptar a Dios–el Dios que nos ama. La conversión es mucho más que apartarnos del pecado, de todo lo que es negativo y malo, significa también reconocer todo lo que es hermoso en nosotros mismos y en todo lo que nos rodea. Dios es la plenitud de nuestra vida, Dios es la plenitud del gozo y la paz. Por tanto, todos aquellos que tienen a Dios realmente lo tienen todo. Hoy en día, en este mundo que ofrece tanto, uno de los resultados es que la gente que lo tiene todo ha perdido el sentido de la vida o vive en la oscuridad, porque no tiene a Dios. Quien tiene a Dios lo tiene todo y María nos hablado de nuevo y nos ha llamado a decidirnos por la oración, para que, en la oración, nos encontremos con Jesús y entonces, en el silencio, aceptemos el amor que Dios nos tiene y con él nos cambie y nos transforme. Así pues, al final de estos pensamientos sobre el último mensaje.»

«Dios, Padre nuestro, Te damos gracias por habernos creado a nosotros y al mundo entero. Con María y en el nombre de Jesucristo, Tu Hijo, Te pedimos que nos envíes a Tu Espíritu Santo para que libere nuestros corazones de todo lo que nos impide encontrarnos con Tu Hijo Jesús en la oración, para poder estar con El. Abre nuestros ojos a todos lo que es bello en Tus criaturas y perdónanos, porque muchas veces hemos estado ciegos para ver a Tus criaturas, nuestra vida, la vida de los demás y por eso hemos perdido la alegría de vivir. Abre nuestros ojos para poder verte a Ti en cada flor, en cada planta, en cada animal y poder alabarte y darte gloria por Tu poder y Tu amor hacia todo lo que has creado. Especialmente, oh Padre, libéranos de todo lo que nos hace salir del silencio de nuestro corazón. Que todos los corazones puedan encontrar el silencio y de ese modo permanezcan con Jesús. Revélanos Tu amor y, por medio de ese amor, transfórmanos y cámbianos. Te presentamos todo lo que está herido, lo que está deformado dentro de nosotros y ábrenos a Tu amor para ser sanados y para recibir una nueva oportunidad para crecer en nuestra semejanza a Ti. Creemos que esto es posible porque Tú eres Todopoderoso. Padre, Te encomendamos especialmente a todos los jóvenes que vendrán aquí para el Festival Internacional de Oración para Jóvenes. Creemos que Tú estás llamando a cada uno y creemos que Tu amor por cada uno es capaz de transformar el corazón de todos, sana cualquier miedo y cualquier herida en las familias y en las comunidades. Danos la gracia de llegar a entender este tiempo que se nos ofrece como un tiempo de gracia y que podamos aprovecharlo para nuestra conversión personal. Oh Padre, libera nuestros corazones para que Tú puedas tener el primer lugar en nuestro corazón y que Tu amor por nosotros llene nuestras vidas. Haz que lleguemos a saber que teniéndote a Ti tenemos todo lo que nuestro corazón necesita. Gracias porque podemos hablar Contigo, despierta en nuestro corazón el profundo anhelo de volver a estar Contigo otra vez. Te lo pedimos con María, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.»

(Fray Slavko Barbaric, Julio 29 de 1998)