ESCLAVITUD AL CASTO CORAZÓN DE SAN JOSÉ, Día 6
San José imagen de santa autoridad
PREPARACIÓN PARA CONSAGRARSE COMO ESCLAVO DE CONFIANZA AL CASTO CORAZÓN DE SAN JOSÉ
San José, mi padre y señor, tú que fuiste guardián fiel del Hijo de Dios y de su Madre Santísima; la Virgen María, alcánzame del Señor la gracia de un espíritu recto y de un corazón puro y casto para servir siempre mejor a Jesús y María. Amén.
Oración de San Juan XXIII
¡San José, guardián de Jesús y casto esposo de María, tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber. Tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti. Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges. Tu también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios que te fue confiado a ti a la vez a María, su tierna Madre. Amén.
DÍA 6
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh, Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así sea.
CATECISMO DE SAN JOSÉ
8-¿Qué fue para el mundo el nacimiento de san José?
Según el mundo, el nacimiento de san José fue pobre y sin importancia alguna. Verdad es que ora de regia estirpe, mas su raza había perdido toda su influencia y prestigio, saliendo de ella el cetro de David. José debió el ser a padres pobres que si bien eran desconocidos de los hombres, estaban llenos de virtudes, temerosos de Dios y guardando sus preceptos: ejemplo admirable para todos aquellos que han sido víctimas da los caprichos de fa fortuna. Un tiempo se elevaron como los cedros del Líbano, y ahora caídos merecen apenas el aprecio de las gentes: felices cuando se encuentra en ellos sumisión a la Providencia, único bien que les regía y puede consolarles en su infortunio! ¡Felices aún si, siguiendo los pasos de los padres de José, no sólo tienen la sumisión, sino que añaden repitiendo como el santo Job: «Señor, todo me lo habéis dado, todo me lo habéis quitado, bendito sea vuestro santo nombre. Esta resignación es una de las más excelentes virtudes, porque ella nos santifica y nos conduce a lo gloria.
9- ¿Qué fue, a los ojos de Dios, el nacimiento de san José?
Si el nacimiento de José, según el mundo, fue oscuro, muy alto y esclarecido fue delante de Dios. Destinado a una misión sublime, san José recibió del cielo los mayores privilegios, y toda la Trinidad Santa le honró con sus más preciosos dones. El Padre Eterno consideró con amor a este hombre que sobre la tierra debía ser la imagen de su autoridad, y a quien iba pronto a someter a su hijo único, este hijo en quien el tenia todas sus complacencias. El Verbo Divino contempló con ternura a este feliz mortal, que reconociendo el poseer un Dios tierno, le tendría una afección tan ilimitada y previsora, exponiendo él mismo su vida para librarle del furor de sus enemigos. El Espíritu Santo se complació en ver al casto protector de su esposa muy amada, de esta augusta María, tan tímida, tan joven, a la cual era menester unir por prudencia, una alma pura como la suyas y un corazón constante en medio de los peligros. Nunca nacimiento, excepto el de Jesús y María, fue más grande, ni más santo a lo ojos de Dios, que el del augusto y divino José.
Aquí se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y gozos del Señor San José.
M E M O R A R E
Acordaos, ¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah! No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que habéis sido llamado padre del Redentor, sino escuchadlas con benevolencia, y dignaos recibirlas favorablemente. Así sea.
Trescientos días de indulgencias (una vez por día) aplicables a los difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)
ORACIONES
Oh custodio y padre de vírgenes San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María. Por estas dos queridísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.
Haz, oh José, que nuestra vida transcurra tranquila y que siempre sea segura bajo tu patrocinio.
¡Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía!
¡Jesús, José y María, asistidme en vida y en mi última agonía!
¡Jesús, José y María, expire en paz con Vos el alma mía!
San José, mi padre y señor, tú que fuiste guardián fiel del Hijo de Dios y de su Santísima Madre, la Virgen María, alcánzame del Señor la gracia de un espíritu recto y de un corazón puro y casto para servir siempre mejor a Jesús y a María. Amén.
Súplica a San José
José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.
Oración para todos los días
¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Vuestra altísima dignidad de Padre putativo de mi amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo. Sed mi abogado, especialmente en la hora de mi muerte, y alcánzame la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.
Jaculatoria.
Bondadoso San José, Esposo de María, protegednos; defended a la Iglesia y al Sumo Pontífice y amparad a mis parientes, amigos y bienhechores.