
Otro te atará y te llevará. Viernes VII de Pascua
«Que la Eucaristía sea el lugar donde alimentéis vuestras almas, y luego difundid el amor y la verdad, y testimoniad a mi Hijo. ¡Os doy las gracias! ” (Mensaje 2 de Febrero 2020)
Evangelio Diario y Meditación
Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Santo Evangelio
Evangelio según san Juan 21, 1. 15-19
Habiéndose aparecido Jesús resucitado a sus discípulos, después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”
El le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”.
Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.
Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”
Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”.
Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”
Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero”.
Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas.
Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”.
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.
Meditación Patrística
Primer Punto: En la muerte del Señor temió y negó, pero resucitando el Señor, le quita el miedo y le infunde el amor. Porque cuando negó, temió morir, mas resucitando el Señor, ¿qué había de temer, si veía en El muerta la muerte? Y sigue: «Le dijo: Tú, sabes, Señor, que te amo». Entonces confía sus ovejas al que confiesa su amor. Por eso sigue: «Dice a Pedro: Apacienta mis corderos». Como si no pudiera Pedro manifestar su amor a Cristo de otro modo, que siendo pastor fiel sometido al príncipe de todos los pastores.(San Agustín)
Segundo Punto: El principal bien que nos resulta de este amor, es el de procurar la salvación del prójimo. Prescindiendo, pues, el Señor de los demás Apóstoles, dirige a Pedro estas promesas, porque Pedro era el primero de los Apóstoles, y la voz de los discípulos y la cabeza del colegio. Por esto, después que fue borrada su negación, le invistió como prelado de sus hermanos. No le echa en cara su negación, sino que le dice: Si me amas, preside a tus hermanos, y da testimonio ahora del amor que por todas partes demostraste, sacrificando por mis ovejas esa vida que dijiste que darías por mí.
(San Juan Crisóstomo)
Tercer Punto: Esto es, serás crucificado, pues a esto vendrás para que otro te ciña y te lleve donde tú no quieras. Primero dijo lo que sucedería, y después el modo, pues no sólo fue crucificado, sino que fue conducido a donde él no quería para crucificarle. El quería verse desembarazado de su cuerpo mortal y estar con Cristo. Pero (si era posible) deseaba la vida eterna sin las molestias de la muerte, las que sufrió contra su voluntad, triunfando de ellas voluntariamente. Este sentimiento de repugnancia a la muerte es inherente a la naturaleza, y la misma ancianidad no pudo librar a Pedro. Pero sean cuales fueren las agonías de la muerte, debe superarlas a fuerza del amor por Aquel que, siendo nuestra vida, quiso morir por nosotros. Porque si la muerte fuera de poca importancia, no sería tan grande la gloria del martirio. (San Agustín)
Mensaje
“Queridos hijos, ¡grande es el amor de mi Hijo! Si conocierais la grandeza de su amor, no dejaríais de adorarlo y agradecerle. Él está siempre vivo con vosotros en la Eucaristía, porque la Eucaristía es su Corazón. La Eucaristía es el corazón de la fe.
Él nunca os ha abandonado: aun cuando habéis procurado alejaros de Él, Él de vosotros no se ha alejado. Por eso mi Corazón materno se siente feliz cuando ve que, llenos de amor, regresáis a Él; cuando veo que acudís a Él por el camino de la reconciliación, del amor y de la esperanza.
Mi Corazón materno sabe que, cuando vosotros emprendéis el camino de la fe, sois brotes, capullos, pero, con la oración y el ayuno, seréis frutos, mis flores, los apóstoles de mi amor. Seréis portadores de luz e iluminareis, con amor y sabiduría, a todos alrededor vuestro.
Hijos míos, como Madre os pido: orad, reflexionad, contemplad. Todo lo hermoso, doloroso, alegre, santo, que os ocurre, os hace crecer espiritualmente; hace que en vosotros crezca mi Hijo. Hijos míos, abandonaos en Él, creedle a Él, confiad en Su amor; que sea Él quien os guíe. Que la Eucaristía sea el lugar donde alimentéis vuestras almas, y luego difundid el amor y la verdad, y testimoniad a mi Hijo. ¡Os doy las gracias! ” (Mensaje 2 de Febrero 2020)
Coloquio
Dios, Padre nuestro, danos la gracia de que continuamente Te alabemos y Te glorifiquemos por el amor que nos muestras. Te alabamos y Te damos gloria por los 16 años de la presencia de María con nosotros. Te alabamos y Te glorificamos por cada aparición y cada mensaje que nos has dado. Nosotros, junto con María Reina de la Paz, Te pedimos que nos des a todos la gracia de poder ser portadores de la paz. A través de Tu Santo Espíritu, abre nuestros corazones para que puedan estar abiertos a Ti, para que podamos ser Tus amigos y pasemos más tiempo Contigo. Libéranos de todo lo que aún nos impide realizar una auténtica amistad Contigo. Libéranos de todo lo que impide a nuestros corazones y a nuestras familias estar en paz. Libéranos de todo lo que nos impide estar en paz Contigo. Libéranos de nuestro orgullo, egoísmo y desconfianza de unos con otros, sana nuestras heridas, libéranos de nuestro enojo contra Ti y que proviene de nuestras heridas. Llénanos a cada uno, a la Iglesia entera y al mundo entero del espíritu de oración y que la oración sea el fundamento de nuestra paz. (Fr. Slavko, 28 de Junio 1998)
Comunión Espiritual
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)