
Ustedes beberán mi cáliz. Santiago Apóstol
«No quiero que sus vidas se desarrollen en la tristeza, sino que se realicen en el gozo por la eternidad, conforme al Evangelio…” (Mensaje, 25 de diciembre de 1996)
Evangelio Diario y Meditación
Oración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Santo Evangelio
Evangelio según san Mateo 20, 20-28
La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante Él para pedirle algo.
“¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús.
Ella dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.
“No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé?”
“Podemos”, le respondieron.
“Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”.
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así.
Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Meditación Patrística:
Primer Punto: Aplaudiendo el Señor la fe de los discípulos, les dijo que en verdad podían sufrir con El el martirio, pero el sentarse a su derecha o izquierda era cosa reservada a otros por su Padre. Por eso sigue: «Mas el estar sentados a mi derecha o a mi izquierda», etc. Y efectivamente opinamos que de tal manera está reservado a otros ese honor, que no serán extraños a él los apóstoles, los cuales juzgarán a Israel sentados en los doce tronos de los patriarcas. Y Moisés y Elías -de quienes el Señor apareció rodeado en la montaña con todo el brillo de su gloria- estarán sentados en el Reino de los Cielos, en cuanto es posible concluirlo de lo que dicen los mismos Evangelios. (San Hilario)
Segundo Punto: Mas yo opino de otra manera. Los nombres de los que estarán sentados en el Reino de los Cielos no se dicen aquí, a fin de que la designación especial de algunos no parezca la exclusión de otros. Porque el Reino de los Cielos no está tanto a la disposición del que lo da como del que lo recibe. Para Dios no hay distinción de personas y aquel que se presentare digno del Reino de los Cielos, recibirá el reino que está preparado, no para tal persona, sino para tal conducta. De donde resulta que si vosotros os portáis de tal manera que merecéis el Reino de los Cielos (que mi Padre ha preparado a los victoriosos), vosotros lo recibiréis también. Y no dijo el Señor «no os sentaréis», a fin de no cubrir de confusión a los dos hermanos, ni tampoco «os sentaréis», para no irritar a los demás. (San Jerónimo)
Tercer Punto: No será honrado por Dios el apóstol por ser apóstol sino porque cumplió bien los deberes que impone el apostolado. Tampoco el apóstol fue condecorado con el honor de apóstol por sus méritos anteriores, sino que por las inclinaciones y la disposición de su alma fue juzgado apto para el apostolado. Los primeros puestos buscan siempre al que no los quiere y huyen del que los desea. Debemos, por consiguiente, desear, no los puestos más elevados, sino la vida mejor. De ahí es que, deseando el Señor matar la ambición de los dos hermanos y la indignación de los otros apóstoles, les propone la diferencia que existe entre los príncipes del mundo y los príncipes de la Iglesia, haciéndoles ver que el principado en Cristo ni debe ser apetecido por el que no lo tiene, ni debe ser envidiado cuando lo tiene otro. Los príncipes del mundo se dedican a dominar a sus inferiores, a reducirlos a la servidumbre, a servirse de ellos hasta perder sus vidas cuando así lo creen conveniente los príncipes para su propia utilidad o gloria. Los príncipes de la Iglesia, en cambio, están destinados a servir a sus inferiores, a darles cuanto recibieron de Cristo, a despreciar sus propios intereses, a cuidar por los de sus inferiores y a no rehusar la muerte cuando está de por medio la salvación de los inferiores. (San Juan Crisóstomo)
Mensaje
“¡Queridos hijos! Hoy estoy con ustedes de una manera especial, llevando en mis brazos al Niñito Jesús, y los invito, hijitos, a abrirse a Su llamado. El los invita al gozo. Hijitos, vivan gozosos los mensajes del Evangelio que les repito desde el tiempo en que estoy con ustedes. Hijitos, Yo soy su Madre y deseo revelarles al Dios del amor y al Dios de la paz. No quiero que sus vidas se desarrollen en la tristeza, sino que se realicen en el gozo por la eternidad, conforme al Evangelio. Sólo de este modo sus vidas tendrán sentido. Gracias por haber respondido a mi llamado! ” (Mensaje, 25 de diciembre de 1996)
Coloquio
Dios, Padre Nuestro, Te damos gracias por enviarnos a María cada día y porque Ella nos educa y nos acompaña en el camino a la salvación. Te damos gracias por haberle permitido quedarse con nosotros por tanto tiempo. Ahora, con María, te suplicamos: danos amor para que podamos comprender que tu debes tener el primer lugar en nuestro corazón, en nuestra vida. Te pedimos que liberes nuestros corazones de todos los dioses falsos, de todas las falsas dependencias a este mundo, a nosotros mismos, a las personas y a todas las cosas materiales a fin de que podamos estar libres para Ti y que Tu te conviertas para nosotros en el camino, la verdad y la luz. Te pedimos especialmente, oh Padre, que podamos ser capaces de amar, no de manera humana, sino a Tu manera. Libéreanos de los celos y de todos los pensamientos que nos distraen y que nos impiden vivir sólo en Tu amor, de tal modo que nuestra vida, nuestras relaciones familiares, nuestra iglesia y el mundo entero puedan ser más hermosos. (Fr. Slavko Barbaric, 28 de Septiembre de 1998)
Comunión Espiritual
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)