Adviento: Cristianos gozosos
Los invito a regocijarse y a ser cristianos gozosos, responsables y conscientes de que Dios los ha llamado…
Por Fray Slavko Barbaric
Mensaje, 25 de noviembre de 1997
“¡Queridos hijos! Hoy día los invito a que comprendan su vocación cristiana. Hijitos, yo los he guiado y los estoy guiando a través de este tiempo de gracia, para que lleguen a ser conscientes de su vocación cristiana. Los santos mártires morían testimoniando: Yo soy cristiano y amo a Dios por sobre todas las cosas! Hijitos, también hoy día los invito a regocijarse y a ser cristianos gozosos, responsables y conscientes de que Dios los ha llamado de manera especial a fin de que sean manos gozosamente tendidas hacia aquellos que no creen y para que con su ejemplo de vida, ellos reciban la fe y el amor hacia Dios. Por tanto, oren, oren, oren, para que su corazón se abra y se haga sensible a la palabra de Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Una vez más, recordemos el mensaje del 25 de Noviembre de 1997 con el que María deseaba conducirnos al Adviento. Ella nos invitó a ser conscientes de que somos cristianos, conscientes de nuestra vocación cristiana. Ella es nuestra Madre y Maestra porque nos dijo que nos había guiado y nos seguía guiando a través de este tiempo de gracia. Que quería que viviéramos nuestra vida cristiana muy claramente de modo que en cualquier situación, en todo lo que hagamos, en cada una de nuestras decisiones digamos: ‘Yo soy cristiano y amo a Dios por sobre todas las cosas.’ Y es que sólo a través del amor se puede desarrollar una vida cristiana. Sin amor, como dice San Pablo, todo es nada. Y para tener este amor hay que orar cada día. María quería que seamos cristianos gozosos y que vivamos nuestra vocación gozosamente porque una vez más, nos dice San Pablo, el que da con gozo ama a Dios. Ella quería que este amor se abriera y desatara todas las cadenas en nuestro corazón, a fin de que nuestras manos puedan estar libres y gozosamente extendidas hacia todas las personas, pero muy especialmente hacia los no creyentes. No olvidemos que María nos ha llamado a través de Mirjana a orar por los que aún no han experimentado el amor de Dios. Pero la razón y la condición para todo lo que Ella nos pide es la oración y así lo repitió tres veces: ‘oren, oren, oren’, a fin de que nuestro corazón pueda abrirse y seamos sensibles a la palabra de Dios. La llave que abre el corazón es el amor y si amamos, también escucharemos. Si amamos, seremos sensibles a la palabra de Dios. Así pues, nuestra tarea antes de la Navidad, según ese mensaje, consistía en trabajar en nuestro corazón para abrirlo. De tal modo pues, que tuvimos que preguntarnos qué es lo que cierra nuestro corazón a Dios y a los demás. Para aclarar bien lo que significa ser sensibles a la palabra de Dios, pensemos en un niño que llora en casa porque no encuentra a su madre. Tan pronto como ella le dice: «No tengas miedo, aquí estoy,» el niño dejará de llorar porque es sensible a la palabra de su madre. María quiere que de igual modo nosotros seamos sensibles a la palabra de Dios. Si Dios dice: «Ora, ama, perdona, no tengas miedo,» debemos realmente reaccionar tal como lo hace el niño ante las palabras de su madre. Una reacción así nos librará de todas esas excusas a las que somos tan proclives. ¿No decimos muchas veces: «No puedo perdonar, no puedo amar, no puedo orar por esto o por lo otro»? Cada vez que encontramos una excusa y nos guiamos por ella, significa que creemos y seguimos justamente por nuestras excusas, tendencias, heridas y orgullo en vez de seguir a Dios. Yo espero que esta fiesta de Navidad nos haya mostrado que podemos ser sensibles a la palabra de Dios.
Fray Slavko Barbaric
Medjugorje, Diciembre 27 de 1997