LA OBEDIENCIA HUMILDE A EJEMPLO DE JESUCRISTO

LA OBEDIENCIA HUMILDE A EJEMPLO DE JESUCRISTO

3 de febrero de 2024 Desactivado Por Gospa Chile

“Pongan sus vidas en manos de Dios…”


Esclavitud de Amor a María Santísima Reina de la Paz. Día 13 (b)

LA OBEDIENCIA HUMILDE A EJEMPLO DE JESUCRISTO


Letanías al Espíritu Santo

Señor, Ten piedad de nosotros.

Cristo,Ten piedad de nosotros.

Señor, Ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos.

Cristo, Escúchanos.

Dios, Padre celestial, Ten piedad de nosotros.

Dios, Hijo Redentor del mundo,Ten piedad de nosotros.

Dios, Espíritu Santo,Ten piedad de nosotros.

Trinidad Santa, un solo Dios,Ten piedad de nosotros.

Espíritu, que procedes del Padre y del Hijo,Ten piedad de nosotros.

Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación incubando las aguas las fecundaste,Ten piedad de nosotros.

Espíritu por cuya inspiración hablaron los santos hombres de Dios,Ten piedad de nosotros.

Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas,Ten piedad de nosotros.

Espíritu que das testimonio de Cristo,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas,Ten piedad de nosotros.

Espíritu que fecundas a María,Ten piedad de nosotros.

Espíritu del Señor que llenas todo el orbe,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de Dios que habitas en nosotros,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de sabiduría y entendimiento,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de consejo y fortaleza,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de ciencia y piedad,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de temor del Señor,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de gracia y misericordia,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de fe, esperanza, amor y paz,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de humildad y castidad,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de benignidad y mansedumbre,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de gracia multiforme,Ten piedad de nosotros.

Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios,Ten piedad de nosotros.

Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables,Ten piedad de nosotros.

Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,Ten piedad de nosotros.

Espíritu en el cual renacemos,Ten piedad de nosotros.

Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones,Ten piedad de nosotros.

Espíritu de adopción de los hijos de Dios,Ten piedad de nosotros.

Espíritu que apareciste sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego,Ten piedad de nosotros.

Espíritu del que los apóstoles quedaron henchidos,Ten piedad de nosotros.

Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres,Ten piedad de nosotros.

Senos propicio, Perdónanos, Señor.

Senos propicio, Escúchanos, Señor.

De todo mal, Líbranos Señor.

De todo pecado, Líbranos Señor.

De las tentaciones e insidias del diablo, Líbranos Señor.

De toda presunción y desesperación, Líbranos Señor.

De la resistencia a la verdad conocida, Líbranos Señor.

De la obstinación y de la impenitencia, Líbranos Señor.

De la impureza de la mente y del cuerpo, Líbranos Señor.

Del espíritu de fornicación, Líbranos Señor.

De todo espíritu malo, Líbranos Señor.

Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, Líbranos Señor.

Por la concepción de Jesús, hecha por tu operación, Líbranos Señor.

Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, Líbranos Señor.

Por tu advenimiento sobre los discípulos, Líbranos Señor.

En el día del juicio, Líbranos Señor.

Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.

Para que, así como vivimos por el Espíritu obremos también por el Espíritu, te rogamos, óyenos.

Para que, recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos, te rogamos, óyenos.

Para que, viviendo según el espíritu, no accedamos a los deseos de la carne, te rogamos, óyenos.

Para que por el espíritu mortifiquemos las obras de la carne, te rogamos, óyenos.

Para que no te contristemos a ti, Espíritu Santo de Dios, te rogamos, óyenos.

Para que seamos solícitos en guardar la unidad de espíritu en el vínculo de la paz, te rogamos, óyenos.

Para que no creamos a todo espíritu, te rogamos, óyenos.

Para que sepamos discernir los espíritus, si son o no de Dios, te rogamos, óyenos.

Para que renueves en nosotros el espíritu de rectitud, te rogamos, óyenos.

Para que nos confirmes por tu espíritu soberano, te rogamos, óyenos.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros.


Oremos:

Te pedimos, Señor, que nos asista la fuerza del Espíritu Santo para que purifique convenientemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


San Juan 14, 23

«Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.”

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Mensaje, 25 de enero de 1988

“¡Queridos hijos! También hoy los invito a la conversión total, que es difícil para todos aquellos que no han escogido a Dios. Los invito, queridos hijos, a convertirse totalmente a Dios. Dios puede darles todo lo que ustedes buscan; pero ustedes acuden a Dios sólo cuando vienen las enfermedades, los problemas, las dificultades y piensan que Dios está lejos de ustedes y que no los escucha y no atiende sus oraciones. No, queridos hijos, eso no es verdad! Si ustedes están lejos de Dios, no pueden recibir gracias porque no las piden con una fe firme. Cada día, Yo oro por ustedes y deseo acercarlos siempre más a Dios. Pero no podré hacerlo, si ustedes no lo desean. Por tanto, queridos hijos, pongan sus vidas en manos de Dios. Yo los bendigo. Gracias por haber respondido a mi llamado!”

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“El amor aparta del mundo a los santos. Es el único que hace a los concordes habitar en la mansión en que el Padre y el Hijo moran. Ellos dan este amor, a los que concederán por fin su contemplación. Hay cierta manifestación interior de Dios, que los impíos desconocen por completo, porque para éstos no hay manifestación alguna de Dios Padre y Espíritu Santo… Después continúa: «Y vendremos a él». En efecto, vienen a nosotros, si vamos nosotros a ellos; vienen con su auxilio, nosotros con la obediencia; vienen iluminándonos, nosotros contemplándolos; vienen llenándonos de gracias, nosotros recibiéndolas, para que su visión no sea para nosotros algo exterior, sino interno, y el tiempo de su morada en nosotros no transitorio sino eterno” (San Agustín)


Ave Maris Stella

Salve Estrella del mar, Santa Madre de Dios
y siempre Virgen, feliz Puerta del cielo.
Tú que has recibido el saludo de Gabriel,
y has cambiado el nombre de Eva,
establécenos en la paz.
Rompe las ataduras de los pecadores,
da luz a los ciegos, aleja de nosotros los males
y alcánzanos todos los bienes.
Muestra que eres Madre: reciba nuestras súplicas
por medio de Ti, Aquél que, naciendo por nosotros,
aceptó ser Hijo tuyo.
¡Oh, Virgen incomparable! ¡Amable como ninguna!
Haz que, libres de nuestras culpas,
permanezcamos humildes y castos.
Danos una vida limpia,
prepáranos un camino seguro; para que,
viendo a Jesús, nos alegremos eternamente contigo.
Demos alabanza a Dios Padre,
gloria a Cristo Soberano y también al Santo Espíritu,
a los Tres un mismo honor. Amén


Efectivamente, antes del bautismo pertenecíamos al demonio como esclavos suyos. El bautismo nos ha convertido en verdaderos esclavos de Jesucristo que no debemos ya vivir, trabajar ni morir sino a fin de fructificar para este Dios-Hombre (Rm 7, 4), glorificarlo en nuestro cuerpo y hacerlo reinar en nuestra alma, porque somos su conquista, su pueblo adquirido y su propia herencia (1Pe 2, 9).” (Tratado de la V. D. 68)

“Hay varias verdaderas devociones a la Virgen Santísima: no hablo aquí de las falsas.

Consiste la primera en cumplir con los deberes de cristiano, evitando el pecado mortal, obrando más por amor que por temor, rogando de tiempo en tiempo a la Santísima Virgen y honrándola como Madre de Dios, sin ninguna otra especial devoción para con ella.

La segunda tiene para la Virgen más altos sentimientos de estima, amor, veneración y confianza; induce a entrar en las cofradías del santo Rosario y del Escapulario, a rezar la corona o el santo Rosario, a honrar las imágenes y altares de María, a publicar sus alabanzas, a alistarse en sus congregaciones. Y esta devoción, al excluir de nuestra vida el pecado, es buena, santa y laudable; pero no es tan perfecta ni tan capaz de apartar a las almas de las criaturas y desprenderlas de sí mismas a fin de unirlas a Jesucristo.

La tercera devoción a la Santísima Virgen, de muy pocas personas conocida y practicada, es, almas predestinadas, la que os voy a descubrir.” (Secreto de María, 24-27)

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Letanías Marianas

Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad

Cristo, óyenos

Cristo, escúchanos

Dios, Padre celestial, Ten piedad de nosotros.

Dios, Hijo, Redentor del mundo,Ten piedad de nosotros.

Dios, Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros.

Santísima Trinidad, un solo Dios,Ten piedad de nosotros.

Santa María, Ruega por nosotros (emplear esta respuesta de ahora en adelante).

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las Vírgenes,

Madre de Cristo,

Madre de la Iglesia,

Madre de la divina gracia,

Madre purísima,

Madre castísima,

Madre siempre virgen,

Madre inmaculada,

Madre amable,

Madre admirable,

Madre del buen consejo,

Madre del Creador,

Madre del Salvador,

Madre de misericordia,

Virgen prudentísima,

Virgen digna de veneración,

Virgen digna de alabanza,

Virgen poderosa,

Virgen clemente,

Virgen fiel,

Espejo de justicia,

Trono de la sabiduría,

Causa de nuestra alegría,

Vaso espiritual,

Vaso digno de honor,

Vaso de insigne devoción,

Rosa mística,

Torre de David,

Torre de marfil,

Casa de oro,

Arca de la Alianza,

Puerta del cielo,

Estrella de la mañana,

Salud de los enfermos,

Refugio de los pecadores,

Consoladora de los afligidos,

Auxilio de los cristianos,

Reina de los Ángeles,

Reina de los Patriarcas,

Reina de los Profetas,

Reina de los Apóstoles,

Reina de los Mártires,

Reina de los Confesores,

Reina de las Vírgenes,

Reina de todos los Santos,

Reina concebida sin pecado original,

Reina asunta a los Cielos,

Reina del Santísimo Rosario,

Reina de la familia,

Reina de la paz.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

Perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

Escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

Ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios

Para que seamos dignos de alcanzar las promesa de Nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                   Te rogamos nos concedas,Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Amén.

Magnificat

Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador;
porque ha mirado la humillación
de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Amén.


Oración de San Juan XXIII

¡San José, guardián de Jesús y casto esposo de María, tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber. Tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti. Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges. Tu también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios que te fue confiado a ti a la vez a María, su tierna Madre.
Amén.


ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh, Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así sea.


CATECISMO DE SAN JOSÉ

13-¿Cómo san José fue uno de los pretendientes de la mano de María?

Cuando la joven María llego a la edad de 14 años, los sacerdotes a cuya vista fue educada en el templo mismo darla un esposo; más se hallaron en un gran embarazo: por una parte habiéndose hecho admirable la joven María por sus aventajadas cualidades y excelsas virtudes, era indispensable que la elección fuera digna de ella, y que tuviera lugar, además, en su propia familia, porque la ley así lo prescribía: María había hecho voto de virginidad, y era necesario conciliar el debido respeto a las promesas hechas a Dios, con la prescripción Mosaica que exigía el casamiento a todas las doncellas de Israel. Después de un maduro examen, los sacerdotes, para conciliarlo todo, resolvieron dar a María por esposo alguno de sus parientes que pudiera ser el más fiel custodio de su inmaculado virginal candor. Para mejor hacer la elección, decidieron a que todos aquellos a quienes la ley daba derecho de obtener la mano de la divina doncella, fuesen convocados al templo. José, como descendiente de la casa de David y como pariente de María fue comprendido entre los pretendientes. La orden de los sacerdotes fue ejecutada, y José, sea por obediencia, sea que su humildad le persuadiese que era imposible que la elección recayese en él, fue al templo; pero los pretendientes, atraídos por la reputación de la joven María, fueron tan numerosos que la elección fue para los sacerdotes si no imposible, al menos difícil.

Aquí se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores y gozos del Señor San José.


M E M O R A R E

Acordaos, ¡oh castísimo esposo de la Virgen María, San José, mi amable protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah! No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que ha­béis sido llamado padre del Redentor, sino escu­chadlas con benevolencia, y dignaos recibirlas favo­rablemente. Así sea.

Trescientos días de indulgencias (una vez por día) apli­cables a los difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)


ORACIONES

Oh custodio y padre de vírgenes San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María. Por estas dos queridísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Haz, oh José, que nuestra vida transcurra tranquila y que siempre sea segura bajo tu patrocinio.

¡Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía!
¡Jesús, José y María, asistidme en vida y en mi última agonía!
¡Jesús, José y María, expire en paz con Vos el alma mía!

San José, mi padre y señor, tú que fuiste guardián fiel del Hijo de Dios y de su Santísima Madre, la Virgen María, alcánzame del Señor la gracia de un espíritu recto y de un corazón puro y casto para servir siempre mejor a Jesús y a María. Amén.