
Novena Santo Cura de Ars
Día 4: Horror al pecado.
«¡Orad por los sacerdotes! Orad para que la unión entre Mi Hijo y ellos sea lo más fuerte posible, para que sean una sola cosa. ¡Os doy las gracias!” (Del Mensaje del 2 de Septiembre, 2012)
Señor mio, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocaciones de ofenderos, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.
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San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
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Divino Jesús, que quieres que pidamos al Señor de la mies que envíe a ella buenos operarios, dígnate suscitar en tu Iglesia y en particular en esta diócesis muchos y santos sacerdotes, que siéndolo en todo según tu Corazón, procuren celosamente por su sagrado ministerio la gloria de tu Padre Celestial y la salvación de las almas redimidas por tu Sangre preciosa. Amén.
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María, Madre amorosísima de los hombres, danos sacerdotes, danos sacerdotes santos. Amén.
Horror al pecado. San Juan María Bautista Vianney, tu fuiste tan inflexible contra el pecado, y sin embargo, tan amable y dispuesto a acoger al pecador. Acudo a ti hoy como si aún estuvieras vivo, como si estuviera arrodillado ante tus pies y pudieras oírme. Inclínate hacia mí, escucha al confidente arrepentido por las debilidades y acciones miserables.
Cura del Señor, infatigable confesor, obtén para mi el horror al pecado. Tu quisiste sobre todo que evitáramos la ocasión de pecar. Quiero tomar tu consejo y hacer la resolución de romper con los malos hábitos y evitar las ocasiones peligrosas de pecar. Ayúdame hoy a examinar mi conciencia.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
El Santo Cura Vianney de Ars decía frecuentemente que, por experiencia propia, la siguiente oración, rezada llenos de confianza, en grandes intenciones tanto públicas como personales, casi obra milagros. Dice así:
«Oh Madre de Jesús, por Tus incomensurables dolores durante la pasión y muerte de Tu Hijo divino, y por las amargas lágrimas que derramaste, te pido que ofrezcas en sacrificio el cuerpo santo, cubierto de heridas y de sangre de nuestro Redentor, junto con Tus dolores y lágrimas, al Padre Celestial, para la salvación de las almas y para adquirir las gracias que te pido suplicante …..»
Jesus, María os amo, salvad a las almas y a los consagrados. (3 veces)
“Hijos míos” decía él, cuando predicaba lleno de emoción desde el púlpito y añadía a lo anterior: “tomen esto muy en cuenta! Cada vez que he recibido una gracia, es porque la he pedido de esta manera. Esta oración no falla nunca” Amén.
Dice San Juan Mª Vianney:
«Ay!, ¡de qué no es capaz el hombre cuando se deja cegar por sus pasiones!. Pilato dejó escoger a los judíos entre dar libertad a Jesús o a Barrabás, que era un criminal. Y ellos libertaron al malhechor cargado de crímenes y pidieron la muerte de Jesús, que era la misma inocencia, y más aún, su Redentor! ¡Oh, Dios mío!, ¡qué elección tan indigna! Os admira, y razón tenéis para ello; sin embargo, si me atreviese, os diría que nosotros, siempre que pecamos, hacemos parecida elección. Y para mejor hacéroslo sentir, voy ahora a mostraros cuán grande sea el ultraje que hacemos a Jesucristo al preferir el camino donde nos guían nuestras inclinaciones al camino que conduce a Dios.
Sí, la malicia humana nos ha dado medios para renovar los sufrimientos y la muerte de Jesucristo, no sólo de una manera tan cruel como los judíos, sino además de una manera sacrílega y horrible. Mientras vivió en este mundo, Jesucristo: no tuvo más que una vida por perder y sólo en un Calvario fué crucificado; pero, desde su muerte, el hombre, con sus pecados, le ha hecho hallar tantas cruces cuantos son los corazones que palpitan sobre la tierra. Para mejor convenceros de ello, mirémoslo más de cerca. ¿Qué observamos en la Pasión de Jesucristo? ¿No es, por ventura, un Dios traicionado, abandonado hasta por sus discípulos; un Dios puesto en parangón con un infame criminal: un Dios expuesto al furor de la soldadesca y tratado como un rey de burlas? No me negaréis que todo esto resultaba en gran manera humillante y cruel en la muerte del Salvador. Sin embargo, no vacilo en afirmaros que lo que sucede todos los días entre los cristianos, es aún más sensible a Jesucristo que cuanto pudieron hacerle sufrir los judíos.»
ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
Omnipotente y eterno Dios, mira el rostro de tu Divino Hijo y por amor a Él, ten piedad de tus sacerdotes. Recuerda que no son sino débiles y frágiles criaturas, mantén vivo en ellos el fuego de tu amor y guárdalos para que el enemigo no prevalezca contra ellos y en ningún momento se hagan indignos de su santa vocación. Te ruego por tus sacerdotes fieles y fervorosos, por los que trabajan cerca o en lejanas misiones y por los que te han abandonado. ¡Oh Jesús! te ruego por tus sacerdotes jóvenes y ancianos, por los que están enfermos o agonizantes y por las almas de los que estén en el purgatorio. ¡Oh Jesús! te ruego por el sacerdote que me bautizó, por los sacerdotes que perdonan mis pecados, por aquellos a cuyas misas he asistido y asisto, por los que me instruyeron y aconsejaron, por todos para los que tengo algún motivo de gratitud. ¡Oh Jesús! guárdalos a todos en tu Corazón, concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad Amen.
Sagrado Corazón de Jesús, bendice a tus sacerdotes Sagrado Corazón de Jesús, santifica a tus sacerdotes Sagrado Corazón de Jesús, reina por tus sacerdotes. María, madre de los sacerdotes, ruega por ellos. Dadnos Señor vocaciones sacerdotales y religiosas.
ORACIÓN DEL SANTO CURA DE ARS
Te amo, Oh mi Dios. Mi único deseo es amarte Hasta el último suspiro de mi vida. Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios, Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti. Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor, Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir cada instante que te amo, por lo menos quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro. Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo, Y de amarte mientras que sufro, y el día que me muera No solo amarte pero sentir que te amo. Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti. Amén.
Súplica milagrosa del Santo Cura Vianney de Ars, en grandes intenciones tanto públicas como personales:
«Oh Madre de Jesús, por Tus incomensurables dolores durante la pasión y muerte de Tu Hijo divino, y por las amargas lágrimas que derramaste, te pido que ofrezcas en sacrificio el cuerpo santo, cubierto de heridas y de sangre de nuestro Redentor, junto con Tus dolores y lágrimas, al Padre Celestial, para la salvación de las almas y para adquirir las gracias que te pido suplicante …..»
Jesus, María os amo, salvad a las almas y a los consagrados. (3 veces)
Oración Final
¡Oh modelo acabado del pastor de almas! El supremo jerarca de la Iglesia Pío XI te declaró patrón de todo el clero secular. Mira desde el cielo a esta porción de la Iglesia, para que, estando ella a la altura de su misión, ceda su altísimo ministerio en mayor gloria de Dios y bien del rebaño de Jesucristo. Amén.
ORACION POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES
De Santa Teresita del Niño Jesús
Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra, la obra divina de salvar a las almas, protege a tus sacerdotes (especialmente a: …………..) en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN. Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS, que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO, y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE. Haz que se preserven puros sus Corazones, marcados con el sello sublime del SACERDOCIO, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro. Bendice Sus trabajos y fatigas, y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén”