TRASPASAN MI CORAZÓN Y EL CORAZÓN DE MI HIJO JESÚS

TRASPASAN MI CORAZÓN Y EL CORAZÓN DE MI HIJO JESÚS

15 de octubre de 2024 0 Por Gospa Chile

Oremos para que se conviertan, a fin de que la Iglesia resucite en el amor.

BUSQUEN A DIOS, NO SEGÚN SUS NECESIDADES, SINO TAL COMO ES ÉL.


Mensaje, 25 de marzo de 1999

“¡Queridos hijos! Los invito a la oración de corazón. De manera especial, hijitos, los invito a que oren por la conversión de los pecadores, de aquellos que con la espada del odio y sus blasfemias cotidianas traspasan mi corazón y el Corazón de mi Hijo Jesús. Hijitos, oremos por todos los que no desean conocer el amor de Dios, aunque están en la Iglesia. Oremos para que se conviertan, a fin de que la Iglesia resucite en el amor. Hijitos, únicamente con el amor y la oración, podrán vivir este tiempo que les ha sido dado para la conversión. Pongan a Dios en primer lugar, así, Jesús Resucitado llegará a ser su amigo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”


Comentario Padre Slavko:

LOS INVITO A LA ORACIÓN CON EL CORAZÓN

La oración es el mensaje mariano más extendido. Esto lo sabemos porque este llamado específico se nos ha hecho una y otra vez. Es importante señalar que quien se decide por Dios y por María con amor y decide dedicarles tiempo en la oración es alguien que ora con el corazón. Ésta es la definición de orar con el corazón — crear las condiciones para orar, sin importar lo que sintamos en ese momento, si estamos tristes, cansados, distraídos, heridos, enojados o lo que sea; aún así nos ponemos a orar porque María nos ha pedido orar muchísimo. Esa persona orará con el corazón. Y cuando se alcanza la perseverancia en la oración, cuando se ora diariamente, entonces sólo nos queda crecer realmente en la oración. No me cansaré de repetirles que nunca debemos juzgar nuestra oración. No debemos aplicar la misma mentalidad sobre los éxitos o resultados — — como solemos hacer en la escuela o en el trabajo — a nuestras experiencias con la oración, porque de hacer lo así comenzaríamos a medir nuestra oración de acuerdo a lo que hemos recibido. Dios no nos da Sus gracias porque hayamos dicho quizá una oración hermosa alguna vez o por habernos concentrado intensamente. No, Él nos concede Sus gracias porque nos ama. Cuando simplemente oramos tal como somos, nuestra oración es totalmente correcta. En realidad, a la oración deberíamos llamarla más bien un ‘encuentro’, porque las oraciones de petición son simplemente una dimensión de las muchas maneras que hay de encontrarse con Dios. Así pues, por favor, renovemos todos y muy conscientemente nuestra decisión de orar y eso, porque María nos invita a hacerlo. Éste será el comienzo de orar con el corazón.

QUE TRASPASAN MI CORAZÓN Y EL CORAZÓN DE MI HIJO JESÚS CON LA ESPADA DEL ODIO Y DE SUS BLASFEMIAS COTIDIANAS

Conversión, otro mensaje fundamental que María repite una y otra vez, significa apartarse del mundo, de uno mismo, del pecado, de lo que es oscuridad y regresar a Dios y a Su luz. Significa apartarse del odio y volverse al amor, apartarse de la codicia y la avaricia, y volverse a la misericordia y la generosidad. María menciona aquí el odio las blasfemias. El odio es en realidad una condición negativa del alma de una persona que surgió a causa de las heridas que ha recibido. Así encontramos odio cada vez que las personas son heridas e incapaces de perdonar. Tristemente, en ese camino también puede encontrarse el odio incluso en los corazones de los hijos hacia sus padres, en los corazones de los padres hacia sus hijos y en los corazones de las esposas y los esposos hacia sus cónyuges. Siempre que encontramos a una persona herida, ahí está brotando la fuente del odio. El odio es entonces una condición en la que se desarrollan fuerzas negativas y se da la voluntad de destruir la propia vida y la de los demás. Es el odio lo que causa todas las guerras y todas las demás formas de violencia. Es esa fuerza terrible y destructora, causada por heridas que no pueden sanar a causa de la falta de perdón. Dios desea sanar nuestros corazones y María pide y quiere de nosotros que oremos por los que se han vuelto ciegos y sordos a causa del odio y por tanto, ya no ven ni escuchan nada, y sólo quieren destruir. Ésta es una de las tareas más urgentes que María nos ha dado en estos tiempos oscuros.

Las blasfemias son también fruto del odio. La gente blasfema contra Dios y contra lo que es sagrado, contra la gente, y esto incluye toda maldición, reniego y todas las demás formas de expresar verbalmente el odio. Santiago Apóstol dice en su carta: «Si alguno no cae hablando, es un hombre completo…». Por tanto, la blasfemia brota de un corazón impuro y herido en el que se desarrollan sentimientos negativos que después, en forma de palabras, son usados para seguir hiriendo a otros. Debemos ser muy conscientes también que nosotros somos responsables por los que blasfeman — en el sentido de que estamos obligados siempre a orar por ellos con la intención de que lleguen a experimentar el amor y la misericordia de Dios, que sean conmovidos profundamente por los Corazones de Jesús y de María para que su propio corazón se abra al bien y a la misericordia. Así, finalmente sus palabras podrán ser sólo usadas para el bien y la oración nacerá entonces en su corazón resucitado. Es esta responsabilidad lo que María nos da en este mensaje.

NO DESEAN CONOCER EL AMOR DE DIOS, AUN CUANDO ESTÁN EN LA IGLESIA

María, como ya dijimos, ruega por todos nosotros, incluso por los no creyentes, para que todos recibamos la gracia de experimentar el amor de Dios. Tristemente, es cierto que puede haber miembros de la Iglesia que incluso asisten a ella ocasionalmente, pero que al mismo tiempo nunca buscan el amor de Dios, porque nunca se han abierto a Él. En otro mensaje, María dijo:

BUSQUEN A DIOS, NO SEGÚN SUS NECESIDADES, SINO TAL COMO ES ÉL.

Dios es amor y misericordia, Él es nuestro Padre, Él ama con un gran amor a cada una de Sus criaturas y muy especialmente a cada ser humano, porque los seres humanos son lo más elevado de la creación aquí en la tierra, un hijo Suyo que fue creado por Él por puro amor. Él pensó en cada uno de nosotros, incluso antes de que fuéramos concebidos en el seno de nuestras madres. Él nos dice a través de los profetas: «Aún cuando tu madre o tu padre se olvidaran de ti, yo nunca me olvidaré». Por tanto, este amor es un amor de padre que cada uno de nosotros necesita. Con todo, podemos cegarnos y entregar nuestro corazón a falsas esperanzas y expectativas de modo que nunca busquemos el amor que el Padre nos tiene o incluso lo rechacemos. Esto, nuevamente, tiene que ver con nuestra libertad. Un cristiano que no crece en el amor, que no anhela el amor de Dios ni trata de acercarse a este amor para morar en él, es en realidad sólo superficialmente un cristiano que, a su vez, pertenece a la Iglesia sólo como una organización. Muchos problemas en la Iglesia hoy se deben a esas personas, en el sentido de que surgen tantas discusiones y divisiones muy serias en relación a diversos asuntos, mientras que lo más importante de todo aquí en — experimentar el amor que Dios nos tiene a cada uno — se pasa de largo. Cualquiera de puede poseer una sabiduría inimaginable, pero si no está en el amor de Dios, simplemente no puede ser un cristiano auténtico ni un buen cristiano.

Podemos sabernos la Biblia entera de memoria, pero si somos incapaces de crecer en el amor, ni siquiera todo ese conocimiento nos ayudará. Santiago nos dice en su carta: «También los demonios creen y tiemblan». Es decir, lo saben todo de Dios, ¿pero de qué les sirve?

El amor es un don que Dios quiere darnos y María nos invita a orar para que todos los cristianos puedan recibir esta gracia, porque si el amor no abunda entre nosotros, la Iglesia está muerta, el hombre está muerto, la familia está muerta espiritualmente hablando. Además, en vista de que nos acercamos a la Fiesta de la Resurrección, Dios quiere por supuesto que todos revivamos a través del amor. Dos veces dice María en este mensaje…

OREMOS

… Ella ora con nosotros y nos pide que también nosotros oremos con Ella, diciéndonos que su deseo es que…

QUE LA IGLESIA PUEDA RESUCITAR EN EL AMOR

La Iglesia entera alrededor del mundo enfrenta hoy graves problemas; pero el ÚNICO modo de resolver estos problemas es que resucite de nuevo el amor entre sus millones de miembros. María, como Madre de la Iglesia, la lleva en su seno y se preocupa por ella. Y nos da aquí, en este mensaje, el ÚNICO camino para que el amor resucite en su Iglesia. Por tanto, si conocemos todas las dificultades en el interior de la Iglesia, si nos preguntamos qué podemos hacer para ayudarla, si vemos que muchos templos están vacíos, si vemos que los jóvenes ya no van a la Iglesia, si sabemos que muchas iglesias locales se están desprendiendo de la Iglesia etc. etc., no podemos decir: «Yo no puedo hacer nada». María nos dice de manera muy clara y sencilla qué es lo que fácilmente podemos hacer y qué es lo que dará mejores resultados: orar para que la Iglesia resucite en el amor. La Iglesia será entonces también testigo del amor y de la paz. La Iglesia es madre y aquí en Medjugorje podemos hablar de la Iglesia mariana y por tanto, maternal, una iglesia que por amor y por ser madre, sirve al pueblo de Dios alrededor del mundo. Una iglesia así encuentra siempre y donde quiera, a cualquier nivel y dentro de cualquier estructura su propio espacio que nadie podrá arrebatarle. Pero si la Iglesia trata de hacer algo diferente, seguramente perderá su lugar en cualquier parte. A través de la resurrección en el amor de cada uno de nosotros, la Iglesia entera será ayudada a resucitar y no debemos esperar a que la Iglesia entera resucite para que nosotros comencemos a tratar de resucitar con ella, sino más bien al revés. Por medio de cada uno de nosotros, por medio de nuestro amor personal y de nuestra propia resurrección en el amor, ayudaremos a la Iglesia a resucitar.

SÓLO CON EL AMOR Y LA ORACION…

Este tiempo de las apariciones en Medjugorje es seguramente un tiempo especial en el que muchas personas, precisamente por medio de estas apariciones, han encontrado el camino a la conversión. No debemos olvidar que Dios nos envía a María, como Reina de la Paz, y éste es un tiempo de gracia. Por eso, deseamos agradecerle este tiempo que Él nos da, pero pedirle también la gracia de que cada uno llegue a ser consciente de vivir este tiempo de conversión. El comienzo de la conversión es…

DIOS EN PRIMER LUGAR

Él es el Señor, nadie más. SÓLO Él puede llenar nuestro corazón, SÓLO Él puede llevarnos a la luz, el camino, la verdad y la vida así como satisfacer todo lo que nuestro corazón anhela. Ahora es tiempo de preguntarnos: «¿Quién ocupa el primer lugar en mi corazón?» Si no tengo tiempo para orar, ni para la Santa Misa, ni para la Adoración y si no anhelo profundamente encontrar el amor de Dios en los Santos Sacramentos que Él nos ha dado, no puedo decir que Dios ocupa el primer lugar en mi vida. Si ponemos a Dios en primer lugar en nuestra vida, también comenzaremos a ponernos nosotros mismos, todas las cosas materiales, todas las ideologías que excluyen a Dios, todas las distracciones mundanas y todo lo demás en nuestra vida en el lugar correcto. Dondequiera que Dios ha perdido el primer lugar, no hay luz, ni amor, ni fe, ni confianza sino más bien oscuridad, desconfianza y egoísmo; y por eso hay tanto desorden hoy y tantos problemas en la vida de los individuos, de las familias, de la Iglesia y también en el mundo entero. Para salvarnos, para sobrevivir, debemos poner a Dios en primer lugar y comenzar realmente a abrirle a Él nuestro corazón. ENTONCES resucitaremos y Jesús Resucitado, Emmanuel — Dios con nosotros — estará realmente con nosotros. ENTONCES también nosotros experimentaremos como los dos Apóstoles de Emaús — como Aquel que está con nosotros, que nos explica la vida y el sufrimiento, que calienta nuestros corazones y podremos decir como ellos: «¿No ardían nuestros corazones cuando Él nos explicaba las Escrituras?»

JESÚS RESUCITADO SERÁ SU AMIGO

María mencionó también en el mensaje de febrero la amistad con Jesús. Cristo Resucitado está aquí por nosotros. Él, con Su vida, con Su Resurrección, nos dio la prueba de que la vida es más fuerte que la muerte, de que el amor es más fuerte que el odio y que Él nos lleva como único Camino a la Vida Eterna. Sabiendo esto,

OREMOS…

Dios, Padre nuestro, gracias por Tu amor paternal — ese amor que arde en deseos por nosotros porque Tú nos creaste en Tu amor. Te damos gracias por Jesucristo, Tu Hijo, que se hizo hombre por nosotros y por el Corazón abierto de María que dijo: «Hágase Tu voluntad», en la Anunciación. En nombre de Tu Hijo y con María Te pedimos, oh Padre, danos la gracia de poder encontrarnos Contigo en la oración. Bendice a todas las personas que están heridas en su corazón y que por eso viven en el odio. Purifica sus corazones y llénalos de amor. Llena de amor los corazones de quienes están amargados y por eso blasfeman, haz que nuevas palabras nazcan en sus corazones. Padre, concede esta gracia a todos los que a través del Bautismo fueron hechos hijos Tuyos y miembros de la Iglesia; que todos ellos anhelen experimentar Tu amor. Libera todo corazón de falsas expectativas, de falsos caminos, de falsas luces y que todos nosotros podamos crecer en el amor. Haz que la Iglesia entera resucite en el amor a fin de que pueda superar todos los problemas y se convierta en testigo del amor y de la paz en este mundo. Padre, danos a cada uno la gracia de la conversión. Ocupa Tú, como debe de ser, el primer lugar en nuestras vidas, a fin de que podamos decidirnos por Ti. En nombre de Tu Hijo, haz que seamos capaces de decidirnos por Ti y mantener nuestros corazones libres para Ti. Ven, oh Padre, con Tu Hijo, en el Espíritu Santo y resucítanos en el amor, haznos testigos de Tu amor y Tu paz, por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Fray Slavko Barbaric

Medjugorje, Marzo 29, 1999