Un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Lunes IV Cuaresma

Un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Lunes IV Cuaresma

30 de marzo de 2025 0 Por Gospa Chile

«Decidiros por una nueva vida con el nombre de mi Hijo en vuestros labios. Gracias.”  (Mensaje, 2 de enero de 2009)

  • Oración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén

+Santo Evangelio

Evangelio según San Juan 4, 43-54. 

Jesús partió hacia Galilea. 

El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. 

Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. 

Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. 

Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo. 

Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen». 

El funcionario le respondió: «Señor, baja antes que mi hijo se muera». 

«Vuelve a tu casa, tu hijo vive», le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. 

Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. 

El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. «Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre», le respondieron. 

El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y entonces creyó él y toda su familia. 

Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea. 

+ Meditación Patrística:

Primer Punto: Pero acordaos también de lo que pide, y conoceréis claramente que dudó acerca de la fe. Porque pidió que bajase a sanar a su hijo. Por esto sigue: «Le dice el Cortesano: Señor, ven antes que muera mi hijo». Por lo tanto, no había creído en El, porque no creyó que podría darle la salud si no estaba presente de una manera material.

Pero como el Señor es rogado para que vaya, nos indica que no asiente a la invitación, y con sólo mandarlo, le devuelve la salud El que creó todas las cosas por su propia voluntad. Por esto sigue: «Y Jesús le dijo: ve, que tu hijo vive». Aquí se reprende nuestra soberbia; porque en tanto precio tenemos los honores y las riquezas los que cuidamos poco de nuestra verdadera naturaleza (en virtud de la cual hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios). Mas nuestro Redentor, para manifestar que las cosas más apreciables entre los hombres son despreciadas por los santos, no quiso ir a casa del hijo del Cortesano, siendo así que estaba dispuesto a ir a casa del siervo del centurión. (San Gregorio)

Segundo Punto: Porque allí estaba la fe bien asegurada y, por lo tanto, ofreció ir para que conozcamos la piedad de aquel hombre; mas éste aun era imperfecto y, por lo tanto, aún no conocía claramente que podría curarle estando lejos; pero como Jesús no fue, añade esto. Prosigue: «Creyó el hombre a la palabra que le dijo Jesús y se fue». Sin embargo, no se iba muy contento ni tranquilo.(San Juan Crisóstomo)

 Tercer Punto: Y en verdad que la palabra del poder nació de Caná, en donde se dijo: «Tu hijo vive»; pero la realización de la palabra tuvo lugar en Cafarnaúm, porque allí fue donde el hijo del cortesano se curó, como si viviese en el campo del consuelo. Esto representa a cierto género de hombres débiles, no del todo privados, sin embargo, de acciones buenas. Y aquellas palabras: «si no veis milagros y prodigios no creéis», se le dijo a aquél, que se refieren a muchos de sus hijos, y a él mismo en cierto modo. Y así como San Juan esperaba que se realizase la señal que se le había dado, a saber: «Sobre aquél en que vieres que baja el Espíritu Santo» ( Jn 1,33), así los santos que ya habían muerto, esperaban que se daría a conocer la venida de Jesucristo en nuestra carne mortal por medio de milagros y de prodigios. Mas este cortesano tenía, no sólo aquel hijo, sino también criados, por medio de los que se significa cierta clase de personas que creen poco y con poca firmeza. Y no dejó la fiebre al hijo en la hora séptima por una casualidad, sino que este número siete representa el día del descanso. (Orígenes)

+ Mensaje 

“Queridos hijos, a pesar de que una gran gracia del cielo os es prodigada especialmente, vuestros corazones permanecen duros y sin respuesta. Hijos míos, ¿Porque no me entregáis completamente vuestros corazones? Sólo deseo poner en ellos paz y salvación: poner a mi Hijo. Con mi Hijo, vuestras almas alcanzarán nobles metas y nunca se perderán. Aún en la mayor oscuridad encontraréis el camino. Queridos hijos, decidiros por una nueva vida con el nombre de mi Hijo en vuestros labios. Gracias.”  (Mensaje, 2 de enero de 2009)

• Coloquio:  

 Señor, Te damos gracias por ser nuestro Creador. Te damos gracias por el grandioso don de la vida. Te pedimos ahora que nos des la gracia de estar unidos a Ti y que nos liberes de todo lo que nos desune de Ti. Te pedimos que nos reveles Tu voluntad y el sentido de nuestra vida. Danos la gracia de entender Tu amor. Te damos gracias, oh Señor, por enviarnos a la Madre de Tu Hijo y por toda la ayuda que nos das a través de Ella. Danos la gracia de entender que no tenemos futuro sin Ti. Tú lo eres todo para nosotros. Oh Señor, Te pedimos la gracia y la fortaleza interior para superar cualquier pecado y liberarnos de la soberbia, los celos, la envidia, de cualquier dependencia a este mundo. Libéranos del odio, del miedo y de las agresiones, de cualquier sentimiento negativo. Danos la gracia de orar y de buscarte en la oración. (Fra. Slavko , Medjugorje, Medjugorje, Abril, 28 de 1997)

  • Comunión Espiritual:

 “Padre eterno, permitid  que os ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)