La Reina de la Paz esta en Medjugorje

La Reina de la Paz esta en Medjugorje

23 de junio de 2024 0 Por Gospa Chile

Charla Padre Patricio Romero Aniversario Reina de la Paz en Medjugorje


Que alegría tener la oportunidad de compartir estas reflexiones con ustedes, vagas y variadas, pero que brotan del gozo y de la admiración de lo que la Gospa hace en la vida de muchos y en mi propia vida sacerdotal.

Ella, llamándonos tiernamente con sus gestos y palabras, ha hecho resonar en nuestro interior el llamado de Dios, que nos marcó de modo indeleble en el bautismo y que nos distinguió en nuestra vida con una vocación particular, conducidos, entre sombras por el Espíritu Divino, al que escuchamos y acudimos en el pentecostés de nuestra confirmación, pero que con frecuencia fue una semilla arrojada en tierra pedregosa o entre espinos, (según san Marcos 4, 3-9), y por nuestros afanes innecesarios y nuestra superficialidad, no dimos frutos. Pero la Reina de la Paz, porque es Madre, nos llamó a la escuela de Santidad y amor materno de su Inmaculado Corazón: 

Ella nos dijo el 25 de Febrero de 1989: “…los invito a la oración con el corazón. Durante este tiempo de gracia Yo deseo que cada uno de ustedes esté unido con Jesús, pero sin la oración incesante ustedes no podrán experimentar la belleza y la grandeza de la gracia que Dios les ofrece…”

La Gospa nos invitó a purificar nuestra mirada interior con la penitencia, el Rosario y le meditación del Evangelio, sanando y fortaleciendo nuestro corazón con la Eucaristía, el ayuno y el apostolado de cada día, y nos lleva a los pies de Cristo, como el leproso en San Marcos 1, 40-41, en  abandono y humildad:  Señor «Si quieres, puedes limpiarme.». Y el Señor mirándonos en los brazos de su Madre,  mirándo nuestras llagas, extiende su mano, y tocándonos nos dice: «Quiero; queda limpio.»»

Cada vez que ponemos en práctica, desde el corazón, las enseñanzas maternas de la Reina de la Paz,  las llamadas 5 piedrecitas, la meditación de sus mensajes, y todas las recomendaciones que la Iglesia, Esposa de Cristo nos da, entramos en la dimensión de una continua purificación interior, en una rectificación de la intensión, en el combate del corazón contra el desordenado amor propio, las vanidades en todas sus dimensiones, la arrogancia o el resentimiento, para poder  escuchar de modo real, vivo y concreto, por los caminos de la gracia, la respuesta de Jesús: “quiero; queda sano” “quiero queda limpio”

Estos dones y regalos que hemos recibido por la presencia de la Reina de la Paz en nuestras vidas, están en profunda comunión con la piedad y la espiritualidad de nuestra Fe católica.

Esta camino de fe en la Iglesia, por la que nos esta conduciendo la Madre, los describe claramente el Magisterio Conciliar: 

Lumen Gentium 55: “con ella misma, Hija excelsa de Sión, tras la prolongada espera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos y se instaura la nueva economía, al tomar de ella la naturaleza humana el Hijo de Dios, a fin de librar al hombre del pecado mediante los misterios de su humanidad.”

61. La Santísima Virgen, predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios juntamente con la encarnación del Verbo, por disposición de la divina Providencia, fue en la tierra la Madre excelsa del divino Redentor, compañera singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia.

62. Esta maternidad de María en la economía de gracia perdura sin cesar desde el momento del asentimiento que prestó fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz hasta la consumación perpetua de todos los elegidos. Pues, asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna [186]. Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora [187]. Lo cual, embargo, ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.

Decimos por eso con San Alfonso María Ligorio:

“¡De cuántos peligros, Reina mía, no me habéis librado? ¿Quién podrá enumerar las luces y misericordias que de Dios me habéis alcanzado? ¿Qué beneficios, qué honores habéis recibido de mí, para empeñaros en hacer tanto bien?

“Sólo vuestra bondad os ha movido a ello. Aunque yo diera por Vos toda mi sangre y mi vida, sería nada en comparación de lo que os debo, puesto que Vos me habéis librado de la muerte eterna y me habéis recobrado, como lo espero, la divina gracia. En una palabra, todo lo que tengo, por vuestras manos me ha venido».

“Señora mía, amabilísima, siendo tan miserable como soy, no puedo, en cambio hacer otra cosa más que alabaros siempre y amaros. No os desdeñéis de aceptar el amor de un pecador enamorado de vuestra bondad».

Claramente, decidirse por este camino, que es “decidirse por Dios”, se traduce en un paso fundamental en la ruta segura de la humildad, no solo para aceptar con fortaleza las propias limitaciones, y de atribuir toda virtud, logro o mérito solo a Dios, sino que además, de reconocer nuestra vulnerabilidad ante los enemigos del alma (Demonio, mundo y carne),  y  de combatir también los enemigos internos que con frecuencia nos quitan y privan del don de la Paz. La humildad es la garantía para que el propio corazón permanezca en  la paz. 

Y en la verdadera paz, que como no consiste solo en la ausencia de dificultades o de crisis, en la vida personal, a las que se enfrenta también según la calidad de nuestra vida interior, sino que (la paz verdadera), es esencialmente el  cimiento sobre el que construimos nuestra vida, que motiva nuestros anhelos y  la perspectiva en la que entendemos nuestra vida personal.  La Reina de la paz, nos dice: 

“¡Queridos hijos! Sin oración no hay paz. Por tanto les digo, queridos hijos, oren por la paz al pie de la Cruz”. (6 de septiembre de 1984)

Construyendo nuestras vidas desde la piedra angular que es Cristo, piedra que han desechado los constructores de este mundo, pero que la Madre del cielo y Madre de la Iglesia nos invita a escoger;  así,  la Cruz de Cristo se constituye en el verdadero ángulo en el que tiene sentido nuestra vida, y comprendemos, con mayor profundidad, superando las apariencias, que nuestra grandeza consiste en haber sido creados a imagen de Dios, con una “llamada”, o una “vocación” de vivir con Él, una comunión o unión con el verdadero Amor.  Dios mismo, mediante la encarnación del Hijo, entra en nuestra historia personal, haciéndonos vivir, por su gracia, una nueva creación, y una alianza nueva entre Dios y el hombre, dándonos la posibilidad de tener «un corazón nuevo» y «un espíritu nuevo» (Ez 36,26).

“La paz es un orden vivificado e integrado por el amor, capaz de hacer sentir como propias las necesidades, y las exigencias del prójimo, de hacer partícipes a los demás de los propios bienes, y de tender a que sea cada vez más difundida en el mundo la comunión de los valores espirituales”.  (Benedicto XVI)

Padre Slavko Barbaric dice, en relación al Mensaje del 25 de Junio de 1997 que: “La paz significa primordialmente una relación con Dios, pero también una profunda actividad en relación con nosotros mismos al igual que con los demás. Quien desee convertirse en portador de la paz y quien tiene paz en su corazón debe amarse a sí mismo y respetar a los demás, comenzando desde los no nacidos hasta los más ancianos entre nosotros. Sólo quien ama, perdona, respeta, ayuda y protege a los demás es portador de la paz.”

 Es clave, por lo tanto, en el hoy y mañana del mundo, lo que pasa en nuestro interior y en nuestro corazón y en el corazón de todo ser humano.

Y esa es la razón, por la que , en medio de una profunda crisis, por la que camina este mundo secularizado y también tantos cristianos, que están abrazando paulatinamente una apostasía fatal, la Reina de la Paz nos está llamando personalmente, para comprometernos con sus planes, que son los del Reino del Señor.

Dice el catecismo de la Iglesia:

675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12).

El 11 de mayo de 2010,  antes de su viaje apostólico a Fátima, dijo el Papa Benedicto XVI, respecto al Mensaje de Fátima, que: además de la gran visión del sufrimiento del Papa, que podemos referir al Papa Juan Pablo II en primera instancia, se indican realidades del futuro de la Iglesia, que se desarrollan y se muestran paulatinamente. Por eso, es verdad que además del momento indicado en la visión, se habla, se ve la necesidad de una pasión de la Iglesia, que naturalmente se refleja en la persona del Papa, pero el Papa está por la Iglesia y, por tanto, son sufrimientos de la Iglesia los que se anuncian. El Señor nos ha dicho que la Iglesia tendría que sufrir siempre, de diversos modos, hasta el fin del mundo…La novedad que podemos descubrir hoy en este mensaje reside en el hecho de que los ataques al Papa y a la Iglesia no sólo vienen de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia proceden precisamente de dentro de la Iglesia, del pecado que hay en la Iglesia. También esto se ha sabido siempre, pero hoy lo vemos de modo realmente tremendo: que la mayor persecución de la Iglesia no procede de los enemigos externos, sino que nace del pecado en la Iglesia y que la Iglesia, por tanto, tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender, por una parte, el perdón, pero también la necesidad de la justicia… De este modo, respondemos, somos realistas al esperar que el mal ataca siempre, ataca desde el interior y el exterior, pero también que las fuerzas del bien están presentes y que, al final, el Señor es más fuerte que el mal, y la Virgen para nosotros es la garantía visible y materna de la bondad de Dios, que es siempre la última palabra de la historia”.

El ataque de las tinieblas se ha concentrado precisamente en esta dimensión profunda y trascendente del ser humano. En procurar negar o desconocer  identidad, dignidad  y plenitud de la existencia de la humanidad tratada por Dios.

“Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos…”  (Génesis 1, 27-28)

 “La familia humana se ha convertido en icono de Dios. Dios es  Trinidad, es comunión de amor, y la familia es, con toda la diferencia que existe  entre el Misterio de Dios y su criatura humana, una expresión que refleja el Misterio  insondable del Dios amor.”  (Benedicto XVI, 27 de Diciembre del 2019)

El ataque a la familia, tiene como búsqueda negar el vestigio Trinitario en la familia humana, por ser imagen y vestigio de la Vida Trinitaria, y de la potencialidad racional, libre y espiritual del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, que se traduce en un ataque  a la paternidad y la maternidad creada por Dios, para destruir el matrimonio, vulnerar la dignidad de la vida humana desde el vientre materno y la instauración de la ideología de genero y de ideologías ateas y anticristianas, que  tienen como único propósito instaurar el plan del espíritu de las tinieblas que, fracasado en su ambición de robar la primogenitura que no le correspondía, quiere hacernos desconocer la primogenitura otorgada por el Padre al ser humano, en Cristo, Señor de la Paz y la Misericordia.

 Queremos ser “Señores” y no siervos.

   “La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?»»   (Genesis 3)

  “Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.»”  (Génesis 3)

  El pecado destruyo la mirada  filial de la humanidad hacia Dios y la Imagen de semejanza con el prójimo.

Génesis 3,7 “Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.”

El pecado destruye la relación Paternal y filial   –  de   Confianza pero Cristo y María la restauran

   “ Y María dijo: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra…” (San Lucas 1, 38)

   “…porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.” (Juan 6, 38)

“» «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»»  (San Lucas 22, 42)

Sin mérito de nuestra parte, al ser llamados por la Gospa, somos testigos de este plan de Amor de los Sagrados Corazones, que la misma Reina de la Paz describe en su Mensaje:

 “…Mi Hijo amado siempre ha orado y glorificado al Padre Celestial. Siempre le ha dicho todo a Él y ha confiado en Su voluntad. Es lo que vosotros, hijos míos, también deberíais hacer, porque el Padre Celestial siempre escucha a sus hijos. Un corazón en un corazón – amor, luz y vida. El Padre Celestial se ha dado mediante un rostro humano, y ese rostro es el rostro de mi Hijo…”    (2 de noviembre de 2019)

El contraste entre María y Eva     escena del pecado original

 La famila que destruyó el pecado, fue restaurada por la sangre de Cristo y constituida en Iglesia doméstica, cenáculo de oración, de Fe, esperanza y amor, escuela del Amor cristiano. Lo primero que sumergió en las aguas redentoras, el Señor, fue la familia. La paternidad y la maternidad.

Dios no se quiso privar del don creado de la maternidad, en Maria Santísima, en la que hizo resplandecer su misericordia y ternura incondicional.

No quiso privarse tampoco de gozar de la paternidad de San José, en la que hizo resplandecer la bondad providente y protectora.

La familia, fruto del vinculo espiritual por la unión en torno al don del Verbo Encarnado, a quien sostenían, nutrían y de quien se sostienen y nutren. Unión que sin dejar de ser pura y afectiva, sensible y humana es por sobre todo espiritual y trescendente, con vínculos que superan y trascienden la sensación, sentimientos y emoción, integrados, santificados pero también superados por la caridad. El amor del Corazón de Cristo, Divino, humano y sensible, le otorga a esta familia, tal horizonte de unidad y comunión que en el hogar de Nazaret se vive una verdadera interrelacion Trinitaria en la condición temporal y humana pero elevada y plenificada por la gracia del Niño Dios.

(Filp. 2, 6-11) quien no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo,   pasando por uno de tantos.

Estos son los frutos palpables de Medjugorje, una familia restaurada en el evangelio, eucaristía, rosario, confesión y ayuno. 

Así son los  apóstoles del Reino de María.

 San Marcos 3, 20-35   «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»

Juan 17, 20-26  para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros

    La humildad de María es la potencia capaz de aplastar la Soberbia maligna del príncipe de las tinieblas 

No Serviré – He aquí la Esclava del Señor

La humildad de Dios es la derrota del maligno, la humillación de María es la gloria del hombre…

La Madre se agacha y se abaja hasta el extremo, como su Hijo,  y no duda, hacerse más humilde, quiere ser sierva de su Hijo que se hizo huésped de nuestras almas y esclavo y prisionero en el Sagrario. María quiere ser sierva en el plan de su Hijo con su amor materno hacia nosotros, y por eso nos abraza como hijos…

Ella permanece aun regalándonoslo su presencia en Medjugorje, como sierva y esclava del plan de Dios, para educarnos como siervos y apóstoles de su Reino. 

Filipenses 2, 6-8

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

San Alfonso Mª Ligorio:  dándonos su Hijo, no tiene ya más que darnos.

Solo los humildes puedes comprender, entender o captar la realidad de este misterio

Benedicto XVI: en medio del desorden del mundo, o en los desiertos de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen de Dios la salvación y la testimonian con un modo diverso de vivir, como una ciudad colocada sobre un monte”. (2 Dic 2012)

El Corazón Divino palpita de amor, por nuestra frágil y pecadora humanidad, en  cada momento y acción que realiza en medio de nosotros, para la gloria del Padre.

Al concedernos el Señor su Espíritu, nos hace capaces de  palpitar, en nuestros corazones, con el mismo amor de su Sagrado Corazón, fluyendo torrentes de sangre de la caridad por las venas de nuestra vida cotidiana, familiar y comunitaria. Toda obra buena se hace santificadora, y todo esfuerzo y sacrificio es vinculado sobrenaturalmente al Calvario del Señor. Mientras más humilde y pequeña sea el alma, erradicando la suciedad de la soberbia, vivirá más intensamente el valor corredentor de cada acción hecha con el amor de Jesús.

Este misterioso camino del vivir en la voluntad del Señor, no visible para los ojos mundanos pero sí para la mirada de la Fe, se hace cercano, palpable y entendible en el lenguaje maternal de la Reina de la Paz. Los gestos, presencia, palabra y silencio de la ternura del Inmaculado Corazón,  nos permiten conocer la pureza, resplandor y eficacia de la Caridad, que habita y actúa por medio de los brazos de la Madre Celestial. La Sierva del Señor, inundada de la pureza y santidad de la gracia, nos convoca para transformarnos en corazones sagrarios de Cristo, que nos nutre con  su Cuerpo y fortalece con su Sangre en cada Eucaristía, para que por medio de nosotros su amor se difundan a todos alrededor de ustedes.

Y el católico, el matrimonio, la familia, por la lectura y meditación del Evangelio purifican su razonamiento y por la contemplación de los misterios de la Fe en el Rosario, sanan la memoria de las heridas, y por la confesión, restauran la belleza del alma y la fortaleza de la voluntad, por el ayuno liberan de las esclavitudes el corazón y por la cumbre de la Eucaristía se inundan del amor de Dios.

677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9).

El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4).

Dice el Tratado de la V. D. de San Luis María Grinion de Monfort:

[49] La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse. 

…en la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido. 

[50] Dios quiere, pues, revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos:

San Luis María G. de Montfort y  específica que este advenimiento se sitúa en los últimos tiempos «cuando suscitará Dios grandes hombres llenos del Espíritu Santo y del espíritu de María, por los cuales esta Augusta Soberana hará grandes maravillas en la tierra para destruir el pecado y establecer el Reinado de Jesucristo» (Secreto de María 58). 

La razón por la cual es fundamental esta presencia maternal de María en el caminar hacia el Reino del Señor, es que Dios quiere manifestar «su obra maestra», y quiere que sea glorificada en este mundo, como estrella clara, que conduce a los fieles en medio de las tinieblas. Porque Ella ha sido aquí humillada y ocultada, el Señor quiere exaltarla y elevarla. Pero, sobre todo, porque María es la Aurora que precede al Sol de Justicia, Jesucristo. 

Entonces un grupo de fieles se renueve en torno a una colina humilde, de sufrimiento, de persecución de fragilidad, y atentos a los Mensajes de su Madre, llevan el tesoro de Cristo, el fuego de su gracia, la luz de su Evangelio, la abundancia de la Eucaristía, la sabiduría del Rosario, la llave del ayuno, el remedio de la penitencia, pero con el báculo de la humildad, y van al encuentro de su familia, sus amigos y sus parroquias, para encender las antorchas apagadas con el fuego modesto pero inapagable de Medjugorje…

Y con silencio caminan y sencillos caminan por sus vidas, ambientes, comunidades y horizontes, dejando una braza ardiente que inflama y que enciende hogueras del Amor Materno del Inmaculado Corazón y gestando cenáculos orantes de caridad, del Amor de DIos…

Y ya nos damos cuenta, que cerrándose tantas puertas, por que no tiene reconocimientos ni popularidad en ambientes accesibles, si esta el certificado del testimonio de la gracia, y la Reina enciende nuevamente al mundo en el ardor del Corazón de Jesús…

Dios comienza la salvación por María; es por Ella que querrá también terminarla…


¡VIVA LA GOSPA!

Atentamente Padre Patricio Romero