Infancia Espiritual y la Iglesia

Infancia Espiritual y la Iglesia

27 de septiembre de 2023 0 Por Gospa Chile

«Hijos míos, sed alegres en el espíritu, sed puros, sed niños» (Mensaje 2 de Enero del 2018)


Mensaje, 2 de enero de 2018

“Queridos hijos, cuando en la Tierra llega a faltar el amor, cuando no se encuentra el camino de la salvación, yo, la Madre, vengo a ayudaros para que conozcáis la verdadera fe, viva y profunda; para ayudaros a que améis de verdad. Como Madre anhelo vuestro amor recíproco, vuestra bondad y vuestra pureza. Mi deseo es que seáis justos y os améis. Hijos míos, sed alegres en el espíritu, sed puros, sed niños. Mi Hijo decía que amaba estar entre los corazones puros, porque los corazones puros son siempre jóvenes y alegres. Mi Hijo os decía que perdonéis y os améis. Sé que esto no siempre es fácil: el sufrimiento hace que crezcáis en el espíritu. Para poder crecer cada vez más espiritualmente, debéis perdonar y amaros sincera y verdaderamente. Muchos hijos míos en la Tierra no conocen a mi Hijo, no lo aman; pero vosotros, que amáis a mi Hijo, vosotros que lo lleváis en el corazón, orad, orad y, orando, sentid a mi Hijo junto a vosotros, que vuestra alma respire su Espíritu. Yo estoy en medio de vosotros y os hablo de pequeñas y grandes cosas. No me cansaré nunca de hablaros de mi Hijo, amor verdadero. Por eso, hijos míos, abridme vuestros corazones, permitidme que os guíe maternalmente. Sed apóstoles del amor de mi Hijo y del mío. Como Madre os pido: no olvidéis a aquellos que mi Hijo ha llamado para guiaros. Llevadlos en el corazón y orad por ellos. Os doy las gracias. ”


Bien podemos decir que es la voz de nuestra Santa Madre Iglesia la que nos propone solemnemente la infancia evangélica, tal como la entendió, propuso y practicó Santa Teresita.

El papa Pío XI, que tuvo el gozo singularísimo de beatificar y canonizar en pocos años a Santa Teresita, mostró un deseo vivísimo de que, siguiendo las enseñanzas de esta santa, emprendiésemos el camino de la infancia espiritual. Dice así en la homilía del día de la canonización:

«Damos igualmente gracias a Dios, porque a Nos, que tenemos el lugar de su Hijo Unigénito, ha permitido que hoy, desde esta cátedra, repitiésemos e inculcásemos a todos, en el transcurso de esta ceremonia, las enseñanzas saludables del divino Maestro.»

«Como le preguntasen sus discípulos quien sería el mayor en el reino de los cielos (San Mateo, XVIII), llamando a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo estas memorables palabras: En verdad os digo que si no os cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. La nueva Santa Teresa se penetró de esta doctrina y la trasladó a la práctica cotidiana de su vida. Más aun, ella, con sus palabras y con sus ejemplos, enseñó a las novicias de su monasterio este camino de la infancia espiritual, y lo reveló a todo el mundo, con sus escritos, que se han extendido por todo el mundo y que, seguramente, nadie ha leído sin quedar encantado de ellos, y sin leerlos y releerlos con gran gozo y provecho.»

«Esta cándida niña, flor abierta en el jardín cerrado del Carmelo, no contenta con añadir a su nombre el del niño Jesús, copió en si misma su imagen viviente; y así podemos afirmar que quienquiera que venere a Teresa, venera, al mismo tiempo, al divino Modelo, que ella reproduce.»

«Por esto hoy, Nos concebimos la esperanza de ver nacer, en las almas de los fieles de Cristo, como una santa avidez de adquirir esta infancia evangélica, la cual consiste en sentir y obrar, bajo el imperio de la virtud, tal como siente y obra un niño llevado de su natural.»

«De la misma manera que los niños pequeños, a los cuales ninguna sombra de pecado ciega, ni ninguna concupiscencia de pasiones mueve, gozan de la tranquila posesión de su inocencia, e, ignorando toda malicia y disimulo, hablan y obran según piensan, y se revelan en su exterior tal como son en realidad, de la misma manera, Teresa aparece más angélica que humana y dotada de una sencillez de niña, en la práctica de la verdad y de la justicia. La virgen de Lisieux tenia siempre presentes, en la memoria, estas invitaciones y estas promesas del divino Esposo: Si alguno es pequeño, que venga a Mí (Prov., IX, 4). Seréis llevados sobre mi pecho y acariciados sobre mis rodillas. Como una madre acaricia a sus hijos, así yo os consolaré» (Isaías LXVI, 12, 13).

«Desde el fondo de su claustro ­dijo, en otra ocasión, este Papa (Pío XI a los peregrinos de Bayeux, 18 de mayo de 1925) encanta al mundo con la magia de su ejemplo, ejemplo de santidad, que todos pueden y deben seguir. Porque todos han de entrar por este camino ­camino de una simplicidad de corazón, que no tiene de infantil más que el nombre­, por este camino de infancia espiritual, lleno de pureza, de transparencia de espíritu y de corazón, de amor irresistible, de la bondad, de la verdad y de la sinceridad.»

«Y esta virtud de la infancia espiritual, que reside en la voluntad del alma tiene, como más bello fruto, el amor.»

En estas palabras de Pío XI, conviene notar la manera como pondera la importancia de su declaración, así por razón del cargo que ostenta, esto es, de Vicario de Jesucristo, como por la solemnidad en la que lo predica, o sea, en el acto de la canonización. Además, confió en que verá propagarse el deseo vivísimo de adquirir esta infancia evangélica, en las almas de los fieles cristianos. Y, finalmente, da la definición exacta de la infancia espiritual, cuando dice que consiste en hacer por virtud sobrenatural lo mismo que hace el niño por natural sentimiento.

En verdad, es la voz de la misma Iglesia, Esposa de Jesucristo, que nos propone el camino espiritual enseñado por Santa Teresita, para seguir fielmente la doctrina evangélica del mismo Jesús.