Novena a la Inmaculada Concepción Día 3
¡Oh Soberana Reina de los Ángeles! Cielo hermosísimo, adornado de divinas luces…
NOVENA EN HONOR DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA Día 2
Mensaje, 1 de agosto de 1985
“¡Queridos hijos! Les quiero decir que Yo he escogido esta parroquia y que la guardo en mis manos, como una pequea flor que no desea morir. Los invito a abandonarse a Mí para que Yo pueda ofrecerlos a Dios limpios y sin pecado. Satanás se ha apoderado de una parte de mi plan y quiere hacerlo suyo. Oren para que esto no suceda, ya que Yo los quiero para Mí para poder ofrecerlos a Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Pésame, Señor, de todo corazón de haberos ofendido por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, y propongo firmemente la enmienda. Amén
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Soberana Señora, Emperatriz de los Cielos y tierra, Estrella refulgente del mar, que fija en los candores de vuestra Inmaculada pureza diriges los errados navegantes, hijos de Adán. Yo el más indigno de todos ellos, me postro ante tu Sagrada Imagen, venerándote en el primer instante de tu Purísima Concepción, desde el cual fuiste escogida para Madre de Dios y Virgen Purísima, y te suplico en esta novena, que consagro a tus aras, que te dignes de ser mi Madre, pues lo eres de todos los miserables hijos de Adán; y me alcances del trono de la Beatísima Trinidad pureza de intención y conformidad con su santísima voluntad, para que por vuestra santísima intercesión sean mis súplicas oídas de su piedad; y en especial, Señora, se digne concederme el remedio de esta especial necesidad que os manifiesta mi corazón, lo que con gran confianza espero de vuestras piedades para que, una vez conseguida, te rinda en esta vida las gracias, hasta que logre congratularte en la gloria eternamente. Amén.
DÍA TERCERO – 1 DE DICIEMBRE
MEDITACIÓN: «Ella aplastará tu cabeza»
(Génesis 3, 15).
Contemplad, almas, cómo habiéndose determinado en el Consistorio de la Beatísima Trinidad la creación del alma de María Santísima, Señora nuestra, manifestó el Altísimo a los Santos Ángeles, cómo, por qué y para qué habían de cuidar de esta Soberana Reina, y así hablando por todos les dijo: «Ya sabéis cómo la antigua Serpiente, después de la señal que vio de esta maravillosa mujer, la andaba rodeando a todas y desde la primera que criamos persigue con astucia y asechanzas a las que conoce más perfectas, pretendiendo encontrar entre todas a la que ha de llorar, y quebrantar su cabeza, y cuando atento a esta purísima e incomparable criatura la reconociere tan Santa, pondrá todo su esfuerzo en perseguirla; pero nuestra voluntad es que esta nuestra Ciudad Santa, y Tabernáculo del Verbo Encarnado, tengais especial cuidado para guardarla, asistirla, defenderla, consolarla con digno cuidado y reverencia mientras fuere viadora entre los mortales». Contemplad cómo en la manifestación de la Divina voluntad recibieron los Ángeles nuevo júbilo y gloria accidental, y rindieron gracias al Altísimo, y con santa emulación cada uno deseaba que le tocase en suerte de ser guardia de la Reina: entonces la Divina Majestad eligió de los nueve Coros de cada uno cien, que son novecientos. Luego señaló otros doce para que más de ordinario la asistiesen en forma corporal y visible; fuera de estos, designó el Señor otros dieciocho de los más superiores, para que subiesen y bajasen por esta mística escala con embajadas de la Reina a su Alteza, y del mismo Señor a ella; sobre todos estos, señaló el Altísimo otros setenta Serafines de los supremos y allegados al Trono de la Divinidad para que confiriesen con la Princesa del Cielo y la comunicasen, del mismo modo que ellos mismos entre sí comunican y hablan, y los superiores iluminan a los inferiores, que todos hacen el número de mil Ángeles, entre Serafines y los demás de los Órdenes inferiores; con que esta ciudad de Dios quedó superabundantemente guarnecida contra los ejércitos infernales.
ORACIÓN PARA EL DÍA TERCERO
Soberanos y celestiales Espíritus, Grandes de la Corte del Cielo, fuertes que guardáis el vivo Templo del mejor Salomón, Cristo Señor nuestro, mil parabienes os damos por el gozo y gloria accidental que recibisteis en ser guardas y custodios de la que se concebía pura y sin mancha para ser Madre del Divino Verbo, y os suplicamos humildes nos asistais con vuestros soberanos influjos, para que libres de las asechanzas de nuestros comunes enemigos, podamos celebrar con toda pureza esta Novena de la Inmaculada Concepción de vuestra Reina y Señora nuestra, María Santísima, y que se digne concedernos lo que en ella le suplicamos, y en especial nos guardéis y defendáis de los enemigos del nombre Cristiano, para que triunfando neustras almas de su poder, sirviendo a su Majestad en esta vida, os acompañemos en la Gloria. Amén.
INVOCACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Padre, como a Hija suya, os hizo poderosísima, que en vida y en muerte me libréis del poder del Demonio. Amén. Ave María y Gloria.
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Hijo, como a Madre suya, os hizo sapientísima, que me alcanceis de su Divina Majestad una Fe constante y una esperanza firme, y que ni en vida ni en muerte me pueda pervertir alguna ignorancia o error. Amén. Ave María y Gloria.
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues el Espíritu Santo, como a Esposa suya, os enriqueció de una caridad inmensa, me alcancéis que mi corazón perpetuamente se abrase en el fuego del amor divino. Amén. Ave María y Gloria.
Ave María Santísima, Señora nuestra, llena de gracia, inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen. Por esta infinita dignidad e incomparable prerrogativa vuestra, y por el singular privilegio de vuestra purísima Concepción, os suplico, que pues la Santísima Trinidad os hizo templo suyo, sustentado sobre las columnas de las más sólidas virtudes, que me alcanceis de su Divina Majestad que participando de vuestras virtudes, sea yo vivo templo suyo en tiempo y eternidad. Amén. Ave María y Gloria.
GOZOS EN HONOR A LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Todo el mundo en general
Os cante con alegría:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si viendo Moisés que ardía
La zarza, y no se quemó,
Que la culpa no os tocó
Confiesa la Iglesia pía,
Porque Dios, que os protegía,
Os libró de incendio tal:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si aquel decreto de Asuero
No se extendió con Ester,
Tampoco a Vos comprender
En el instante primero
Pudo la culpa, ni el fuero
Del decreto universal:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Si Dios como Omnipotente
Libró vuestra Concepción,
Con pía y acorde unión
Cantaremos igualmente,
Diciendo de gente en gente
Con aplauso universal:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Santa Iglesia universal,
Repetid con alegría:
Sois concebida, María,
Sin pecado original.
Por la siguiente antífona y oración, el Papa Pablo V, mediante decreto del 10 de Julio de 1615, concede 100 días de Indulgencia.
Antífona: Esta es la vara en la cual no hubo ni el nudo del pecado original, ni la corteza de la culpa actual.
℣. En tu Concecpión, oh Virgen, fuiste Inmaculada;
℟. Ruega por nosotros al Padre, cuyo Hijo diste a luz.
ORACIÓN
¡Oh, Dios!, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen preparaste digna morada para tu Hijo; rogámoste que, así como preservaste a Ella de toda mancha por la muerte prevista de tu mismo Hijo, así también nos concedas que, mediante tu intercesión, lleguemos limpios de toda culpa a tu presencia. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
La oración a la Inmaculada Concepción del Padre Pío:
«Madre mía, infunde en mí aquel amor que ardía en tu Corazón por Él; en mí, que, cubierto de miserias, admiro en Ti el misterio de Tu Inmaculada Concepción y que ardientemente deseo que, por ese misterio, purifiques mi corazón para amar a mi Dios y a tu Dios; mi mente para elevarme hasta Él y contemplarlo, adorarlo y servirlo en espíritu y verdad; el cuerpo para que sea su tabernáculo manos indigno de poseerlo cuando se digne venir a mí en la Santa Comunión.»
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Novena compuesta por un religioso del convento del Seráfico Padre San Francisco en Santa Fe de Bogotá en el año 1848, y reimpresa en 1906. Imprimátur de Mons. Juan Vicente Arbeláez Gómez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, quien le concedió 80 días de Indulgencia a cada oración de la Novena.