La aparición en Tre Fontane de Nuestra Señora

La aparición en Tre Fontane de Nuestra Señora

26 de abril de 2024 0 Por Gospa Chile

La Revelación a Bruno Cornacchiola y sus tres hijos

«¡Si has visto a la Madre de Dios, debes convertirte en santo!»


Rma, Italia.- Bruno Cornacchiola, un protestante extremista, quería matar al Papa. La Virgen se le aparece en Tre Fontane, un barrio de Roma, el 12 de abril de 1947 y le dice de forma tajante: «Me estás persiguiendo, ¡detente ya! Vuelve al redil santo (…) Que oren y reciten el Rosario diariamente por la conversión de los pecadores, de los incrédulos y por la unidad de los cristianos».

Bruno Cornacchiola había nacido en Italia el año 1913 y de pequeño fue bautizado como católico. Poco después de la primera comunión se apartó de la fe. Luego ingresó en un partido de izquierdas.

Marchó a España a luchar contra los franquistas en la guerra civil (1936-1939). Allí conoció a un protestante alemán que le enseñó a odiar a la Virgen, la Eucaristía, al Papa, a toda la Iglesia católica.

Vuelve a Italia. Se casa con Yolanda, una mujer católica. La convence para que deje la Iglesia. De este modo los dos ingresan en la Iglesia adventista del séptimo día.

Pasan los años. Bruno quiere llegar a ser pastor de su Iglesia. Necesita “ganar puntos”. Para ello, piensa preparar un discurso en el que va a demostrar, según las Escrituras, que María no fue Virgen.

Bruno Cornacchiola había nacido en Italia el año 1913 y de pequeño fue bautizado como católico. Poco después de la primera comunión se apartó de la fe. Luego ingresó en un partido de izquierdas.

Marchó a España a luchar contra los franquistas en la guerra civil (1936-1939). Allí conoció a un protestante alemán que le enseñó a odiar a la Virgen, la Eucaristía, al Papa, a toda la Iglesia católica.

Vuelve a Italia. Se casa con Yolanda, una mujer católica. La convence para que deje la Iglesia. De este modo los dos ingresan en la Iglesia adventista del séptimo día.

Pasan los años. Bruno quiere llegar a ser pastor de su Iglesia. Necesita “ganar puntos”. Para ello, piensa preparar un discurso en el que va a demostrar, según las Escrituras, que María no fue Virgen.

Llega el día 12 de abril de 1947. Bruno está con sus hijos en un lugar cerca de Roma, conocido como “Le tre fontane”. Mientras piensa y redacta su discurso, vigila a sus tres hijos. Pierden la pelota y van en su búsqueda.

De repente, uno de los niños queda como paralizado en una gruta cercana, porque ha comenzado a ver a una “bella señora”. Los otros dos niños se acercan y se arrodillan. Bruno no ve nada. Piensa que hay un maleficio. Luego, también cae de rodillas: también él contempla y escucha a la Virgen.

Sí, aquella a la que Bruno quería atacar, se acerca a su corazón. María se presenta, le habla, le invita a un cambio profundo de vida.

“Soy la Virgen de la Revelación. Tú me persigues, ahora basta. Regresa al redil santo, corte celestial en la tierra”.

La Virgen le invita a buscar un sacerdote y le promete una señal. Poco tiempo después Bruno da con ese sacerdote, y más tarde vuelve a la Iglesia católica.

Las apariciones se repetirán varias veces. Lo más hermoso de este hecho es la cercanía de la Madre: quería atraer a la Iglesia a uno de sus hijos.

La Madre de Dios le indica un sacerdote al que debe seguir y al que reconocerá a las primeras palabras que le dirija. «Cuando encuentres al sacerdote, obedécelo». María bendice el lugar: «Con esta tierra de pecado haré poderosos milagros por su conversión». El mismo día él grabó con su propia mano en la roca: «En esta gruta se me apareció la Divina Madre. Ella con amor me invita a unirme a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana…».

Un segundo sacerdote indicado por la Virgen lo condujo al papa Pío XII el 9 de noviembre de 1949, durante una audiencia concedida a los conductores de tranvías de Roma. Después del rezo del Rosario en su capilla privada, el Papa ve que se adelanta Bruno quien le dice: «Santísimo Padre, aquí tiene la Biblia protestante con la que he «matado» muchas almas»; luego, con lágrimas en los ojos: «¡Aquí tiene el puñal, con la inscripción “muerte al Papa”, con el que pensaba matarle! Vengo a pedirle perdón». Y el Papa respondió: Al matarme, no habrías dado más que un nuevo mártir a la Iglesia; y a Cristo, una victoria del amor. Hijo mío, el mejor perdón es el arrepentimiento…».

Mucho más tarde, en 1978, Bruno se encontrará con Juan Pablo II, quien le dirá: «¡Has visto a la Madre de Dios, así que debes convertirte en santo!»


Equipo de Marie de Nazareth

Un minuto con María – Enciclopedia Mariana