La importancia del Misterio «María Madre de Dios»

La importancia del Misterio «María Madre de Dios»

2 de enero de 2025 0 Por Gospa Chile

El Concilio de Éfeso abrió el camino al verdadero culto mariano en la Iglesia.


El 1 de enero la Iglesia ha celebrado a María como Madre de Dios. Una gran celebración que nos remite al Concilio de Éfeso, en el año 431, uno de los más importantes de la historia de la Iglesia.

«María de Nazaret», «Santa Virgen», «Virgen María», “María Santísima” o incluso «Nuestra Señora»… María tiene varios títulos. En la solemnidad del 1 de enero es designada María “Madre de Dios”. Un nombre que estamos acostumbrados a escuchar en la conocida oración mariana avemaría, pero que inicialmente provocó un acalorado debate teológico.

La controversia surgió con Nestorio, patriarca de Constantinopla, en el año 428. Si bien muchos cristianos y teólogos ya habían adoptado este nombre, él se negó a llamar a la Virgen María «Madre de Dios», ya que, según él, María solo podía ser madre del hombre Jesús. Insiste en la coexistencia de dos naturalezas distintas, humana y divina, en Cristo y cree que María debería ser llamada Christotokos, “Madre de Cristo”. En cambio, Cirilo de Alejandría defiende la unidad de las dos naturalezas de Cristo y la creencia común de los cristianos en su divinidad.

Fue el emperador Teodosio II quien puso fin a la disputa en el año 431. Convocó el Tercer Concilio Ecuménico en Éfeso, que reunió a los obispos de todas las provincias. Se debatió si Jesús era a la vez humano y divino por naturaleza y si, en este caso, María debería ser llamada “Madre de Dios”. El Concilio de Éfeso finalmente confirmó el título de “Theotokos” (palabra de origen griego que significa “que dio a luz a Dios”), permitiendo reconocer oficialmente la maternidad divina de María. Cristo es al mismo tiempo hombre y Dios, unión que se funda en el misterio de la Encarnación, el misterio de Dios que se hizo carne. Así, el Concilio de Éfeso abrió el camino al verdadero culto mariano en la Iglesia.

En 1931, con motivo del XV Centenario del Concilio de Éfeso, el papa Pío XI promovió una solemnidad universal en honor de la divina Maternidad de María, fijada para el 11 de octubre.

Después del Vaticano II, su festividad se trasladó al 1 de enero y desde entonces se llama Solemnidad de María Madre de Dios. Cierra así la octava de Navidad, ocho días después de la Natividad del Señor, coincidiendo con la Jornada Mundial de la Paz, instituida por el papa san Juan Pablo II. Sustituye entonces a la festividad de la Circuncisión de Jesús, celebrada ocho días después de su nacimiento, según el rito judío.


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