“La paz con vosotros”
La Oración es el fundamento de la Paz
Comentario del Padre Slavko Barbaric
«Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.»» (San Juan 20, 19)
Mensaje, 25 de junio de 1997
“¡Queridos hijos! Hoy día estoy con ustedes de manera especial y les traigo mi bendición maternal de paz. Oro e intercedo por ustedes ante Dios, para que comprendan que cada uno de ustedes es portador de paz. No pueden tener paz, si su corazón no está en paz con Dios. Por tanto, hijtos, oren, oren, oren, puesto que la oración es el fundamento de la paz de ustedes. Abran su corazón y denle tiempo a Dios, para que El llegue a ser su amigo. Cuando se crea una verdadera amistad con Dios, no hay tempestad que la pueda destruir. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Todo por lo que María ora y quiere enseñarnos nos conduce a nuestra necesidad de paz, que cada uno la recibe sólo de Dios y que ninguno de nosotros puede guardarla para sí mismo. A esto corresponde también un orden lógico que comienza por la paz en nuestro propio corazón. Cuando tenemos esta paz con Dios y –en consecuencia– paz unos con otros, podemos convertirnos también en portadores de la paz en el seno de nuestras familias, comunidades, dondequiera que trabajemos o estemos y, por tanto, en el mundo entero. Esto concierne en realidad a la tarea más hermosa que cualquier ser humano pueda cumplir, la de ofrecer la paz a quienes le rodean, la paz que Dios nos ha dado. ¡Qué terrible es para cualquiera encontrarse o convivir con alguien que no tiene paz y que es incapaz de ofrecer paz a otros! De igual modo, ¡qué hermoso es que alguien tenga paz y la ofrezca a los demás! Nunca debemos olvidar que la paz es una gracia que Dios nos da, pero también el resultado de nuestra cooperación con la gracia de Dios. La paz significa primordialmente una relación con Dios, pero también una profunda actividad en relación con nosotros mismos al igual que con los demás. Quien desee convertirse en portador de la paz y quien tiene paz en su corazón debe amarse a sí mismo y respetar a los demás, comenzando desde los no nacidos hasta los más ancianos entre nosotros. Sólo quien ama, perdona, respeta, ayuda y protege a los demás es portador de la paz. Aquí debemos tener cuidado de no quedarnos tan solo en palabras, porque las palabras solas no nos ayudan a ser auténticos testigos en este mundo. ¡Se habla tanto de paz, pero aún así no hay paz! La paz sólo podrá venir cuando la hayamos recibido de Dios y así, a partir de esta paz, lograr la fortaleza interior para encontrarnos con los demás y hacer por ellos lo que queremos que nos hagan. Es por eso que María dice…
NO PUEDEN TENER PAZ SI SU CORAZON NO ESTA EN PAZ CON DIOS
Estar en paz con Dios significa primeramente que Lo amemos, que a partir de este amor por Dios, también confiemos en El y busquemos, descubramos y aceptemos Su voluntad. Pero todos corremos el peligro o tenemos la tentación de querer imponerle nuestra voluntad. Sucede a menudo en nuestras oraciones que no buscamos de hecho la voluntad de Dios para nosotros, sino que, en vez de ello, queramos de Dios lo que pensamos que necesitamos o creemos que es mejor para nosotros. Así pues, puede suceder que una persona ore pero que todas sus oraciones estén en conflicto con o sean una lucha contra la voluntad de Dios. La persona que ora así de hecho está tratando de cambiar la voluntad de Dios más que la suya. La paz viene cuando aceptamos Su voluntad y comenzamos a colaborar con ella. Esta paz no excluye, por supuesto, el sufrimiento, no excluye la cruz. Las cruces o problemas surgen cuando nos inclinamos a acusar a Dios y podemos llegar tan lejos que no podamos perdonarlo y seamos incapaces de aceptar lo que experimentemos en ese momento. Dios quiere nuestra paz y, puesto que Su nombre es Emmanuel, desea estar con nosotros. El quiere ser nuestra fuerza y que nosotros, a partir de Su fortaleza, seamos capaces de sobreponernos en nuestra vida así como de amar y perdonar a los demás, lo cual nos permitirá también vivir en paz con ellos. Muchas veces antes y también en este mensaje, María no sólo ha dicho…
OREN, OREN, OREN
Cuántas veces se ha dicho que…
LA ORACION ES EL FUNDAMENTO DE SU PAZ
Y aquí, de nuevo debemos estar muy conscientes de que Ella quiere nuestra paz dondequiera y en todo lo que hagamos, debemos anhelar la paz. El problema, sin embargo, es que muy pocos están realmente dispuestos a hacerse de las herramientas para la paz y éstas son: la oración, el encuentro personal con Dios — con Dios que es la paz. El hombre no puede hacer caso omiso de la paz y todo lo que hace es a fin de alcanzarla. La persona que ora, que acude a la Confesión y la Misa, que lee la Biblia, que perdona siempre, lo hace para poder tener paz, porque cuando no perdona, la paz se vuelve imposible. Pero también estamos en peligro –y muchos se pierden aquí– de usar métodos equivocados para obtener la paz. Por ejemplo, cuando alguien consume alcohol o drogas, cuando odia a otro y simplemente se rehusa a perdonar, cuando es injusto o desconfiado o cuando destruye su propia vida y la vida de otros, lo hace siempre con el fin de tener paz. El peligro más grande es cuando usamos los métodos equivocados para [satisfacer] ese deseo en nuestro corazón. Pero Dios nos envía a María a fin de que podamos servirnos de los métodos auténticos para alcanzar la paz. En este camino hacia la paz, nunca debemos olvidar la oración y el ayuno, porque son los métodos más seguros de todos en este sendero. Con la oración y el ayuno, nuestro corazón se vuelve libre para reconocer la voluntad de Dios y aceptarla. También con la oración y el ayuno somos liberados de nuestro orgullo, nuestra autosuficiencia, nuestro egoísmo y todas nuestras demás tendencias negativas. Quien ora y ayuna seguramente tendrá paz y quien tiene paz, desarrollará una nueva relación consigo mismo y con los demás. María nos invita de nuevo a que…
ABRAN SU CORAZON Y DEDIQUEN TIEMPO A DIOS A FIN DE QUE EL SEA SU AMIGO
Tener un amigo significa en realidad tener alguien a quien poder abrirle nuestro corazón y con quien simplemente queremos pasar el tiempo. Cuando no amamos o no confiamos en alguien, es imposible abrirle nuestro corazón y tampoco pasar tiempo con él. Es triste, pero muchos católicos no abren su corazón a Dios y no le dedican tiempo a Dios. De ello podemos deducir que no entienden a Dios como Amigo. Si pensamos aquí en la relación dentro de las familias, puede decirse que es muy importante que los padres sean amigos de sus hijos o que durante las crisis de la pubertad, las crisis de la juventud, se hagan amigos de sus hijos. Si esto no sucede, los hijos se cierran a sus padres y buscan amistades fuera de casa, y esto fácilmente puede resultar muy peligroso. Dios quiere ser nuestro Amigo y en un momento dado, Jesús dijo a los Apóstoles: “Ya no os llamo siervos, sino amigos.” Los amigos saben lo que hace el uno y el otro, así también Dios quiere ser nuestro Amigo, mostrándose a nosotros por completo. También espera de nosotros que aceptemos Su amistad y nos hagamos amigos Suyos. Sólo podemos agradecer a Dios que tantas personas se hayan vuelto amigas de Dios aquí en Medjugorje y el primer signo de esto es que comenzaron a orar. ¿Cuántos han aceptado y respondido a los impulsos para acudir a la Confesión, la Misa, la Adoración? Es una gracia de Dios y María ora continuamente por ello cuando, por ejemplo, junto con Mirjana pide por los no creyentes el día 2 de cada mes. Esta auténtica amistad con Dios es otro fundamento para la paz y María dice además que…
CUANDO SE CREA UNA AUTENTICA AMISTAD CON DIOS, NINGUNA TORMENTA PUEDE DESTRUIRLA
Si analizamos el mundo de hoy, la relación entre las personas, y especialmente en las familias, vemos que mucha gente está deprimida y es inestable, que ya no tiene auténticas amistades y que hace cosas por interés de encontrar a alguien. Hoy es especialmente difícil para la gente no tener amigos y que éstos existan sólo por interés, porque, en ese caso, queda siempre el temor o la desconfianza y a fin de superar ambas cosas, las personas deben primero ser amigas de Dios. Vemos además que muchas, pero muchas familias son destruidas por el divorcio. ¿Por qué? Porque ya no son auténticos amigos unos con otros. Por eso, la gente se deja llevar tan fácilmente por caminos equivocados tales como las drogas y el alcohol, la violencia o diversos tipos de comportamiento injustos y peligrosos. La gente es inestable porque ha perdido el fundamento genuino de su existencia aquí en la tierra. Así, surgen las neurosis y depresiones. Fuimos creados de tal modo que realmente tenemos necesidad de Dios y de una relación profunda, intensa y confiada con El. En la Biblia se hace referencia a las tormentas al igual que a los baluartes que, cuando sopla el viento, nos protegen. Por eso es que el salmista dice que Dios es su baluarte. Para entenderlo, debemos primeramente pensar en la fe porque fe significa en realidad ser capaces de mantenerse firmes con Dios. Nuestra palabra ‘amén’, que proviene del arameo ‘aman’, describe la situación del hijo que está en el regazo y en brazos de su madre. El niño que oye y se ha acostumbrado al ritmo del corazón y del cuerpo de la madre. El niño que es sostenido en brazos por su madre y siente calor cuando hace frío y que es alimentado cuando tiene hambre, es un niño que se encuentra en una situación llamada «aman». Ese niño es feliz y seguro y nada puede amenazarlo, porque ninguna tormenta puede destruirlo. O cuando leemos en los salmos que Dios es nuestro baluarte, esto se refiere a las experiencias en el desierto. Ahí se dan fuertes vientos que levantan las arenas como si fueran olas. Por eso, la gente que vivía en el desierto o que tenía que cruzarlo, debía mantenerse muy alerta ante el clima y los terrenos circundantes para poder encontrar rápidamente un baluarte, detrás del cual esperar a que pasara la tormenta y la arena. Justamente esto es lo que Dios quiere ser para nosotros. El desea ser nuestro amigo auténtico, un amigo que nos dio a Su único Hijo, Jesucristo. Cualquiera que se mantenga junto a Dios de este modo, nunca tendrá temor acerca de su vida, su familia o el mundo. El hecho de que muy a menudo conozcamos a tantas personas que están deprimidas o en peligro de suicidarse es simplemente un signo de que nos hemos distanciado de Dios y que por eso somos arrastrados por el viento y la arena. María dice de nuevo…
GRACIAS POR HABER RESPONDIDO A MI LLAMADO
Aun cuando debió y pudo haber sido mayor, con todo hay un gran número de personas alrededor del mundo que han aceptado los mensajes y han decidido recorrer este camino con Dios, llenos de gozo y de paz en su corazón. Si nos preguntamos qué sucederá en el 17º año lleno de gracia por la presencia de María aquí o cuánto tiempo más seguirá Ella apareciéndose, debemos decir que no lo sabemos. Pero una cosa es cierta — quien comienza a orar, comienza a abrir su corazón a Dios, comienza a dedicar tiempo a Dios y con ello establece una auténtica amistad con El. Y junto con su familia, será capaz de superar cualquier. Con todos los problemas e incertidumbres que pueda tener, aún así será capaz de seguir con certeza su camino con Dios.
Oremos…
Dios, Padre nuestro, danos la gracia de que continuamente Te alabemos y Te glorifiquemos por el amor que nos muestras. Te alabamos y Te damos gloria por los 16 años de la presencia de María con nosotros. Te alabamos y Te glorificamos por cada aparición y cada mensaje que nos has dado. Nosotros, junto con María Reina de la Paz, Te pedimos que nos des a todos la gracia de poder ser portadores de la paz. A través de Tu Santo Espíritu, abre nuestros corazones para que puedan estar abiertos a Ti, para que podamos ser Tus amigos y pasemos más tiempo Contigo. Libéranos de todo lo que aún nos impide realizar una auténtica amistad Contigo. Libéranos de todo lo que impide a nuestros corazones y a nuestras familias estar en paz. Libéranos de todo lo que nos impide estar en paz Contigo. Libéranos de nuestro orgullo, egoísmo y desconfianza de unos con otros, sana nuestras heridas, libéranos de nuestro enojo contra Ti y que proviene de nuestras heridas. Llénanos a cada uno, a la Iglesia entera y al mundo entero del espíritu de oración y que la oración sea el fundamento de nuestra paz. Oh Señor, Te presentamos todas las situaciones difíciles en nuestras familias, en nuestras comunidades, en la Iglesia, en el mundo entero y todo lo que nos amenaza o que puede destruir nuestra amistad Contigo. Libéranos a fin de que, con María, día a día y durante el resto de nuestras vidas podamos alabarte y glorificarte. María, Te damos gracias por Tu presencia y ahora Te pedimos Tu bendición maternal de la paz. Que todos seamos Tus hijos que están protegidos en Tu regazo materno. Ayúdamos a permanecer en el camino de la paz. Bendice con Tu bendición maternal a nuestras familias, nuestras comunidades, a toda la Iglesia y al mundo entero. Bendice especialmente a aquellas personas que en este momento se sienten abandonadas y solas, a los enfermos, a quienes son odiados y a quienes responden con odio. Te pedimos, oh María, con el Señor, bendice a todos los hijos que no experimentan suficiente amor de sus padres. Protege especialmente a los hijos de familias divorciadas, a las madres que han sido abandonadas y a los huérfanos. Bendícelos para que todos ellos puedan recorrer el camino de la paz Contigo, en medio de este mundo inseguro y sean capaces de alabar al Señor que, por amor a nosotros, Te ha enviado. Gloria al Padre por el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
Fray Slavko Barbaric , Medjugorje, Junio 28 de 1997