Las apariciones de San José en Cotignac

Las apariciones de San José en Cotignac

18 de marzo de 2024 0 Por Gospa Chile

La única aparición de San José reconocida por la Iglesia


Las Apariciones de la Santísima Virgen

El 10 de agosto de 1519, un leñador llamado Jean de la Baume subió al monte Verdaille, que domina el pueblo de Cotignac. Como de costumbre, empezó su jornada de trabajo arrodillándose para rezar. Luego, al ponerse en pie se vio envuelto en una nube donde se le apareció la Virgen, con el Niño Jesús en sus brazos, y flanqueada por San Bernardo y San Miguel Arcángel. La Señora, con una medialuna bajo sus pies, se dirigió a Jean de la Baume con las palabras transcritas arriba. Luego la visión desapareció.

Solamente después de una segunda aparición, al día siguiente y en el mismo lugar, el leñador se atrevió a transmitir el mensaje celeste. Como era hombre serio y con fama de piadoso, cinco semanas después, el 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, los habitantes y ediles de Cotignac acudieron en procesión y comenzaron la construcción de una primera ermita, que pronto resultaría demasiado pequeña; como empezaron a suceder muchos milagros, las peregrinaciones tomaron un gran auge. Muy pronto – incluso desde 1522 – acudían peregrinaciones oficiales de ciudades como Aix-en-Provence para implorar la protección de la Virgen ante epidemias de la peste (Cotignac mismo nunca las sufrió) y otros peligros. Y Nuestra Señora de Gracias pronto adquirió fama de intercesora para las mujeres que tenían dificultades para concebir o para llevar a feliz término su embarazo. Siguiendo la descripción dada por Jean de la Baume, se pintó un precioso retrato de la Virgen con el Niño Jesús en brazos; se venera aquí todavía. Para atender a los peregrinos, en el siglo XVI se estableció aquí una comunidad de Padres Oratorianos.

La aparición de San José

Cotignac, es una pequeña población francesa que se encuentra en la región de Provenza, y que custodia hasta nuestros días “La Fuente santa de José de Bessillon” que tiene su origen el 7 de junio de 1660 y con la que se recuerda la única aparición de San José que haya sido reconocida oficialmente por Nuestra Santa Madre la Iglesia.

El hecho fue muy sencillo: sobre el Monte Bessillon, un joven pastor llamado Gaspard Ricard, hacía pastar sus ovejas en medio de un intenso calor.

Agotado por la sed se tendió bajo el sol radiante, cuando he aquí que se le aparece un hombre imponente que se le acerca y señalando a una enorme y pesada roca le dice:

“Yo soy José, levántala y beberás”.

Gaspar creyó que se trataba de una burla cuando ‘el venerable anciano’ – como cuentan los relatos de la época – repitió la orden. Era una piedra grande, ocho hombres apenas podrían moverla; ¿cómo iba él a levantarla? Gaspard no se movió, pero San José repitió la orden. El pastor obedeció, desplazó la roca, y encontró debajo agua fresca que empezó a manar. Bebió y, cuando se levantó, la aparición ya había desaparecido. Fue corriendo al pueblo a dar la noticia, y al llegar los curiosos al lugar, pudieron comprobar que fluía agua en abundancia en un sitio donde nunca había habido un manantial.

El pueblo y sus ediles actuaron de nuevo con prontitud. Una capillita en honor de San José se terminó de construir ya en octubre de 1660, pero debido a la afluencia de peregrinos y las curaciones milagrosas, se tuvo que ampliar. El actual Santuario de San José fue consagrado en 1663. Tras una visita en 1662, un oratoriano informaba que su comunidad estaba desbordada: entre Pascua y Pentecostés hubo 52 procesiones; y 6.000 personas acudieron en la Octava de Pentecostés. En la fiesta de San José, desde 1661 en adelante acudían verdaderas muchedumbres al Santuario del Santo. Ese mismo año, Luis XIV decretó fiesta no laborable el día 19 de marzo; se celebraba en todas las diócesis de Francia (cosa que los papas llevaban cuarenta años pidiendo). El Papa Alejandro VII concedió su bendición a la Cofradía de la Sagrada Familia o de Jesús-María-José, que se estableció allí.

El Obispo de Fréjus-Toulon, escribiría en una carta pastoral del 1º de febrero de 1917:

«Eso es todo; como en el Evangelio, San José no es hablador. Nada de más simple, ni de más pobre que esta intervención, la única aparición de San José de este género, en toda la historia de la Iglesia, en una tierra que se había reservado ya para sí Nuestra Señora».

Gaspard no dudó de la realidad del hecho, los habitantes de Cotignac tampoco. La noticia se expandió con una extraordinaria rapidez, los peregrinos afluyeron hacia la fuente desde todos los lugares de la provincia y de los países vecinos; enfermos de toda clase regresaban curados o bien, consolados en sus enfermedades.

En 1663 se consagró una capilla que es posible ver aún hoy, en donde se puede leer la inscripción del profeta Isaías:

“Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación”.

Con la llegada de la Revolución Francesa, capilla y convento tuvieron que ser abandonados. El convento cayó en ruinas pero la capilla sobrevivió gracias a la solicitud de los parroquianos y de los sacerdotes de Cotignac. Dos o tres veces al año era abierta a la devoción de los fieles y especialmente el 19 de marzo se iba a Cotignac a honrar al gran Santo.

Decía el mismo Obispo en otra carta:

«Sin duda, nos hemos olvidado demasiado del privilegio de esta visita del Santo Patriarca a uno de los más humildes hijos de nuestra tierra. Él se ha retirado nuevamente en el silencio, pero la fuente sigue surgiendo como testimonio de su paso. Hubo un tiempo en que los peregrinos venían en grupo más numeroso a rezar. En las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de este tiempo, qué de lecciones que podemos aprender de San José el justo, atento y silencioso benefactor. Qué de gracias que tenemos para pedirle por la humanidad, por la Iglesia de la que es Patrono, por nuestra Patria y por nuestra diócesis».

El Señor escuchó la oración de su Obispo e hizo llegar la hora de la resurrección de esos lugares.

En el año santo de 1975, vinieron a Francia las Benedictinas del “Monasterio de Saint Benoît de Médéa” (Argelia), dando así nuevamente vida al Santuario de Bessillon. Hasta la actualidad en este santuario se hace una procesión constante en contra del aborto, invocando a san José patrono de la Iglesia Universal, por los no nacidos y suplicando su intervención por la conversión de las almas y la santidad de las vocaciones.

Es la única aparición de San José reconocida en la historia de la Iglesia. Cotignac fue el principal centro mariano de peregrinaciones en Francia, hasta las Apariciones de Lourdes en 1858. Desde 1981, el Santuario de Notre Dame de Gráces está a cargo de los Hermanos de la Comunidad de San Juan. También hay un convento de Hermanas de San Juan (contemplativas), y un “foyer” o centro de retiros con un enfoque familiar, dotado de casitas independientes y algunas instalaciones deportivas. El santuario se ha convertido en un importante centro espiritual para la Diócesis de Fréjus-Toulón.

En el Santuario de St. Joseph se instaló en 1977 un monasterio de MM Benedictinas procedentes de Argelia. Todos los miércoles tras una Misa cantada (11h), tiene lugar una peregrinación, rezando el Rosario, por el camino (3 kms) hasta el Santuario de la Virgen. La familia es fundamental en las peregrinaciones temáticas de Cotignac. Siguen acudiendo a Nuestra Señora de Gracias los matrimonios que desean tener hijos.

En los últimos veinte años, ha surgido un apostolado nuevo relacionado con el drama del aborto: el 29 de septiembre y el 28 de diciembre tienen lugar Peregrinaciones por la Vida, donde se busca la reconciliación de las madres que han abortado. Así, Nuestra Señora de Gracias no sólo bendice y protege a las madres futuras, sino que acoge amorosamente a aquellas otras madres fallidas, que buscan la reconciliación con Dios tras haber despreciado alguna vez el don de la vida. Este apostolado se va extendiendo gracias a esas madres, que ayudan a establecer las Peregrinaciones por la Vida en otros santuarios marianos (Montligeon, en Normandía; Walsingham, en Inglaterra; en Brasil, etc.)

Oración
Te saludamos Señor San José
a quien la Gracia Divina ha llenado,
en cuyos brazos descansó el divino Salvador,
a quien haz visto crecer ante tus ojos·

Bendito eres entre todos los hombres San José,
dado como padre al Hijo de Dios,
y esposo a la purísima siempre Virgen María,
ruega por nosotros en nuestras preocupaciones
de familia, salud y trabajo,
hasta el último des nuestros días,
y dígnate asistirnos en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Señor San José, ruega por nosotros!!!