Rosario de Acción de Gracias
6 de agosto de 2018 0 Por admin
La «Gospa», por tanto, la Virgen venerada en Medjugorje también con el título de Reina de la Paz, es una devoción hoy reconocida oficialmente por la Iglesia . Con el decreto emitido por la diócesis de Mostar tras una declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe hecha pública el 19 de septiembre de 2024, se aprobó el culto a la Reina de la Paz que tiene lugar en Medjugorie.
Con el pronunciamiento del » Nihil obstat «, el más alto nivel positivo de juicio, la experiencia espiritual vivida en Medjugorje tuvo plena aprobación eclesiástica. Es fuerte la devoción a la Gospa que nació en esa tierra, en los lugares de las apariciones que se prolongan desde hace 43 años.
El Documento de la Santa Sede destaca los siguientes aspectos:
Aunque lo más frecuente es que la Gospa [es decir, la Señora] se atribuya a sí misma el nombre de Madre, según varias expresiones (Madre de la Iglesia, Madre de Dios, Madre de los justos, Madre de los santos, etc.), sin embargo, el título más original es el de “Reina de la Paz” (cf. mensaje del 16.06.1983). Este título ofrece una visión teocéntrica y muy rica de la paz, que no significa solamente la ausencia de guerra sino que tiene un sentido espiritual, familiar y social. En efecto, la paz de la que se habla aquí se alcanza sobre todo gracias a la oración, pero también se difunde a través del compromiso misionero. Uno de los rasgos predominantes de la espiritualidad que emerge de los mensajes es el confiarse a Dios a través de una plena confianza en María, para ser instrumentos de paz en el mundo. Los mensajes en torno a este tema son muy numerosos…» dice el documento destacando algunos de ellos, entre estos los recordados Mensajes del 26 de Junio de 1981 y el del 6 de Septiembre de 1984.
«Paz. Paz. Paz. Reconciliaos. Reconciliaos con Dios y entre vosotros» (26.06.1981).
«¡Queridos hijos! Sin oración no hay paz. Por eso os digo, queridos hijos, orad por la paz al pie de la Cruz» (06.09.1984).
«Queridos hijos, he venido a vosotros y me he presentado como Reina de la Paz porque me ha enviado mi Hijo. Deseo, queridos hijos, ayudaros. Ayudaros para que llegue la paz» (10.08.2012).
«Os invito a todos a rezar responsablemente por la paz. Orad, queridos hijos, para que reine la paz en el mundo, para que reine la paz en el corazón de los hombres, en el corazón de mis hijos. Sed, pues, mis portadores de paz en este mundo inquieto; sed mi signo vivo, un signo de paz» (05.08.2013).
El documento destaca que esta Paz, Medjugorje lo presenta como fruto de la caridad vivida, que es la virtud más grande y más bella. Se trata del amor que se abandona al amor de Dios y se expresa en el amor fraterno que evita los litigios, no juzga y perdona.
«Amaos los unos a los otros. Sed hermanos unos de otros y evitad toda disputa» (25.12.1981). «Queridos hijos, también hoy quiero invitaros al perdón. ¡Perdonad, hijos míos! Perdonad a los demás, perdonaos a vosotros mismos» (13.03.2010). «Queridos hijos, este es el tiempo de la acción de gracias. Hoy os pido amor, no busquéis errores y equivocaciones en los demás y no los juzguéis» (04.05.2020).
Esta caridad, que nos permite llevar la paz al mundo, implica también el amor hacia aquellos que no son católicos. No se trata de proponer un sincretismo, sino de reconocer que de parte de Dios, todas las personas son amadas. Este punto se comprende mejor en el contexto de Bosnia y Herzegovina, marcado por una terrible guerra con fuertes componentes religiosos.
«En la tierra estáis divididos, pero todos sois mis hijos. Musulmanes, ortodoxos, católicos, todos sois iguales ante mi Hijo y ante mí. Todos sois mis hijos. Esto no significa que todas las religiones sean iguales ante Dios, pero los hombres sí lo son. No basta, sin embargo, pertenecer a la Iglesia católica para salvarse: hay que respetar la voluntad de Dios […]. A quien poco se le ha dado, poco se le pedirá» (20.05.1982). «No sois verdaderos cristianos si no respetáis a vuestros hermanos de otras religiones» (21.02.1983). Aunque se recuerda la necesidad de «preservar la fe católica a toda costa para vosotros y vuestros hijos» (19.02.1984).
Al título de “Reina de la Paz” corresponde el de “Rey de la Paz” atribuido a Jesús:
«Os invito, queridos hijos, a que vuestra vida esté unida a Él. Jesús es el Rey de la Paz y sólo Él puede daros la paz que vosotros buscáis. Yo estoy con vosotros y os presento a Jesús» (25.12.1995). «Tengo en mis brazos al pequeño Jesús, Rey de la Paz» (25.12.2002)
Según el documento, Los mensajes ofrecen una visión fuertemente teocéntrica de la vida espiritual y es frecuente la invitación al abandono confiado en Dios que es amor:
«¡Queridos hijos! Hoy os invito al abandono total a Dios. Todo lo que vosotros hagáis y todo lo que poseáis entregádselo a Dios para que Él pueda reinar en vuestras vidas como el Rey de todo […]. No temáis» (25.07.1988).
«Yo os invito a que primero améis a Dios, el Creador de vuestras vidas y, entonces, también vosotros podréis descubrir y amar a Dios en todos» (25.11.1992).
Y pone de relieve el Cristocentrismo de la espiritualidad de Medjugore:
La intercesión y la obra de María aparecen claramente sometidas a Jesucristo como autor de la gracia y de la salvación en cada persona:
«Especialmente, hijitos, deseo acercaros más al Corazón de Jesús. Hijitos, hoy os invito a la oración dirigida a mi querido Hijo Jesús, a fin de que cada uno de vuestros corazones sean de Él» (25.10.1988). «No os dejéis seducir por la luz del mundo. Abríos a la luz del Amor Divino, al Amor de mi Hijo. Decidíos por Él: Él es el Amor, Él es la Verdad» (02.05.2016).
María intercede, pero es Cristo quien nos da la fuerza. Por eso, toda su acción maternal consiste en motivarnos a ir hacia Cristo:
«Él os dará fortaleza y gozo en este tiempo. Yo estoy cerca de vosotros con mi intercesión» (25.11.1993). «Mis manos os ofrecen a mi Hijo, que es manantial de agua pura. Él reavivará vuestra fe y purificará vuestros corazones» (02.10.2014).
Muchos mensajes invitan a reconocer la importancia de pedir la ayuda del Espíritu Santo.
«La gente se equivoca cuando sólo se dirige a los santos para pedir algo. Lo importante es pedir al Espíritu Santo que descienda sobre vosotros. Teniéndolo lo tenéis todo» (21.10.1983).
«Empezad a invocar al Espíritu Santo todos los días. Lo más importante es rezar al Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo desciende sobre vosotros, entonces todo se transforma y se vuelve claro para vosotros» (25.11.1983).
«Hay que rezar al Espíritu Santo antes de la Misa. Las oraciones al Espíritu Santo deben acompañar siempre a la Misa» (26.11.1983).
Y también resalta la fuerte llamada a la conversión:
«En los mensajes aparece una invitación constante a abandonar un estilo de vida mundano y un apego excesivo a los bienes terrenos con frecuentes invitaciones a la conversión, que hace posible la verdadera paz en el mundo. La conversión parece ser el núcleo del mensaje de la Gospa: «¡Queridos hijos! Hoy os invito a la conversión. Este es el mensaje más importante que os he dado aquí» (25.02.1996).
Al mismo tiempo, aparece una insistente exhortación a no infravalorar la gravedad del mal y del pecado y a tomar muy en serio la llamada de Dios a luchar contra el mal y contra la influencia de Satanás.
De aquí nace la invitación a ofrecer a Dios todo sufrimiento y dificultad para que den frutos de gracia y de consuelo interior:
«No lloro sólo porque Jesús murió. Lloro porque Jesús murió dando hasta la última gota de su sangre por todos los hombres, pero muchos de mis hijos no quieren obtener ningún beneficio de esto» (01.04.1983).
La Virgen señala una oportunidad para poner fin a la guerra, pero esto requiere la cooperación de los cristianos con la entrega de sus vidas. Esto implica una fuerte llamada a la responsabilidad: «Vosotros habláis, pero no vivís; es por eso, hijitos, que esta guerra está durando tanto. Yo os invito a abriros a Dios y a vivir con Dios en vuestros corazones […].
La oración de los fieles encuentra su culmen en la celebración de la Eucaristía:
«La Misa es la forma más alta de oración. No llegaréis jamás a comprender su grandeza» (13.01.1984). «Queridos hijos, también hoy de modo particular deseo invitaros a la Eucaristía. ¡Que la Misa sea el centro de vuestra vida!
El siguiente mensaje subraya bien el valor menor de las mismas apariciones frente al inmenso tesoro espiritual que es la Eucaristía:
«Yo estoy más cerca de vosotros durante la Misa que durante las apariciones. Muchos peregrinos querrían estar presentes en la sala de las apariciones y por eso se agolpan en torno a la rectoría. Cuando se empujen delante del sagrario, como ahora hacen delante de la rectoría, habrán comprendido todo, habrán comprendido la presencia de Jesús, porque Comulgar es más que ser vidente» (12.11.1986).
La espiritualidad de Medjugorje no es individualista. Por un lado, se vive especialmente en acontecimientos comunitarios, como las peregrinaciones o los encuentros de oración; por otro lado, en los mensajes se hace presente, junto con la oración, una invitación constante al amor fraterno concreto, que acompaña, da, sirve, perdona y es cercano a los pobres:
«Esa es la única verdad y es la que mi Hijo os ha dejado. No debéis analizarla mucho. Se os pide que améis y deis» (02.01.2015).
«Después, escoged un día de la semana y dedicadlo a los pobres y a los enfermos: no los olvidéis» (23.01.1984).
«¡Queridos hijos! Os exhorto a amar al prójimo y, sobre todo, al amor hacia quien busca vuestro mal. Así, con el amor, podréis discernir las intenciones del corazón. Orad y amad, queridos hijos. Con el amor podréis hacer también aquello que os parecía imposible» (07.11.1985).
El aspecto comunitario de Medjugorje también emerge en el énfasis constante en la importancia fundamental de la familia en la vida cristiana: «¡Queridos hijos! Os pido que comencéis a cambiar la vida de vuestras familias. Que la familia sea una flor armoniosa que yo deseo ofrecer a Jesús. Queridos hijos, que cada familia sea activa en la oración. Yo deseo que un día se vean los frutos en la familia. Sólo así podré ofreceros a Jesús como pétalos para la realización de los planes de Dios» (01.05.1986).
La espiritualidad de Medjugorje es gozosa, festiva e incluye la invitación a vivir la alegría de seguir a Cristo, agradeciendo también las pequeñas cosas bellas de la vida:
«¡Queridos hijos! Os invito a abriros a Dios. Observad, hijitos, cómo la naturaleza se abre y da vida y frutos, de la misma manera yo os invito a vosotros también a la vida con Dios y a entregaros completamente a Él. Queridos hijos, yo estoy con vosotros y quiero llevaros incesantemente al gozo de la vida. Yo deseo que cada uno de vosotros descubra el gozo y el amor que sólo se encuentran en Dios y que sólo Dios puede dar» (25.05.1989).
Lo central que no debe escapar a nuestra mirada, es el hecho «enorme» de la inesperada aprobación que la Iglesia dio a Medjugorje, y que es la máxima confianza que le brinda entre la lista de seis normas de orientaciones para los fenómenos sobrenaturales.
Podemos decir, en comunión con otros sacerdotes estudiosos de Medjugorje, que las apariciones son implícitamente reconocidas sobre la base del principio evangélico establecido por Jesús: «Por sus frutos los reconocerás». Y de los frutos indicados por la Iglesia, los fieles reconocen la presencia de la Reina de la Paz.
Los frutos son el resplandor de una acción no meramente humana, ni de una ilusión o engaño.
Durante años, la Iglesia lo primero que observaba para tener una mirada objetiva, fundada en la Revelación, la Fe, la sana doctrina y las evidencias eran los frutos permanentes con el tiempo.
La aprobación de la Iglesia resalta que los frutos son confiables:
abundantes conversiones; frecuente retorno a la práctica sacramental (Eucaristía y reconciliación); numerosas vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa y matrimonial; profundización de la vida de fe; una práctica más intensa de la oración; numerosas reconciliaciones entre los esposos y la renovación de la vida matrimonial y familiar. Cabe mencionar que tales experiencias se producen, principalmente, en el contexto de las peregrinaciones a los lugares de los hechos originales, más que durante los encuentros con los “videntes” para asistir a las presuntas apariciones.
La intensa pastoral cotidiana de la parroquia de Medjugorje ha aumentado debido al “fenómeno Medjugorje”. Podemos observar cada día el rezo de varias partes del Rosario, la Santa Misa (con numerosas celebraciones incluso durante los días no festivos), la adoración del Santísimo Sacramento, numerosas confesiones. Fuera de la Iglesia parroquial se encuentran dos viacrucis, un gran salón para la catequesis y una capilla para la adoración. Además de la vida sacramental-espiritual ordinaria, en Medjugorje se desarrollan distintas actividades con regularidad, como por ejemplo seminarios anuales de diverso tipo, el Festival de la Juventud, retiros espirituales para los sacerdotes, para matrimonios, para los organizadores de peregrinaciones, para los guías de los centros de la paz y de los grupos de oración.
Desde hace décadas, la parroquia de Medjugorje sigue siendo un destino importante para los peregrinos. A diferencia de otros lugares de culto, vinculados a apariciones, parece que la gente acude a Medjugorje sobre todo para renovar su fe y no por peticiones concretas; incluso se registran grupos de cristianos ortodoxos y musulmanes.
Numerosos fieles han descubierto su vocación al sacerdocio o a la vida consagrada en el contexto del “fenómeno Medjugorje”.
Es decir estos frutos son un resplandor de un hecho sobrenatural, aprobado y edificante; resplandor de algo que ocurre en el Monte Podbrdo, lugar de las apariciones.
La misma Gospa coloca como momento determinante el tercer secreto, que concierne al signo en el cerro de las apariciones. El Nihil Obstat puede ser entendido como una señal evidente para todo el mundo, pero ahora tomado en las manos de la Iglesia, la Esposa de Cristo, que con esta determinación, esta tomando estos contenidos, testimonios y frutos haciendo que todo el orbe vea este resplandor.
Debería entonces ser visto como una preparación para ese momento clave del plan de María, confiado a su Hijo.
Con el Nihil Obstat la Iglesia dice que confía en la Reina de la Paz, y en esta escuela de santidad y amor materno, en este momento de la historia, en el que la supervivencia misma del mundo y de la propia Iglesia peregrina está en enfrentando el peor de los ataques y peligros.
Y es por eso que ahora la Autoridad Eclesiástica toma bajo su responsabilidad los mensajes y la revelación de secretos.
En el centro queda la Reina de la Paz y la Iglesia, con los videntes y los devotos como testigos que dan fe viviendo y perseverando, como apóstoles de María, en la escuela de Santidad y Amor Materno de María Reina de la Paz.