Novena de la Asunción de María, séptimo día
Tema del séptimo día: Epílogo de la vida de María
Versículo introductorio
V. Alégrate, María, llena de gracia.
R. Porque has escuchado la Palabra divina.
Lectura
San Lucas 8, 19-21
Su madre y sus hermanos querían verlo, pero no podían llegar hasta él por el gentío que había.
Alguien dio a Jesús este recado: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.»
Jesús respondió: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
Comentario
Las seis palabras de la Virgen nos han ido desvelando el verdadero perfil humano-espiritual de María, a través de las etapas concretas de su vida por las que Ella fue caminando en fe, esperanza y amor, en disponibilidad y aceptación de la misión a Ella confiada, conformándose progresivamente a Cristo.
María se nos muestra – decía Pablo VI – como la Virgen oyente, orante y oferente; como la Virgen fiel, coherente desde el “hágase de la Anunciación” hasta el “hágase silencioso al pie de la cruz”, ofreciéndose al Padre con Cristo y en Cristo por la Salvación del mundo.
Si la Asunción de María solo se explica a través de su Maternidad divina, también puede decirse que la Asunción fue el epílogo de la historia de María, el coronamiento de toda su vida mortal y de su misión en la tierra.
La Virgen, la llena de gracia, la que es Sagrario y Esposa del Espíritu Santo, transformada y vivificada por Él, es asunta en cuerpo y alma al cielo, está completamente compenetrada e identificada con Cristo, y ahora, en la gloria intercede por todos para que el Padre envíe sobre su Iglesia el Espíritu y configure a los hombres en su Hijo Jesús. Por tanto, bien podemos decir que la Asunción de María nos evoca también el poder de su poderosa intercesión, de ahí nuestro culto de alabanza a la Medianera de todas las gracias.
Peticiones
a) Señor, por intercesión de la Virgen María, Virgen oyente, orante y oferente, te pedimos que también nosotros escuchemos y oremos tu Palabra divina y haz que nuestra ofrenda de cada día te sea agradable y sea dedicación a los que sufren para que permanezcamos fieles al evangelio y al espíritu de nuestra Santa Madre Fundadora.
Ave María… y Gloria al Padre
b) Señor, por intercesión de la Virgen María, que permaneció firme y fuerte junto a la cruz de su hijo, te pedimos para que sepamos estar junto a los enfermos y seamos portadores de evangelio, consuelo y paz.
Ave María…y Gloria al Padre
c) Señor, por intercesión de la Virgen María, que fue elevada al cielo y glorificada sobre los coros de los ángeles y santos, te pedimos que Ella mire con materno amor a todos y dirija nuestros pasos y nos impulse a encarnar el espíritu y carisma que vivió Santa María para que, recorriendo el camino de la caridad perfecta, lleguemos un día a la gloria del cielo.
Ave María… y Gloria al Padre
Oración
Señor, que nos has dado a tu Hijo, por medio de la Virgen María y la has asociado a la obra de la redención humana, te pedimos que, como Ella, escuchemos y meditemos en nuestros corazones tu Palabra, perseveremos en la oración y nuestra vida sea una ofrenda permanente para alabanza y gloria tuya. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amen.
Mensaje, 25 de mayo de 1987
“¡Queridos hijos! Los invito a cada uno de ustedes a comenzar a vivir en el amor de Dios. Queridos hijos, ustedes están listos para pecar y ponerse en manos de Satanás, sin reflexionar. Yo los invito a cada uno de ustedes a decidirse conscientemente por Dios y contra Satanás. Yo soy su Madre; por tanto, Yo deseo conducirlos a todos a la santidad completa. Yo deseo que cada uno de ustedes sea feliz aquí en la tierra y que cada uno de ustedes esté Conmigo en el Cielo. Esta es, queridos hijos, la razón de mi venida aquí y mi deseo. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
OREMOS…
Dios, Padre nuestro, gracias por Tu amor paternal — ese amor que arde en deseos por nosotros porque Tú nos creaste en Tu amor. Te damos gracias por Jesucristo, Tu Hijo, que se hizo hombre por nosotros y por el Corazón abierto de María que dijo: «Hágase Tu voluntad», en la Anunciación. En nombre de Tu Hijo y con María Te pedimos, oh Padre, danos la gracia de poder encontrarnos Contigo en la oración. Bendice a todas las personas que están heridas en su corazón y que por eso viven en el odio. Purifica sus corazones y llénalos de amor. Llena de amor los corazones de quienes están amargados y por eso blasfeman, haz que nuevas palabras nazcan en sus corazones. Padre, concede esta gracia a todos los que a través del Bautismo fueron hechos hijos Tuyos y miembros de la Iglesia; que todos ellos anhelen experimentar Tu amor. Libera todo corazón de falsas expectativas, de falsos caminos, de falsas luces y que todos nosotros podamos crecer en el amor. Haz que la Iglesia entera resucite en el amor a fin de que pueda superar todos los problemas y se convierta en testigo del amor y de la paz en este mundo. Padre, danos a cada uno la gracia de la conversión. Ocupa Tú, como debe de ser, el primer lugar en nuestras vidas, a fin de que podamos decidirnos por Ti. En nombre de Tu Hijo, haz que seamos capaces de decidirnos por Ti y mantener nuestros corazones libres para Ti. Ven, oh Padre, con Tu Hijo, en el Espíritu Santo y resucítanos en el amor, haznos testigos de Tu amor y Tu paz, por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Fray Slavko Barbaric, Medjugorje, Marzo 29, 1999