Novena Santo Cura de Ars
Día 8: Pureza edificante.
«¡Orad por los sacerdotes! Orad para que la unión entre Mi Hijo y ellos sea lo más fuerte posible, para que sean una sola cosa. ¡Os doy las gracias!” (Del Mensaje del 2 de Septiembre, 2012)
Señor mio, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocaciones de ofenderos, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.
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San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
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Divino Jesús, que quieres que pidamos al Señor de la mies que envíe a ella buenos operarios, dígnate suscitar en tu Iglesia y en particular en esta diócesis muchos y santos sacerdotes, que siéndolo en todo según tu Corazón, procuren celosamente por su sagrado ministerio la gloria de tu Padre Celestial y la salvación de las almas redimidas por tu Sangre preciosa. Amén.
María, Madre amorosísima de los hombres, danos sacerdotes, danos sacerdotes santos. Amén.
Pureza edificante. Oh Santo Cura de Ars, de ti un testigo de tu vida dijo esta frase: «Le hubiéramos tomado por un ángel en un cuerpo mortal».
Tu edificaste a tantos otros: la modestia y la exquisita pureza radiaban de tu cuerpo. Con ese encanto y con ese entusiasmo predicaste a otros acerca de esas bellas virtudes que tu decías se asemejaban al perfume de un viñedo en flor.
El Santo Cura Vianney de Ars decía frecuentemente que, por experiencia propia, la siguiente oración, rezada llenos de confianza, en grandes intenciones tanto públicas como personales, casi obra milagros. Dice así:
«Oh Madre de Jesús, por Tus incomensurables dolores durante la pasión y muerte de Tu Hijo divino, y por las amargas lágrimas que derramaste, te pido que ofrezcas en sacrificio el cuerpo santo, cubierto de heridas y de sangre de nuestro Redentor, junto con Tus dolores y lágrimas, al Padre Celestial, para la salvación de las almas y para adquirir las gracias que te pido suplicante …..»
Jesus, María os amo, salvad a las almas y a los consagrados. (3 veces)
“Hijos míos” decía él, cuando predicaba lleno de emoción desde el púlpito y añadía a lo anterior: “tomen esto muy en cuenta! Cada vez que he recibido una gracia, es porque la he pedido de esta manera. Esta oración no falla nunca” Amén.
Dice San Juan Mª Vianney:
«El hombre de lenguaje impuro es una persona cuyos labios no son sino una apertura y un tubo de alimentación que utiliza el infierno para vomitar sus impurezas sobre la Tierra”
«Un alma pura es como una perla fina. Siempre que se oculta en la concha, en el fondo del mar, nadie piensa en admirarla. Pero si la pongo a la luz del sol, esta perla brillará y atraerá todas las miradas. Así, el alma pura, que está oculta a los ojos del mundo, brillará un día ante los Ángeles en la luz del sol de la eternidad”
«El alma pura es una hermosa rosa, y las Tres Divinas Personas bajan del Cielo para inhalar su fragancia”.
«La castidad es el lirio de las virtudes, y hace a los hombres casi iguales a los ángeles. Todo es hermoso en armonía con su pureza. Ahora la pureza del hombre es la castidad, que se llama honestidad y su observancia, honor y también integridad; y su contrario se llama corrupción; en fin, tiene una peculiar excelencia por encima de las otras virtudes, porque conserva el alma y el cuerpo justo y sin mancha»
«Fue María, la más pura entre todas las criaturas, la cual, por una gracia singular no concedida a otra alguna, estuvo exenta del pecado original. Desde la edad de tres años, consagró su virginidad a Dios, ofreciéndole su cuerpo y su alma, presentándole el sacrificio más santo, más puro y el más agradable que jamás haya recibido Dios de una criatura terrena. Mantúvose en una fidelidad inviolable, guardando su pureza y evitando todo cuanto pudiese tan sólo empañar su brillo. Tenia la Santísima Virgen esa virtud en tanta estima, que no quiso consentir en ser Madre de Dios antes que el ángel le diese seguridad de que no la había de perder. Mas en cuanto el ángel le anunció que, al ser Madre de Dios, lejos de perder o empañar su pureza, de la cual tanta estima hacía, sería aún más agradable a Dios, consintió gustosa, a fin de dar nuevo esplendor a aquella angelical virtud (Luc., 1.).»
Mensaje, 2 de enero de 2018
“Queridos hijos, cuando en la Tierra llega a faltar el amor, cuando no se encuentra el camino de la salvación, yo, la Madre, vengo a ayudaros para que conozcáis la verdadera fe, viva y profunda; para ayudaros a que améis de verdad. Como Madre anhelo vuestro amor recíproco, vuestra bondad y vuestra pureza. Mi deseo es que seáis justos y os améis. Hijos míos, sed alegres en el espíritu, sed puros, sed niños. Mi Hijo decía que amaba estar entre los corazones puros, porque los corazones puros son siempre jóvenes y alegres. Mi Hijo os decía que perdonéis y os améis. Sé que esto no siempre es fácil: el sufrimiento hace que crezcáis en el espíritu. Para poder crecer cada vez más espiritualmente, debéis perdonar y amaros sincera y verdaderamente. Muchos hijos míos en la Tierra no conocen a mi Hijo, no lo aman; pero vosotros, que amáis a mi Hijo, vosotros que lo lleváis en el corazón, orad, orad y, orando, sentid a mi Hijo junto a vosotros, que vuestra alma respire su Espíritu. Yo estoy en medio de vosotros y os hablo de pequeñas y grandes cosas. No me cansaré nunca de hablaros de mi Hijo, amor verdadero. Por eso, hijos míos, abridme vuestros corazones, permitidme que os guíe maternalmente. Sed apóstoles del amor de mi Hijo y del mío. Como Madre os pido: no olvidéis a aquellos que mi Hijo ha llamado para guiaros. Llevadlos en el corazón y orad por ellos. Os doy las gracias.”
Súplica milagrosa del Santo Cura Vianney de Ars
«Oh Madre de Jesús, por Tus incomensurables dolores durante la pasión y muerte de Tu Hijo divino, y por las amargas lágrimas que derramaste, te pido que ofrezcas en sacrificio el cuerpo santo, cubierto de heridas y de sangre de nuestro Redentor, junto con Tus dolores y lágrimas, al Padre Celestial, para la salvación de las almas y para adquirir las gracias que te pido suplicante…»
Súplica a María Santísima
«Hoy, Yo quiero mostrarte, en Mi gran Amor, el Corazón de Mi Madre. Entonces, amigo Mío, entenderás lo que es la Virtud, y cómo en este Virtuoso Corazón Virginal, Yo, Dios, Me hice Hombre-Dios. Verás a la Madre de tu Salvador, Madre de los profetas, Madre de los discípulos, Madre de carismas, Madre de Triunfo, Madre de gracias ilimitadas, Madre de inigualable Redención… […] al mismo tiempo, en el cielo, una gran multitud del ejército celestial, estaba alabando a Dios y cantando: «Gloria a Dios en lo más alto del cielo, y paz a los hombres que gozan de Su favor». La Virgen de las vírgenes, la Santísima, por siempre ahora en el Cielo, Mi Madre, continúa siendo proclamada en el Cielo como: Mi Madre. Que el mundo entero se arrodille ante Ella que lleva el Nombre Sagrado: Madre»
Oremos con el Padre Slavko
Dios, Padre nuestro, gracias porque Tú eres nuestro Padre y porque nos has llamado a ser Tus hijos. Gracias porque nos has revelado Tu amor por medio de Jesucristo, Tu Hijo, que se hizo hombre. Te alabamos por la misericordia que nos has mostrado en El. Te damos gracias porque nos has prometido enviarnos a Tu Espíritu Santo y especialmente por habernos enviado a María para que pueda guiarnos en este tiempo de gracia. Te pedimos, oh Dios, Padre nuestro, que abras nuestros corazones y nos liberes de todo lo que nos cierra a Ti. Danos la gracia de regocijarnos con Tu Palabra. Danos la gracia de poder entenderla y aceptar Tu voluntad sin miedo. Especialmente, Te pedimos que abras los corazones de todos los cristianos bautizados a Tu Palabra durante este Adviento, a fin de que podamos ser muy conscientes de que Tú nos has enviado al mundo a mostrar a otros Tu amor. Danos la fortaleza de vivir con nuestras manos gozosamente extendidas, para que quienes no Te conocen puedan llegar a hacerlo. Danos la gracia de ser siempre conscientes, en cualquier situación, que somos cristianos y amarte por sobre todas las cosas. Te suplicamos, bendice al Papa y a todos los Obispos, a todos los Sacerdotes, a todos los padres de familia y maestros para que puedan estar abiertos a Tu Palabra y servir y ayudar a quienes les has confiado para llegar a conocerte como Padre. Haz que todos vivamos en este mundo responsable y conscientemente. Danos la gracia de ser hombres y mujeres de buena voluntad, a fin de que durante este nuevo tiempo seamos Tus manos en este mundo. Todo esto Te lo pedimos Padre, por Jesucristo Nuestro Señor y por el Espíritu Santo. Amén.
Fray Slavko , Medjugorje, Noviembre 27 de 1997
ORACIÓN DEL SANTO CURA DE ARS
Te amo, Oh mi Dios. Mi único deseo es amarte Hasta el último suspiro de mi vida. Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios, Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti. Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor, Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir cada instante que te amo, por lo menos quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro. Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo, Y de amarte mientras que sufro, y el día que me muera No solo amarte pero sentir que te amo. Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti. Amén.
ORACION POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES
De Santa Teresita del Niño Jesús
Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra, la obra divina de salvar a las almas, protege a tus sacerdotes (especialmente a: …………..) en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN. Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS, que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO, y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE. Haz que se preserven puros sus Corazones, marcados con el sello sublime del SACERDOCIO, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro. Bendice Sus trabajos y fatigas, y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén”