Religiosa que daba bendiciones “milagrosas” con imagen de María Auxiliadora camino a los altares

Religiosa que daba bendiciones “milagrosas” con imagen de María Auxiliadora camino a los altares

1 de mayo de 2024 0 Por Gospa Chile

Debo confesar que yo no quería dar la bendición, ¡pero tuve que ceder!


Noticia de ACIPRENSA

Las Hijas de María Auxiliadora de México, Perú y Argentina se llenaron de júbilo con el cierre de la fase diocesana de la causa de canonización de la Sierva de Dios Sor Antonieta Böhm, religiosa salesiana que daba bendiciones y obtenía milagrosas curaciones con una especial estatua de María Auxiliadora.

De acuerdo a la Agencia de Noticias Salesianas (ANS), el evento se llevó a cabo el domingo 28 de abril en la Catedral de San Buenaventura en Cuautitlán, en el Estado de México, a unos 33 kilómetros al norte de Ciudad de México.

Toda la documentación y los testimonios recogidos de la vida y obra de Sor Antonieta obtuvieron la aprobación del Obispo local, Mons. Efraín Mendoza, y del P. Pierluigi Cameroni, postulador de las Causas de Santidad de los salesianos. Los archivos ahora pasarán al Dicasterio para las Causas de los Santos del Vaticano para ser analizados.

ANS indica que Sor Antonieta Böhm (1907-2008) nació en Alemania, conoció a la Hijas de María Auxiliadora y se entusiasmó con esta espiritualidad. La misión salesiana la llevó a servir a los necesitados en Italia, Argentina (1934-1965), Perú (1965-1969) y México (1969-2008), donde falleció a sus 100 años.

La particular estatua de María Auxiliadora
Sor Antonieta solía dar bendiciones a quienes se las pedían con una especial estatua de María Auxiliadora, y varios aseguran que los fieles obtenían milagrosas curaciones.

En un video publicado por la comisión de las Hijas de María Auxiliadora que impulsa la beatificación y canonización de Sor Antonieta se indica que la estatua le fue entregada a la Sierva de Dios por otra religiosa salesiana, conocida como Madre Ersilia Crugnola.



Según los testimonios, Madre Ersilia era muy devota de la Virgen y obtuvo la estatua en 1944. Con esta imagen daba la bendición y se alcanzaban numerosas curaciones. Antes de morir, Sor Ersilia le entregó la estatua a Sor Antonieta.

De acuerdo al video, la Sierva de Dios contó que, cuando recibió la imagen, le dijo a Sor Ersilia que la cuidaría muy bien, pero que la Madre replicó: “No, la Virgen no necesita que la cuiden. Tú hazla trabajar”.

«Recibí la estatuilla de María Auxiliadora en la clínica “Santa Elena”, en la Ciudad de México, donde la inolvidable Madre Ersilia murió santamente el 7 de abril de 1973. El día antes de su muerte observé que la Madre tenía la estatuilla encima de la cama, y tuve miedo de que se perdiera, así que le pregunté: “Madre, ¿a quién dejará la Virgencita que la acompañó en sus viajes durante tantos años?”. Su respuesta fue: “Te la dejo a ti”. Mientras le agradecía, le dije: “Bueno, Madre, yo me encargo”. Pero ella inmediatamente respondió: “¡No, Nuestra Señora no lo necesita! Haz que trabaje, y cuando haya gente que no puede llegar a donde estás tú, haz que llegue por el aire. Y yo: “¿Pero qué significa? ¿Qué quiere decir por el aire?”. Y enseguida me explicó con un ejemplo: “Mira, ahora de Miami están pidiendo una bendición, y tú no puedes ir allá, y ni la ex alumna puede venir donde tú estás, pero la Virgen llega con su bendición al destino”.

Bueno, este fue solo el último diálogo que tuve con la querida Madre Ersilia Crugnola. Todavía no entendía bien eso de “por el aire”, pero a los pocos días recibí la primera llamada telefónica de una exalumna de Miami pidiendo la bendición de la Virgen. La señora tenía dos hijas que quedaron paralizadas desde el nacimiento. Esta fue la primera bendición que envié “por el aire”. La mayor de las hijas se recuperó de inmediato, la otra también mejoró, pero poco a poco.

Antes de ser ingresada en el hospital, Madre Ersilia, estando ya muy enferma, había dado su bendición al director de un banco que sufría de agotamiento, pero ella le había dicho: “Mire, Uds. tiene poca fe, una bendición no es suficiente, necesita tres bendiciones, tiene poca fe”. Había recibido dos bendiciones de la Madre. El mismo día que murió la Madre, él vino a pedir la tercera bendición. No se iba. Le habían dicho que la Madre había muerto y que desde el cielo le enviaba la tercera bendición. Pero él pidió la bendición y no se pudo convencerlo de que la recibiría del cielo. Dijo: “Sé que Nuestra Señora está en casa”.

Debo confesar que yo no quería dar la bendición, ¡pero tuve que ceder! Esta fue, para mí, la primera bendición que di con la Virgen. Ese día, ese señor quedó completamente curado. Ese día, también para mí, desapareció mi miedo, o mejor dicho, el amor propio, al dar la bendición.

Desde aquella primera bendición hasta hoy, Nuestra Señora trabaja día y noche. Y todos los días, además, su radio de acción no cesa: por aire, por correo, llega a varios lugares del país y también a otras naciones. Las llamadas telefónicas son muy frecuentes, durante el día y a veces incluso por la noche. Incluso los moribundos me llaman porque no quieren ir a la casa del Padre sin la bendición de Nuestra Señora”.

Durante 35 años, la estatuilla fue la compañera inseparable de Madre Antonieta en todo momento, como testimonia Sor Aurelia Lozano, cuando dormía, la tenía entre sus manos. Al respecto, recuerda sor Alicia Guzmán: “Le cosí un bolsillo especial en la falda para poner su pañuelo y la estatuilla, ya que siempre la llevaba consigo. La Madre sufría mucho cuando perdía la estatuilla y todas la buscamos”, de lo contrario no podía encontrar la paz”.

Desde ese momento, Madre Antonieta asumió la misión de ser signo del amor de Dios y de la bondad materna de María Santísima para todos. La bendición de la Virgen llegó a miles de personas directamente, en el aire, como enseñó Madre Ersilia, a través del teléfono y de las cartas. La estatuilla se consumió como resultado de todas las bendiciones que las dos Madres le han dado, al punto de que el rostro de la Virgen y el del niño ya no tienen forma. A diferencia de Madre Ersilia que dio la bendición con una oración espontánea y un Ave María, Madre Antonietta acuñó una bendición especial que conservamos hasta el día de hoy. Antes de morir, Madre Antonietta a su vez entregó la estatua a Sor Estela Vidales, con la misión de “hazla trabajar”.

En una carta escrita por ella, Madre Antonieta, hablando de la estatua, afirma: «… Quisiera que todos entendieran que el poder de la Virgen no está ligado a ninguna estatua, no está ligado a ninguna imagen, sino a la fe que tenemos en Ella, lo que María quiere de nosotros es que tengamos plena confianza en su poder, en su bondad, en su corazón misericordioso. Esto es lo único que la Virgen espera para hacerse presente. Con mucho gusto enviaré la bendición con la Virgen sobre ella y sobre todos vosotros, pero ésta, sin la fe -lo repito de nuevo- no es nada”.