San Atanasio sobre la Virgen Santísima

San Atanasio sobre la Virgen Santísima

1 de mayo de 2024 0 Por Gospa Chile

“… tomó un cuerpo como el nuestro, aunque no a la manera usual y corriente, sino que el suyo es un cuerpo puro y en modo alguno contaminado de unión marital. Lo asumió de una virgen inviolada, pura y que no conoció varón”


Atanasio nació en el 295, probablemente de padres no cristianos de lengua griega, en Alejandría, Egipto. Parece que conoció las persecuciones siendo niño. Tuvo una formación clásica profunda y conoció las obras de Homero, Demóstenes y Platón. Se piensa que se convirtió al cristianismo en su primera juventud. Sus estudios de teología se fundamentan en la Biblia griega, y estudió los escritos de S. Ignacio de Antioquía, S. Ireneo y Orígenes, aunque se muestra independiente del pensamiento de este último.

El obispo de Alejandría era entonces Alejandro. Hizo secretario suyo a Atanasio hacia el año 318, y lo llevó consigo al Concilio de Nicea en el 325. Atanasio era entonces diácono, y en el Concilio fue el gran defensor de la fe ortodoxa sobre Cristo frente a los errores de Arrio, quien sostenía que Cristo no era Hijo de Dios sino una criatura más excelsa que realizaba el papel de intermediario entre Dios y los hombres.

Gracias a San Atanasio, el Concilio de Nicea declaró que Cristo es homooúsios con el Padre, es decir, de la misma sustancia, de la misma naturaleza divina, y por tanto Dios como el Padre. La negación de la divinidad de Cristo echaba por tierra todo el valor redentor de la vida y muerte de Cristo. Si Cristo no era Dios, su muerte no tenía un valor infinito. Al mismo tiempo, los errores sobre Cristo influían en su Madre. Si Cristo no era Dios, María no era la Theotokos.

El obispo Alejandro murió en el 328 y San Atanasio fue elegido como su sucesor. Sufrió muchas persecuciones a causa de su lucha contra los arrianos ya que estos contaban con el apoyo de las autoridades políticas y de algunos emperadores. San Atanasio fue desterrado cinco veces y pasó un total de diecisiete años fuera de su sede episcopal.

Fue acusado falsamente de haber asesinado al obispo Arsenio, a quien Atanasio mismo presentó vivo. Con la misma falsedad se le imputó haber interrumpido el tráfico de trigo desde Egipto a Roma.

Del 346 al 356 fue la llamada “década de oro” de San Atanasio porque durante esos años desarrolló una labor inmensa en la predicación y la composición de sus obras.

Escribió también la “Vida de Antonio”, biografía de S. Antonio Abad, padre del monacato oriental.

San Atanasio murió el 2 de mayo del año 373.

San Atanasio defiende la realidad divina de Cristo. Él es el Logos eterno, por medio del cual se ha realizado la restauración del hombre, su redención. La incorruptibilidad que el hombre había perdido por el pecado ha sido recuperada a través de Cristo, que ha asumido un cuerpo humano, un cuerpo como el nuestro. Ha asumido este cuerpo verdadero de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. San Atanasio tendrá que luchar también contra aquellos que niegan la realidad humana de Cristo, por lo que escribirá mucho sobre el misterio de la encarnación.

Defendió la concepción virginal de Cristo: “Si Él hubiese querido solamente aparecerse, habría podido asumir un cuerpo más excelente, pero en realidad tomó un cuerpo como el nuestro, aunque no a la manera usual y corriente, sino que el suyo es un cuerpo puro y en modo alguno contaminado de unión marital. Lo asumió de una virgen inviolada, pura y que no conoció varón” (De Incarnatione Verbi, 8). “El cuerpo tenía una naturaleza común a todos; era realmente un cuerpo humano, si bien fue engendrado de la Virgen con un prodigio extraordinario” (Ib., 20).

San Atanasio aplica a María el título de aeiparthenos, siempre virgen. Probablemente, junto a S. Epifanio de Salamina, son los primeros autores que usan ese término aplicado a María, aunque la fe en la virginidad perpetua está presente en la Iglesia desde los comienzos.

De igual modo, S. Atanasio presenta a María como modelo de las vírgenes. En su época tuvo lugar una gran expansión del movimiento monacal de hombres y mujeres. ¿Quién podría ser mejor modelo para las vírgenes consagradas que María?

“El Señor viniendo a la tierra tomó carne de la Virgen… El Señor quiere instruirnos sobre este hecho: María permaneció virgen hasta el fin de su vida… María perseveró siempre en su virginidad, como virgen que había engendrado al Señor y que había de ser un ejemplo. Por tanto, la que desee permanecer virgen y ser esposa de Cristo puede contemplar la vida de María e imitarla, pues su programa de vida, cumplido con fidelidad, es adecuada norma de vida para las vírgenes. Por tanto, la vida de María, Madre de Dios, sea para todas las vírgenes como la imagen perfecta, según la cual cada una configure su propia vida de virginidad. En efecto, es necesario que conozcáis por medio de ella lo que debéis ser, como viendo mediante un espejo, las virtudes que deben constituir vuestra belleza“ (Sobre la virginidad, CSCO 151).

En una de sus homilías, S. Atanasio, inspirándose en el Magnificat, canta las alabanzas de los personajes del Antiguo Testamento a la Theotokos: “Verdaderamente tu alma engrandece al Señor y tu espíritu exulta en Dios tu salvador; en el futuro te alabarán por toda la eternidad todas las generaciones (…) Te alaba Adán, llamándote madre de todos los vivientes. Te alaba Moisés al contemplarte como Arca de la Nueva Alianza, revestida de oro por todas partes. David te aclama bienaventurada, declarándote ciudad del gran Rey, ciudad del Dios de los ejércitos. También en el futuro te alabarán todas las generaciones humanas” (Sermo de Maria Dei Matre).


Por P. Félix López, S.H.M.

Revista HM; º185 Julio-Agosto 2015